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Estos fueron nuestros libros elegidos de 2017. 

 

Quedate conmigo, de Inés Acevedo – Marciana

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Cualquier lector de Stephen King encontrará en Quedate conmigo, tercer libro de Inés Acevedo, destellos de la obra del escritor estadounidense. Es la década de los noventa, cae un meteorito en el campo y un grupo de nenes lo encuentra. Es una aventura con claros tintes cinematográficos. Tati, la protagonista de la historia, descubre a una perra androide y nace una amistad. Es un libro sobre el fin de la infancia, aquella época donde todo puede pasar. Además trata sobre el amor incondicional. No es extraño que elija la figura de un perro como símbolo de ese amor: un amigo invencible, una constante que aparece a lo largo de sus otras producciones. Quedate conmigo también puede leerse como la reescritura en clave fantástica de la primera novela de Acevedo, Una idea genial (2010), una aventura familiar en forma autobiográfica protagonizada por cuatro hermanos. Libro tras libro, la autora se reinventa. ¿Cuál será su próximo paso? Joel Vargas

Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara – Literatura Random House

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Las aventuras de la China Iron desacraliza a nuestro libro nacional por excelencia: El Martín Fierro, de José Hernández. ¿Otra vez un escritor hace eso? Sí, podría decir un lector exigente. Otra vez. Pero Gabriela Cabezón Cámara no hace solo eso. Toma al personaje de la China, la mujer de Fierro, y lo lleva a límites insospechados: hace su propio camino, se topa con una inglesa de clase acomodada que viaja medio de casualidad por estas pampas y se suma a su pequeña odisea. Coge con ella, explora su sexualidad y degusta el mundo por primera vez. Es también una novela sobre las primeras veces, sobre cómo ve el mundo una chica de catorce años. En el medio, hay tiempo para descripciones de indios bellos y patrones que oprimen al gaucho. Cabezón Cámara patea, otra vez, el tablero de la literatura nacional como ya lo hizo con La virgen cabeza (2009), en donde narraba el amor entre una travesti y una cronista de policiales. La autora profundiza una de las búsquedas literarias más innovadoras de la actualidad. Joel Vargas

Los mantras modernos, de Martín Felipe Castagnet – Sigilo

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Tanto en Los cuerpos del verano (Factotum, 2012) como en Los mantras modernos (Sigilo, 2017) es posible establecer un mecanismo, un sistema de encendido narrativo: un aspecto esencial para lo humano ha sido solucionado por el desarrollo de la técnica. En Los cuerpos es posible continuar la existencia mudándose a un nuevo cuerpo, de modo que somos inmortales; en Los mantras los buscadores (lo que podríamos entender como una concepción ampliada de Google) permiten conocer el futuro. La humanidad rompe sus fronteras hacia el infinito, al menos en la superficie; sin embargo, hay problemas en el Paraíso. La mudanza frenética de un cuerpo a otro permite que la venganza sea eterna y acaso imposible; saber el futuro es saber que se viene el fin del mundo. Acaso sea esta la pregunta propia de toda ficción especulativa, la única que vale la pena: ¿es posible resolver el conflicto humano, salir del valle de lágrimas? Ambas novelas de Martín Castagnet argumentan que no. Y para hacerlo, optan por un punto de vista lógico y muy efectivo: la voz íntima de sus protagonistas, la trama familiar, el núcleo donde lo irresoluble se hace carne (y para contextualizar sobre Los mantras, se deshace). Como esos especiales de Halloween de Los Simpsons en los que al finalizar Bart quedaba convertido en un murciélago o todo Springfield se volvía zombie, los mundos narrativos de Castagnet ofrecen un tour por lo extraño dentro de la cotidianidad del futuro, un relato del momento en el que todo cambió. Sebastián Rodríguez Mora

