Agua, Sal y Fiebre el esperadísimo segundo disco de Viva Elástico confirma lo que ya sabíamos: Alejandro Schuster es uno de los artistas más destacados de esta época.
Por Joel Vargas
Hace varios siglos el filosofo alemán Immanuel Kant analizaba lo bello y lo sublime. Algo es bello cuando al contemplarlo percibimos tranquilidad. Lo sublime, en cambio, te agita el espíritu, te conmueve hasta lograr una mimesis con el proceso creativo del artista. A esta altura se preguntarán qué tiene que ver Kant con Agua, sal y fiebre. La relación es sencilla, las canciones de Ale Schuster son sublimes porque logran agitarte el alma.
En el disco anterior los Viva apostaron por un sonido espontaneo, crudo pero bien producido. Hace dos años charlamos con Schuster del tema y dijo: “Yo quiero que mi banda suene FM, Hi-fi, me gusta ese sonido: todo claro, limpio, porque me gusta que todo suene fuerte, que se pueda pasar en una radio.” Esta vez redoblaron la apuesta, Agua, sal y fiebre tiene muchos hits radiales y la garganta poderosa de Ale Schuster, el juglar de Longchamps, hace destrozos. Un ejemplo de esto es “El Dato”, canción que abre el álbum, ahí Schuster confiesa, entre distorsiones, que la vida aburrida para él es algo inmoral.
Este LP es una colección de “modelos para armar, nunca para desarmar”, si no me creen escuchen “Hoy lo que quiero”, y van a ver que Schuster navega en esa línea. Esta canción es la hermana de “El murmullo”, ambas tienen un estribillo que cristaliza emociones bien profundas y hablan de esa voz extraña que Fabián Casas en Breves Apuntes de Autoayuda, definió como esa voz que “suele hacer karaoke con nuestros destinos”.
Al sonido de Viva Elástico se lo puede emparentar con Suede, bastante prolijo en estudio y bien sucio en vivo. Es más, hasta en la tapa de Agua, Sal y Fiebre se puede percibir esa androginia característica de la mencionada banda inglesa y de David Bowie. Es un juego estético, que se hace evidente en “La Traición”, donde Schuster relata junto con Ale Sergi de Miranda! un triangulo amoroso entre dos amigos y una chica. Otro de los grandes invitados a este disco es Leo Garcia, que aporta coros en la canción que le da nombre al álbum.
Si tendríamos que trazar una línea temporal y elegir a los artistas característicos del pop nacional, podríamos hacerlo de este modo: Primero Federico Moura, padre de la sensualidad musical, luego Gustavo Cerati, amante sónico. Después en los noventa: Francisco Bochaton, heraldo del nuevo rock argentino, y Leo García, el alquimista del sonido. En el dos mil Ale Sergi fue amo y señor del beat. Y en esta nueva década que estamos viviendo Ale Schuster es uno de los herederos de la sagrada canción pop argentina.
Como ya dije antes varios son los hits de este álbum, quiero destacar tres: “Voy a darte”, “Yo te quiero más” y “Linda y Tonta”. El primero es una balada melodramática llena de paisajes sonoros que la podría haber cantando Sandro. Es una de esas canciones que uno hace mímica mientras la escucha, y trata de imitar los gestos del intérprete. El segundo, “Yo te quiero más”, la muestra perfecta de lo que Viva Elástico puede hacer: canciones urgentes, levemente desenfrenadas que te vuelven adicto, con letras que te hieren de distancia. Y el tercero, “Linda y Tonta”, es un dardo envenado que mueve pisos, una especie de country acelerado, donde Schuster sentencia “rara es la moral de noche si te animas”, y recuerda “tu boca está llena de memorias asesinas”.
Aunque también están “El gran encuentro”, otra de cadencia “sandristica” y “Vida nueva”, llena de “guitarras modernas” como bien dice su letra. Dos canciones que nos sirven de ejemplo para definir la esencia de Viva Elástico, una banda con un espíritu viejo anclada en el futuro, amante de los bordes y de las pequeñas grietas donde se cruzan los géneros.
El final del disco se da en clave electro rockera con la épica “Oh, Oh, Oh” con Schuster, la nueva bestia pop, golpeando las puertas del mainstream con un par de melodías que lo llevan hasta el cielo. El futuro llegó hace rato.//∆z