Festipulenta 23 (CC Matienzo – 14, 15 y 16 de febrero)
La edición extra large del primer Festipulenta de 2015 será recordada por las presentaciones de dos de las grandes influencias de la escena independiente actual. Hablamos de los shows de Adrián Paoletti y de Francisco Bochatón.
Haciendo un repaso por todos sus discos solistas -y en orden cronológico- en el show de Paoletti desfilaron clásicos como “Perfil” y “Un día de sol y lluvia” de su disco debut Paciencia (1995) en donde entreteje la realidad de mundos posibles cargados de poesía y un aura bien postpunk, cuasi Joy Division por momentos, que confluye con lo más atractivo del pop y el noise. A veces el público poguea, hace mosh y agita los brazos embravecidos.
Bochatón también supo marcar a fuego a toda una generación, la emoción era palpable en el ambiente, y su presencia en el escenario pulenta era casi un gesto político. “La vuelta entera” fue uno de los momentos más rockeros de su performance en donde el pogo, mosh y slam se encarnaban en el auditorio mientras cantaba casi cara a cara con el público, deformando su rostro hasta el extremo y balanceando su viola mientras el Matienzo vibraba con sus melodías. Párrafo aparte para Fernando Kabusacki, guitarrista y fiel compañero de Francisco, quien orquestaba desde las sombras hasta el más mínimo arreglo. Sobriedad y distinción. P.D.M.
Lollapalooza (Hipódromo de San Isidro – 21 y 22 de Marzo)
La segunda edición del festival Lollapalooza quedará en la historia. Porque en la noche del día 1, Jack White arrancó de su guitarra los primeros acordes de “The lemon song” y de entre las sombras apareció Robert Plant para ubicarse en el centro de ese estudio de televisión montado en el mainstage del Hipódromo de San Isidro y regalar a los casi setenta mil espectadores una versión del tema que no cantaba hacía 20 años, cuando salió de gira con Jimmy Page en 1995.
Los platos fuertes de la segunda jornada fueron bandas con un linaje y una puesta en escena rockera: Kasabian y Smashing Pumpkins. Dos caras de la misma moneda. Los ingleses mantienen la llama viva, se hicieron cargo del pase de antorcha del rock británico. La química que hay entre Tom Meighan, cantante, y Sergio Pizzorno, guitarrista y segunda voz, es una de las causas del éxito de Kasabian. Son histriónicos, fanfarrones. Salen a comerse crudos a quien tengan adelante. Por su parte Billy Corgan es metódico y sobrio, y demostró que fue, es y será una de los compositores más brillantes que tuvo la década de los noventa. M.B. / J.V.
Pez (Teatro Ópera – 15 de mayo)
Tras una gira constante a través del país y misteriosos adelantos por redes sociales, Pez llegó el viernes al Teatro Ópera. La mayoría de los artistas que nos gustan suelen ser devotos de otros artistas que los preceden. Algo parecido son Minimal, Franco Salvador y Fósforo: fanáticos de lo que hacen otras bandas históricas. “Treinta canciones tocamos, ¿qué más querés? Los Greatful Dead tocaban cuatro horas, sí, pero la gente estaba toda de ácido”, le respondía Minimal ya sobre el final de la extensa lista de temas al que por reglamento pedía en las primeras filas que no se terminara. A la banda y su equipo –un ejemplo de autogestión de veras; no esa de los proyectos que quedan eternamente en proyectos- se los veía felices de poder hacer eso de lo que son fanáticos.
Pez no precisaba de un teatro repleto en calle Corrientes para validarse; ser una de tantas bandas uruguayas que llenan de mediocridad el Luna Park no parece estar en los planes de Minimal-Franco-Fósforo. Pero es una noche sola, a ver qué tal son los brillos. Y sin miedo, que como dice “Difícil de conseguir” todo esto es natural / ni vida ni muerte / ni principio ni final. S.R.M.
Los Rusos Hijos de Puta (Uniclub – 10 de julio)
Luludot se mueve con soltura en el escenario. Vistiendo uno de sus clásicos enteritos ajustados con colores psicodélicos, es la amazona lider de esta manada soviética y asi como entona un coro agudísimo en “Fan”, escupe rabia y canta como Johnny Rotten en “Lo pibe”. Desbats la secunda, respira cerca suyo, la chapa y le arroja todo su amor y deseo contagiando al público que desborda de pasión punk desenfrenada.
Tetas al aire, sonrisas, alientos etílicos y cuerpos transpirados: una síntesis de lo vivido en la presentación de uno de los discos de 2015. Todo aquello fue la ratificación de que Los Rusos Hijos de Puta no es una banda más y que la experiencia sensorial jamás se completará sin ver y escuchar su música en vivo. P.D.M.
Oui Oui Fest (Niceto Club – 19 de septiembre)
La celebración del Oui Oui Fest sirve como una imagen para explicar el momento que atraviesa la escena musical independiente de Buenos Aires. Las bandas que integran el sello Oui Oui Records son algunas de las más activas e interesantes que pueden verse hoy en día entre toda la oferta musical que tiene el circuito porteño. Si miramos con atención, podemos apreciar la renovación que surge en bandas como Metamórfica y Las Diferencias, el gran momento de popularidad que atraviesan El Perrodiablo y Fútbol, y la vigencia de Ararat y Acorazado Potemkin.
Reunidos bajo el sello del Bulldog Francés, estas bandas tuvieron su festejo y la certeza de que noches como la del sábado son necesarias y vitales para dar testimonio de lo diversa y vibrante que es la escena musical independiente. M.B.