Nuestro mundo muerto, de Liliana Colanzi – Eterna Cadencia

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En su último libro, la escritora boliviana trabaja con la oralidad, toma las historias que escuchó cuando era chica, las contamina y logra un universo donde todo se vuelve posible. Juega en la frontera entre el realismo y lo fantástico. A Colanzi le interesa cómo percibimos la realidad más que la realidad misma. Entonces cuenta un hecho, estira el verosímil e instala una duda. En sus cuentos hay mucho del imaginario boliviano, de la gente del campo y de los indígenas, de cómo chocan con lo urbano y la modernidad. Hay tensión y también una lucha simbólica. Dos cosmogonías colisionan. Su anterior libro, Vacaciones permanentes, era un tratado sobre la nostalgia y Nuestro mundo muerto es todo lo contrario. Los personajes, en algunos casos, están lejos de su tierra y de sus seres queridos pero no sienten melancolía por el pasado. Viven en el presente salvaje. Joel Vargas

Los que duermen en el polvo, de Horacio Convertini – Alfaguara

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En 2016 Pablo Plotkin publicó Un futuro radiante, gran primera novela en donde construía una Buenos Aires infestada de contaminación y refugiados símil Mad Max. En 2017 se publicó Los que duermen en el polvo, una nueva novela de Horacio Convertini en donde el autor, emparentado con la novela negra y el policial, cuenta a su manera una historia de zombies. El escenario no podía ser otro que su Pompeya natal. El protagonista, además de ser un testigo del horror y la supervivencia, da cuenta de su propia tragedia: la pérdida de las mujeres que más amó, sus inseguridades y sus miedos. En pocas páginas, el autor abre el abanico hacia diferentes lecturas. Funciona, por ejemplo, para analizar el valor simbólico de la patria. Qué rol juega este concepto, en tiempos críticos donde cualquier certeza estalla en mil pedazos. También las relaciones familiares son tema de discusión, algo similar a lo que plantea (en un sentido padre-hijo) Stephen King en su novela de zombies Cell. Y, finalmente, lo perturbador de tener a la muerte en primer plano, de frente a uno, venciendo a la imposibilidad más absoluta: todos vamos a terminar en una tumba. Allí radica, en verdad, la potencia y la atracción del zombie y, por ende, de esta novela. Pablo Díaz Marenghi

Esta noche toca Charly, un viaje por los recitales de Charly García (1956-1993), de Roque Di Pietro – Gourmet Musical

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Los libros sobre música gozan de buena salud. Biografías, anecdotarios, recopilaciones periodísticas y memorias se editaron con fruición en los últimos años para tratar de analizar la relevancia de diferentes artistas y bandas de rock. Sin embargo, no son muchos los que toman como materia prima las reseñas de recitales para pensar una obra. Efímeras por excelencia, las crónicas de shows a veces quedan relegadas al olvido. Roque Di Pietro decidió rescatar su valor documental y agregarle material de archivo de entrevistas y reseñas para construir una mirada en profundidad sobre la carrera de Charly García, símbolo del rock argentino. Durante 600 páginas Di Pietro repasa la vida musical de García, desde que era un pequeño niño dando sus primeros pasos en el conservatorio aprendiendo a tocar el piano hasta su despegue en Sui Generis, su son progresivo en La Máquina de Hacer Pájaros, el boom de Serú Girán y su obra solista. Aquí se vislumbra la evolución en la búsqueda artística de García y su impacto sociocultural tanto por sus canciones como por su vida pública plagada de escándalos. Algunos pasajes destacados: el primer show de un solista en un estadio en 1982 en Ferro, el Adiós Sui Generis, el Gran Rex de 1990 cuando un fanático lo amenazó con un arma de plástico, la vuelta con sabor a poco de Serú en River ’92. Además, asombra el nivel de detalle y rigurosidad a la hora de reconstruir cada proceso creativo en los discos clave de Charly y el notable trabajo del autor como investigador y narrador. El componente fotográfico permite ver grandes nombres que retrataron a Charly (Cherniavsky, Kuropatwa, Hilda Lizarazu, Dylan Martí) junto con recortes de diarios y revistas de distintas épocas. Este libro es bibliografía obligatoria para cualquiera que dese reconstruir la influencia, aciertos y oscuridades de uno de los más grandes artistas de este país. Pablo Díaz Marenghi

