Mi Amigo Invencible viaja en el tiempo para descrifrar su futuro en La Danza de los Principiantes, uno de los discos del año.

Por Joel Vargas y Ayelén Cisneros

I

El Hombre. La finitud. El espacio. El vacío. El tiempo. La existencia. El Ser. Las composiciones de Mi Amigo Invencible están amarradas a esa cadena de significantes. Estos mendocinos en cada canción libran batallas ancestrales, son arqueólogos del saber. Tratan de descifrar el origen de las cosas, un microcosmos enigmático. Si La Nostalgia Soundsystem (2013) era una tesis sobre la melancolía, La Danza de los Principiantes es un tratado ontológico que indaga en las hendiduras del ser.

II

La Danza… viene a completar la trilogía que arrancó con Relatos de un Incendio (2011) y siguió con La Nostalgia Y como nos tienen acostumbrados, el arte de tapa está ilustrado por Federico Calandria. Otra vez remiten a ese mundo dominado por la fauna y flora. La representación gráfica de la melancolía: un anciano -al que llamaremos Edmundo- que canta y rememora, no mejor, revive una y otra vez sus recuerdos, miedos, sueños, las partículas elementales. El álbum describe una serie de acontecimientos que no dejan de dispersarse, destruirse, mezclarse, separarse, entrelazarse. Es la historia inmaterial de Edmundo capturada en canciones del futuro (¿o del pasado?) que borran los límites cronológicos.

III

“Sé que siempre estuve en otra /nunca supe cuál es la que va” canta Mariano Di Césare en “Gato negro pasa” y refuerza la búsqueda personal del grupo. Hacen la suya, atentan contra lo establecido, experimentan, tratan de encontrar el santo grial: la canción perfecta. Su última producción los encuentra consolidados, le sacaron fruto al vivo caliente. Se percibe una madurez sonora. El bajo es el alma y la potencia de los temas, se puede distinguir su marca en el ritmo y en la melodía de cada momento de este trabajo. Además, se divisan futuros hits o temas que van a ser cantados por todos (con saltos incluidos) en sus shows: “Edmundo Año Cero” o “Máquina del tiempo”. “Leningrado” con sus acordes colgados es el hermano sonoro de “Me cuidé tanto” incluido en La Nostagia.

IV

“Donde ellos nadan me ahogo”. “Viajé al pasado a solucionar/ lo que había arruinado/ y lo volví a estropear.” “Encuentro mis cosas/ cargadas de tiempo/ Capturan recuerdos / hay rastros de miedo.” “El frío de una canción/ de algo que no sucedió.” “Es la sed de un principiante que no conoce ningún bar.” “La única fuerza que me guía es la oscuridad / La única fuerza que me abraza es la oscuridad”. Estas frases y otras se recitan en once canciones. Hay neurosis, hay fragilidad, hay algo que nos lleva a nadar en lo profundo y luego dar una bocanada de aire para volver a empezar. La Danza de los Principiantes se editó en agosto de 2015 y se presenta mañana en Niceto. En “Gato negro pasa” habla de un “invierno que nunca se fue”. Parece que las fuerzas de la naturaleza, que además de manejar el universo de la trilogía conducen los designios de los terrícolas en general, hacen todo lo posible para que el frío y el paisaje gris no desaparezcan. Puede ser una interpretación literal, puede ser casualidad.

V

¿Qué haríamos si pudiéramos volver al pasado? Si fuimos felices trataríamos de repetir las experiencias, intentaríamos capturar cada imagen en nuestra retina y atesorarla en esos espacios sin forma pero infinitos de la memoria emotiva. Si cometimos errores, buscaríamos remediarlos. Eso cambiaría el futuro. Como en diversas obras cinematográficas (pensamos en Volver al futuro, Terminator o 12 Monos) un “mínimo detalle que cambió” derrumba al futuro tal como lo conocemos. En este disco se preguntan por sí mismos, dudan de sus actos, intentan cambiarlos, se sienten vacios, se abrigan con la oscuridad, ¿Y qué mejor forma de redimirse que intentar viajar por el tiempo? ¿Pero si en realidad Edmundo, Mi Amigo Invencible y nosotros nunca existimos y todo es un déjà vu de un borracho perdido en bar? El déjà vu es una anomalía de la memoria para algunos, un efecto mágico de espacio y tiempo para otros.//∆z