Mi Amigo Invencible (Niceto Club – 3 de octubre)
“¿Ya terminamos? ¡Vengan todos entonces!” Invita Di Cesare en señal de camaradería con el resto de los músicos y da pie a un final difícil de olvidar. Todos los Julio y Agosto, los Truenos, Facu Tobogán, JP Di Cesare y demás amigos entran al escenario. Un total de 30 personas que intervienen, rompen, juegan con la canción “Nada peor que la sed”, que ya es casi un himno para los fanáticos. Su estribillo, “Oh Eh Oh, Oh Eh Oh” se vuelve un mantra. Diego Martínez de los Truenos le roba la guitarra a Voloschin. Los Julio y Agosto invaden la percusión y los coros. Roberto Aleandri golpea los platillos de Martín y baila una especie de chacarera etílica. El público poguea en un éxtasis dionisíaco. Sus cuerpos se chocan. Sus piernas se enredan. A nadie le importa. En tiempos en donde el rock se discute y se redefine (¿Género menor?) los MAI dan muestras de que no todo está en ruinas. Con un cierre digno de la ciencia ficción, exponen su artillería de canciones para quienes quieran oír los verdaderos sonidos de la libertad. Noches como estas hacen pensar que no todo está escrito ni cantado. Aún quedan muchos principiantes por danzar. P.D.M.
Blur (Tecnópolis – 11 de octubre)
Damon Albarn es y será uno de los mejores frontman que pisaron el país. El público argentino es exigente y Damon lo aprendió, comprendió la necesidad de atención que sus fans esperan y no dudó un segundo en entregarse al público y disfrutarlo: camina, salta, corre y baila en absolutamente todo el escenario, no deja una sola sonrisa sin escapar, no escatima en meterse entre la gente y dejarse tocar, siempre con un aura de disponibilidad que, disculpe el lector, enamora.
La fórmula Blur funciona: metamorfoseados por los años en lo cultural, pero con el espíritu de los noventa bien latente en su piel, la ejecución perfecta de la línea de tiempo de su historia, el embellecer el oído de los fanáticos (“Son una audiencia magnífica” tribuneó Albarn, todos contentos). No se esperaban sorpresas, no. Pero sucedieron. C.S.
Avant Press (La Trastienda Club – 6 de Noviembre)
El pulso tecno de las programaciones de “Amor entre Rosas” y el baile escénico de García, desprovisto de su guitarra se sucedieron entre melodías de pop rock irresistibles. Las distorsiones en la versión de “Ameba” de Soda Stereo, canción del disco que más creyeron que representaba la década en que nacieron, el indispensable Dynamo: si acaso hay una influencia notoria en la puesta de García son sus tics heredados del ex Soda a la hora de tocar la guitarra. Una poderosa versión de la aun más psicodélica “La princesa dorada”, de puño y letra del mítico Pipo Lernoud y grabada por Tanguito en 1968, reactualizaron una canción indispensable bajo unas líneas de distorsiones cósmicas y una voz que tuvo picos dramáticos. Si hay un intérprete que versiona como nadie al rock argentino seminal, ese es Leo García. L.O.
Pearl Jam (Estadio Unico de La Plata – 7 de noviembre)
Pasaron los clásicos, pasaron los coros del mejor público del mundo. La banda se sentó para tocar “Imagine” de Lennon y los celulares brillaron en la oscuridad. Pero a la hora de homenajear, Pearl Jam mostró que tiene tiros en la recámara. Vedder contó que a Johnny Ramone le gustaba mucho “Corduroy”. Todavía vibraban los platos de Matt Cameron cuando “I Believe in Miracles” descajetó la solemnidad del homenaje con una benéfica patada en el culo. “Alive” parecía apagar todo y las luces encendidas del estadio hacían recordar el final de esos bailes de la primaria. Pero hay a veces milagros hechos con dos o tres acordes. Desde el fondo del rock y su claustrofobia, cabe todavía el lugar para la sorpresa: “Out here in the fields / I fight for my meals”, Stone Gossard tira esos tres acordes fundamentales, pan panpán – pan panpán y entonces canten putos canten, “Teenage wasteland!”, griten que todavía las combis no se van, los choris tibios esperan afuera con la birra en latas frías, salten que no tenemos idea si hay suelo firme en quince días, “They are all wasted!” como respuesta a todo. S.R.M.
Morrissey (Teatro Opera/ Estadio Luna Park – 9 y 10 de diciembre)
Ningún artista mejor que Moz podría habernos acompañado en la época que acontece: él se quejaba de su realeza y el público argentino de su flamante presidente. “Tienen un nuevo presidente, ¿Les gusta?”. El abucheo masivo no se hizo esperar y fue silenciado con “Mama lay softly on the riverbed” pero esto no quedó ahí. “Me quedé pensando en que si no les gusta, tampoco deben haberles gustado los otros, porque están todos cortados por la misma tijera. ¡Mierda, mierda, mierda! ¡No más presidentes, no más primeros ministros!”, sentenció el músico desde sus más utópicos sueños anárquicos. “I’m throwing my hands around Paris” fue otro guiño a los problemas de la sociedad actual.
Entre drama, desamor y crítica social, Moz se dio lugar a satirizar con su ego y entonó el estribillo de “Morrissey”, canción en la que Leo García contaba la historia de una supuesta infidelidad que tenía al astro inglés como banda de sonido. Pero ésta no es la única biografía donde las composiciones del ex Smiths repercuten. Morrissey nos ha acompañado a muchos durante lo largo de nuestras vidas. E.L.