El Oficio, de Sergéi Dovlátov – Añosluz

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“¿A quién le pueden interesar las confidencias de un escritor fracasado? ¿Qué hay de instructivo en sus confesiones?”, se pregunta Sergéi Dovlátov en el prólogo de El Oficio, el segundo libro que editó Añosluz del escritor ruso de culto. El año pasado ese mismo selló apostó por una novela del autor, La Reserva Nacional Pushkin, que ArteZeta eligió como uno de los libros destacados de 2016. El Oficio es otra oportunidad para hacer una inmersión aún más profunda en la obra de Dovlátov. Es un diario que tiene dos partes. La primera cuenta las vicisitudes en la URSS, de cómo empezó siendo un rumor en el ambiente literario, sus caídas y reincidencias. La segunda narra cómo emigró a Estados Unidos y logró publicar vorazmente. Dos facetas disimiles de la vida de un hombre, con sus causas y consecuencias, las raíces de su obra y sus ramificaciones. ¿Qué decir de su prosa? Es una máquina de matar hormigas, te machaca. El Oficio es un diario pero, también, un prospecto de cómo lograr un cometido, de cómo forjar un temple. Joel Vargas

El lugar donde mueren los pájaros, de Tomás Downey – Fiordo

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No confundamos: lo que pasa en los diez cuentos que integran el segundo libro de Tomás Downey no tiene nada que ver con lo cotidiano, esa etiqueta perezosa que se le encaja a cualquier narración que incluya personajes que son familiares entre sí. Lo que distingue a la mayoría de estos cuentos es que atrapan a sus protagonistas ante el abismo de lo cotidiano, es decir, la locura, el extrañamiento, el peligro que brota cuando la normalidad se resquebraja. La cuerda de lo cotidiano se estira hasta deshilacharse. Entonces el cuento sigue derecho por inercia, pero ya sin referencia; una vez que la energía cinética se disipa, Downey se encarga de narrar como si mirara –no por nada es guionista- el inicio de esa pérdida de control, no el auto estrellándose contra el fondo del acantilado. El lugar donde mueren los pájaros retoma la mejor tradición norteamericana del cuento corto, pero no roba acordes, antes bien diríamos que los reactualiza, los pule y prueba por nuevos caminos. Sebastián Rodríguez Mora

Los mejores días, de Magalí Etchebarne – Tenemos las máquinas
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Etchebarne escribió la gran revelación de 2017. Son cuentos sobre mujeres, pequeños instantes de una vida en los que hay momentos de aprendizaje, descubrimiento y empoderamiento. También hay contradicciones, porque de eso estamos hechos todos y todas. Las protagonistas de las historias le pelean a la contra, y en algunos casos se aferran a los sentimientos. En otros, hay una simple pasividad. Es una manera de cómo actúa el desastre. ¿Acaso estamos condenados a fracasar? En estos relatos el pasado siempre está ahí, agazapado, a veces de manera explícita, otras de forma implícita. “Que no pase más”, el mejor cuento de Los mejores días, es todo aquello que no hay que hacer: aferrarse a algo que está fallado. Etchebarne logra conmover en pocas páginas y ¡en un solo libro! Evocar un recuerdo, algo que ya pasó, ese instante cargado de significado, es la premisa de Los mejores días. Joel Vargas.

