En los festejos de los 100 años del nacimiento de Astor Piazzolla, analizamos la obra y el legado del músico más importante del tango argentino.
Por Pablo Díaz Marenghi
Fotos: gentileza de prensa Fundación Astor Piazzolla
Video y edición: Jorge Noro
Que Piazzolla haya trascendido su cualidad de apellido para convertirse en sinónimo de tango o, directamente, de uno de los mayores símbolos de la música del siglo XX no es algo eterno ni gratuito. Atrás quedó el ninguneo de sus pares tangueros mayores durante sus primeros años de carrera o sus llamados desafiando a los periodistas que lo criticaban en la radio a, más o menos, trompearse en la calle —algo que inmortalizó con maestría el brillante documental de Daniel Rosenfeld Los años del tiburón—. Lo cierto es que el músico nacido en Mar del Plata, criado en Nueva York y anclado en París, quien recién en los últimos años de su vida gozó de un merecido reconocimiento en sus tierras, fue homenajeado durante todo el 2021 con una serie de eventos y recitales debido a la conmemoración de los cien años de su nacimiento. En vísperas del homenaje que clausurará esta merecida y extensa elegía, que acontecerá el domingo 6 de marzo en el Estadio Luna Park, hete aquí una serie de claves, fugas y misterios en torno a uno de los más inmensos artistas argentinos cuyo legado aún resuena.
Buenos Aires Hora Cero
“En poco más de una década el universo digital se ha superpoblado con la palabra Piazzolla” afirman Abel Gilbert y Diego Fischerman en su notable biografía del compositor El mal entendido (Debate), reeditada hace casi un año atrás. Dicho título atraviesa, como concepto interpretativo, todo el análisis vertido en el libro, entrecruzado con información de su vida y obra. Los autores amplían: “Si Piazzolla hubiera tenido una actitud mecánicamente epigonal y mimética hacia Stravinsky o Bartók apenas habría sido un reverente catalogador de técnicas. Su lectura ‘errónea’ fue siempre creativa”.
Piazzolla, cuyo nombre fue inventado por su padre Nonino en homenaje a un viejo amigo italiano Astorre, supo nutrirse de diversos afluentes musicales como la música clásica, el jazz y la música judía que escuchó de niño viviendo en Nueva York. Así se embebió de síncopas, algo que marcaría a fuego su producción musical, y de esos famosos cortes abruptos que le darían forma a su estilo.
Primero como músico y luego como arreglista de Troilo pasando luego a formar sus propios octetos y sextetos, Piazzolla le daría forma a algo que comenzaron a llamar “tango para escuchar”, que comenzó a molestar a aquellos que concurrían a las milongas a bailar y observaban a la banda con gestos de incomprensión. Esa misma incomprensión a través de la cual se ha solido juzgar a los grandes genios al dar sus primeros pasos. Así analizan Fischerman y Gilbert el estilo Piazzolla: “La obra de Piazzolla se construye en tensión con lo escrito. Nunca lo que suena es exactamente lo que está en la partitura. Secciones enteras aparecen agregadas por la práctica, por la acumulación de interpretaciones, a lo pautado. Ritmos escritos de una manera deben sonar de otra. Los músicos de Piazzolla lo sabían y se lo transmitían de boca en boca. Pero, además, está el bandoneón. Y la manera de tocarlo de Piazzolla. Para él no hay notas que comiencen sobre los acentos. Todo sonido, aun el más breve, es, siempre, sincopado. No importa cómo esté escrito. Piazzolla convierte en un elemento esencial, material, indivisible de la propia música, una interpretación absolutamente personal del rubato característico del tango, de ese atrasarse en el tiempo y después recuperarlo en un rapto de aceleración”.
Resurrección del ángel
Reconocido en Europa, ignorado durante mucho tiempo en su propio país, incomprendido, Piazzolla se transformó en una referencia ineludible que excede al propio género que ha sabido revolucionar. Su huella ha llegado, incluso, al rock progresivo de Emerson, Lake & Palmer o al sophisti-pop de Grace Jones.
Pese a esto, sigue siendo una deuda pendiente el rescate completo, la protección y el cuidado de su obra. Aún se encuentran perdidas o guardadas en algún cajón muchas de las cintas donde se grabó su música o se registraron de manera audiovisual sus presentaciones en vivo. Al respecto, Gilbert y Fischerman son tajantes en el epílogo de la nueva edición de su biografía: “Hasta el momento, los intereses estatales por preservar el legado de Piazzolla se cifran apenas en el bautismo de una obra pública con su nombre y en su ciudad de nacimiento o un conservatorio musical con escaso presupuesto. La construcción de un archivo y la defensa de un capital cultural tienen otras premisas”.
Los homenajes del 2021, en gran medida impulsados por la Fundación Astor Piazzolla presidida por su esposa Laura Escalada de Piazzolla, son una sana muestra de cómo es posible encauzar el rumbo en pos de preservar su memoria y legado artístico-musical. El último concierto de esta serie de homenajes cuenta con la curaduría artística del nieto de Astor, Daniel “Pipi” Piazzolla y allí se presentarán el Quinteto Revolucionario, Escalandrum, Julia Zenko, Elena Roger, Raúl Lavié, y Jairo, entre otros. Además de una importante orquesta formada por el prestigioso Gustavo Fontana en dirección, Horacio Romo como bandoneón solista y Pablo Agri como solista de violín.
Las síncopas y los chispazos del bandoneón de Astor Piazzolla seguirán sonando, ya sea en discos de vinilo, conservatorios, recitales o reproducciones en plataformas de Streaming, furtivos, como disparos en la oscuridad. //∆z
-PIAZZOLLA100 – Concierto de cierre –
Domingo 6 de marzo, Estadio Luna Park. Entrada gratuita.
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