El negro corazón del crimen, de Marcelo Figueras – Alfaguara

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Este es, ante todo, un libro valiente. Primero por el tema: la vida de Rodolfo Walsh, emblema del periodismo comprometido que deja de lado cuestiones personales para dejar todo por las causas justas hasta las últimas consecuencias. En segundo lugar, por el formato. Figueras se anima a ficcionalizar el proceso de investigación del caso que cambió para siempre la vida del escritor y militante de Montoneros, los fusilamientos en José León Suárez bajo la dictadura de Aramburu en 1956. Esa investigación, con sus devenires y complicaciones, decantaría en Operación Masacre, libro que fundaría el género non fiction y cambiaría para siempre la mente de un hombre: del antiperonismo pasaría al marxismo y luego al peronismo revolucionario porque su moral le demandaría estar del lado del pueblo. Figueras construye un personaje (Erre) y una coequiper (Enriqueta Muñiz, compañera en este trabajo arduo). Todo lo tiñe bajo el prisma del más lúcido lenguaje del policial negro. Expone, además, sus dudas, sus miserias y sus amores clandestinos. Walsh, borracho en un bar. Walsh, dudando en cada frase y cada párrafo. O arriesgando el pellejo al resistir al terrorismo de Estado hasta el final, cuando cae abatido por las balas de la represión en 1977 mientras repartía su Carta abierta de un escritor a la junta militar. Por todo esto, por el narrador omnisciente y enorme que elabora el autor, por la rigurosidad en los datos y la calidad de su prosa, El negro corazón… se convierte en una obra ineludible para todo aquel adepto a la obra de ese hombre que se inmortalizó como el símbolo del periodista que da testimonio en momentos difíciles. Pablo Díaz Marenghi

Tarda en apagarse, de Silvina Giaganti – Caleta Olivia
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¿Un libro de poesía puede ser un pequeño best seller? ¿La poesía puede llegar a ser leída por fuera de su circuito? Antes estas preguntas se respondían de manera negativa. Tarda en apagarse, el primer libro de la filósofa Silvina Giaganti, es un hit poético. Ya son mil los ejemplares que andan circulando por las calles argentinas, son más de mil los que se han conmovido con sus versos y los trafican por redes sociales. Es para celebrar que un libro de poesía trascienda las barreras de los consumidores habituales del género. Hay personas que quizás esten adentrándose en ese mundo gracias a la autora. Pero la gran pregunta es: ¿qué tiene ella que no tiene el resto? Sus poemas están cargados de una simpleza cotidiana y de amor, mucho amor. Son iniciáticos. Encuentra belleza en lugares y secuencias inesperadas: en el barrio, la Plaza del Congreso, en un restaurante de Palermo. “Siento que estoy llena de vida y también/ que no lo soporto”. Ahí está la empatía. Ella podría ser cualquiera de nosotros. Joel Vargas

Seres queridos, de Vera Giaconi – Anagrama

vera giaconi

En 2011 la escritora uruguaya radicada en Argentina ya había sorprendido con su primer libro, Carne viva. Ahora vuelve a hacerlo con su segundo volumen de cuentos, Seres queridos, que fue uno de los cinco finalistas del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero 2015. En sus historias conviven el pasado y una exégesis del presente. Giaconi toma elementos de la cultura posmoderna y juega con ellos: aparece la televisión basura, desde reality shows como Survivor hasta un programa de tasadores. También hay obsesiones y mugre, esa que se esconde debajo de la alfombra, y reminiscencias a un exilio forzado por la dictadura uruguaya. Giaconi construye escenas que arden en la memoria, que se quedan incrustadas y te exigen aprender los lenguajes privados de los personajes. En los recovecos, ella esconde el golpe. Joel Vargas

La casa de los eucaliptus, de Luciano Lamberti – Literatura Random House
luciano lamberti la casa

Luciano Lamberti otra vez construyó un libro monstruoso, uno en el que las historias se quedan instaladas en la cabeza por mucho tiempo. La secuencia es la siguiente: leés un cuento, lo rumiás, y a los pocos días no para de volver una y otra vez. Como buen escritor universal, sus historias pueden pasar en cualquier tiempo y espacio. Por eso quizás algo que viste en la tele o algo que leíste o una película te remiten al universo lambertiano. Ya desde El asesino de chanchos (2010) que viene erigiendo una obra a tener en cuenta. Su prosa es efectiva y va al grano sin rodeos. “La casa de los eucaliptus”, el cuento que da nombre al libro, es el hit de este nuevo volumen. La manera en cómo describe la mente de un descompensado que se convierte en un serial killer por un llamado divino es antológica. Otro ejemplo de cómo escribir un buen cuento es “La ventana”: la imagen de dos amigotes que se terminan obsesionando con una suerte de portal a un paisaje hermoso es devastadora. Como buen lector de Stephen King, el escritor cordobés sabe cuál es la fórmula para narrar una historia. Cuando te topás con algo que salió de la cabeza de Luciano Lamberti, siempre vas a querer más. Joel Vargas

Un reino demasiado breve, de Mauro Libertella – Literatura Random House
libertella un reino

Mauro Libertella, libro tras libro, va analizando las relaciones humanas. Como un antropólogo de los sentimientos, el faro de su obra es descifrar los recovecos sentimentales. En el primero, Mi libro enterrado, habla de la relación entre un padre y un hijo; en el segundo, El invierno con mi generación, analiza la amistad adolescente, y en Un reino demasiado breve hace lo propio con los primeros amores. “No hay testigo que pueda registrar el modo en que dos personas se van mimetizando”: esas son las primeras líneas de Un reino…. Desde el vamos nos encontramos con un narrador que va tirando postas, y a lo largo del libro nos cuenta tres noviazgos de un chico llamado Julián que sirven de disparadores para hablar de cómo funciona el amor. Lo mejor es la distinción de cómo se forja una pareja: por un lado la que se crea al calor de la intensidad, la de conocerse, vivir juntos a los dos meses y que ese fuego se apague de un día para el otro. Y por otro lado, la relación que se construye de manera minuciosa y que, pasito a pasito, también finalmente se apaga. Joel Vargas

Egotrip, de Germán Maggiori – Edhasa

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Decía Piglia que solo hay dos cosas que podemos narrar: un crimen o un viaje. Con Entre hombres y Cría terminal Maggiori se encargó de lo primero. Ahora, en Egotrip, nos ofrece una road novel desenfrenada, un éxodo en primera persona hacia la autodestrucción redentora. Maggiori transcribe y ensambla los cuadernos turbios de un tal Edgardo Caprano: oficinista, estafador, drogón, embustero, xenófobo, misógino, padre, poeta y narrador. En su trayectoria espiral, Caprano se hunde hasta destrozarse contra el fondo de los fondos y regresa a la vida transfigurado y con algo para contar. Lo que leemos son las páginas rabiosas que recorren las postas de esa carrera suicida. Los personajes y las narraciones proliferan, se multiplican, se anudan: una gerenta sexópata y frustrada, un indio hippie abducido, un camionero excombatiente y desequilibrado, una tía nazi travesti y mafiosa, un baterista invisible. La road novel de Caprano está construida con los retazos inverosímiles de una memoria implosionada por el alcohol, las drogas y la desolación. Armado de una prosa violenta y mutante, esquivando el mandato de época que aconseja a los escritores sucumbir a las minucias de su propio yo, con Egotrip Maggiori se instala cómodo en la tradición Arlt-Piglia y confirma una vez más que es uno de los narradores más potentes de la Argentina. Cristian Franco

Los diarios de Emilio Renzi (III). Un día en la vida, de Ricardo Piglia – Anagrama

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“Desde siempre, nunca he deseado otra cosa que ser un gran escritor y la gloria inmortal”, escribió Ricardo Piglia en su diario el sábado 27 de enero de 1979.  Y vaya si lo consiguió. A un año de su muerte su obra está más vigente que nunca. Con la publicación de manera póstuma del último tomo de Los diarios de Emilio Renzi – Un día en la vida se termina de cerrar el proyecto que inició. Esos diarios condensan el pensamiento literario del escritor y crítico más grande que tuvo nuestro país. Este último volumen abarca desde 1976 hasta 1982. Después, hay varias entradas que cuentan situaciones particulares, pero esos años son claves para la carrera de Piglia. Es en ese momento donde se gestó Respiración Artificial (1980), su novela más importante, un libro que habla sobre la dictadura argentina en clave metafórica. Página tras página, en sus diarios vemos cómo Renzi (Piglia) lucha con la escritura de ese libro. Además nos regala reflexiones sobre cómo la relación con su abuelo lo motivó a ser escritor, sobre cómo no poder escribir representa un infierno y cómo un traductor escribe el mismo libro pero en otra lengua. Y hay mucho más. Es su testamento literario: cada línea no tiene desperdicio. El final es desgarrador: las últimas hojas, tituladas “La caída”, son su lucha contra la enfermedad y el relato de cómo siempre quiso ser solo el hombre que escribe. Las letras lo extrañan mucho. Joel Vargas

Una casa junto al Tragadero, de Mariano Quirós – Tusquets

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Al leer Una casa junto al Tragadero uno entiende por qué Quirós ganó el premio Tusquets. Se adentra en el monte chaqueño a través de esta novela, que es una historia deudora de la literatura yanqui sureña: en lugar de pantanos aparece el río Tragadero, con su fama de tragar personas y ganado, valga la redundancia. Ahí hay un componente fantástico, mínimo pero consciente, una pequeña leyenda que circula de boca en boca. Ese fue el disparador para que Quirós contara las peripecias de El Mudo, un tipo que deja todo en su Resistencia natal y ocupa una casa abandonada y embrujada a la vera del Tragadero, en las afueras de Colonia, un pueblito chaqueño. Su única compañía es una perra, la India, y el tipo que le provee comestibles, Insúa. Su némesis, Soria, y los pibes de la Fundación Vida Silvestre, le hacen la vida imposible. La novela está contada en dos líneas temporales. Los capítulos se van intercalando. Vemos cómo El Mudo llega a la casa y decide instalarse ahí, y por otro lado encontramos a un hombre ya más curtido por el monte chaqueño, afincado hace varios años, y lidiando con sus vecinos. Hay derrota y redención pero también compañerismo. Quirós, al igual que Juan José Saer hizo con Santa Fe, está cartografiando su Chaco querido. Joel Vargas.

Todas las cosas, de Nora J. Rabinowicz – Ediciones La Parte Maldita

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¿En qué momento uno se da cuenta que todo se fue a pique? ¿Existe conciencia del desastre? ¿Cuál es el instante preciso en el que entendemos que esto ya no da para más? Todas las cosas (Ediciones La Parte Maldita), primera novela de Nora J. Rabinowicz, gira alrededor de estas cuestiones. El amor y sus vicisitudes. El querer seguir adelante más allá de todo. ¿Es realmente necesario intentar cambiar a una persona? ¿Vale la pena perseverar porque el amor es más fuerte? Todas las cosas conmueve a los que alguna vez, ya sea por costumbre o necedad, se vieron atrapados en un romance condenado al desastre. Interpela a todo aquel que pensó que el afecto podía vencer a las manías, al egoísmo y las obsesiones personales. Debajo de esta novela subyace el miedo a la soledad, la melancolía enfermiza, la quietud, el conformismo y una pregunta: ¿cómo darse cuenta de que todas las cosas se están incendiando delante de nuestros ojos antes de que nos tapen las cenizas? Pablo Díaz Marenghi

Como un golpe de rayo, de Simon Reynolds – Caja Negra

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Observar fotografías de David Bowie durante el triunfal periplo de dieciocho meses que abarcó, entre 1972 y 1973, su entrega total al glam rock de la mano de dos obras maestras–The Rise and Fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars y Aladdin Sane– es un deleite visual y estético. En un show histórico –el del 3 de julio de 1973 en el Hammersmith Odeon de Londres- Bowie anunció la muerte de Ziggy, su alter ego más famoso, ataviado con una túnica dorada, botas rojas con plataforma y pelo corto teñido de naranja eléctrico, para luego dar paso a una arrasadora versión de “Rock and Roll Suicide”, la canción que cerraba Ziggy Stardust, esa suerte de disco conceptual sobre un alienígena que había llegado del espacio para convertirse en estrella de rock y traer mensajes de esperanza ante el inminente final de la Tierra. Más allá de las inquietudes ambientalistas de la época, la metáfora que podía leerse era, en parte, cómo el rock y el estrellato suponían en los tempranos ’70 una salida ante el fracaso de la utopía hippie de los sesenta. Pero, ¿qué más había en el glam rock además de vestimentas impactantes, teatralizaciones escénicas y mucho make up? El crítico inglés Simon Reynolds le dedica un maravilloso volumen de casi 700 páginas con la misión de establecer, con su característica agudeza conceptual, cómo el glam fue mucho más que poses, coqueteos con la elegancia y la frivolidad. Casi sin proponérselo (y sin mencionarlo), Como un golpe de rayo sirve para refutar esa célebre frase acuñada por John Lennon sobre que el glam rock era simplemente “rock and roll con lápiz de labio”. Matías Roveta

El salto de papá, de Martín Sivak  – Seix Barral

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Jorge Sivak saltó de un decimosexto piso el 5 de diciembre de 1990. Estaba atormentado por el secuestro de su hermano Osvaldo (el “Caso Sivak”) y por la quiebra de su banco, Buenos Aires Building. Uno de sus hijos, Martín, se convirtió en periodista político y Doctor en Historia. Además de narrar de manera minuciosa la historia de Clarín o la biografía de Evo Morales, decidió que tenía que contar la historia de su padre. Mejor dicho, la historia de su padre y ese salto. Este texto híbrido no solo conmueve hasta las tripas por la emoción de un hijo que intenta comprender los motivos del suicidio de su papá; también reconstruye fragmentos de la historia argentina reciente. Sivak forja una prosa vertiginosa, sanamente contaminada del manual del buen periodista y el historiador, que atrapa. Se cuelan personajes macabros, como ex carapintadas, políticos y militantes. Lo que impacta es la reconstrucción del “banquero marxista”: su ascenso y caída, su militancia en FAL, sus negocios truncos, sus sesenta cigarrillos diarios, su particular modo de ejercer la paternidad y de incluir a sus hijos en su mundo. Con sinceridad (admite las dificultades durante el proceso de escritura) el autor escribe una formidable novela sobre el padre. Mezcla de relato testimonial con memoria socio política y tintes de comedia negra, es una mirada microscópica sobre un personaje que funciona como prisma para observar la historia de un país mientras que un hijo intenta “hablar de la convivencia de un cuarto de siglo con ese salto”.  Pablo Díaz Marenghi

La suerte de las mujeres, de Paula Vázquez – Añosluz

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Este primer libro, ganador del tercer premio del Fondo Nacional de las Artes, es una demostración de solidez y entereza en tiempos de narrativas efímeras. Sus nueve cuentos exponen diferentes aristas de una mujer del siglo XXI, con sus derivas y problemáticas. Con la búsqueda de la identidad en el medio de una familia que se desmorona en “La partícula del mal”, incertidumbres amorosas en “Los dioses de la noche” y “Dejar de fumar”, amistad adolescente en “Los pescadores”, la tentación de lo prohibido en “Un hombre en la ventana” o la exploración del propio ser en “Tulipanes”, Vázquez, abogada y periodista, cincela la realidad para ponerla a tono con sus propias vicisitudes y dilemas. En sus relatos va vertiendo sus propias máximas: “Estamos hechos de cosas que desaparecen”, arroja mientras pinta un paisaje de la realidad femenina contemporánea. En épocas en donde es muy fácil colocarle la etiqueta de “literatura femenina” a cualquier escritora, Vázquez enmarca un universo de mujeres reales que dudan, se empoderan, temen ser abandonadas, luchan contra sus propios prejuicios, aman de manera rabiosa y se cuestionan. “La vida se trata de raíces. Soñar raíces. Hacerlas crecer”, afirma en uno de sus relatos, y ella, al mismo tiempo, crece como narradora. Pablo Díaz Marenghi