Entrevistamos a Matías Gallardo, autor del libro que desmenuza la historia y características de este subgénero extremo del heavy metal. Bandas emblemáticas, criterios tenidos en cuenta a la hora de investigar, análisis de la película Lords of Chaos, la influencia de este sonido en la Argentina y mucho más.
Por Gerónimo Kener
En 2022 se cumplieron 40 años del disco Black Metal (1982) de Venom. La banda británica, con su sonido crudo y primitivo, fue una de las influencias principales de lo que luego se conocería como Black Metal. Satanismo, oscuridad, ocultismo, corpse paint, fuego y, sobre todo, música extrema. En los años 90, la escena noruega que se venía gestando desde hace tiempo se vio implicada en incendios de iglesias y asesinatos. Más allá de los casos de violencia, musicalmente es un género tan versátil e interesante que mutó reiteradas veces. Matías Gallardo se encargó de centrarse en las creaciones e influencias del género en su primer libro: Nacidos para Arder: la historia del Black Metal (2022).
En diálogo con ArteZeta, el autor explicó en detalle el proceso de su escritura y la cronología de este estilo tan particular. Un adelanto: “En general suele haber una idea del black metal como música ruidosa que tocaba gente preocupada por prender fuego iglesias. Eso me parece que solo es una parte de la historia, muy macabra y fascinante. Me interesaba contar cómo estos músicos grabaron sus discos, sus influencias y componían”.
AZ: ¿Cómo llegaste al black metal?
Matías Gallardo: Empecé a escuchar como mucha otra gente por la curiosidad que tenía de encontrar bandas más extremas de las que ya escuchaba. Mis inicios son con bandas de thrash y heavy clásico. Iron Maiden, Metallica, Megadeth, Slayer, con las que toda la gente llega a este tipo de música. Conocía las historias que sucedían en Noruega, porque de adolescente es una de las primeras cosas que te pueden llamar la atención del género. Después escuche bandas como Mayhem o Darkthrone. Me acuerdo que también me gustaban Cradle of Filth y Dimmu Borgir porque eran musicales en el sentido más amplio de popularidad. Fue un comienzo bastante clásico. También Celtic Frost, Venom y Mercyful Fate que en general si bien forman parte del género no están asociadas al sonido más crudo, violento y extremo del Black Metal.
AZ: En muchas de las entrevistas los músicos dicen querer ser la banda más extrema y que tenían como parámetro a Venom y las bandas de los 80.
MG: Me parecía importante empezar desde los 80. No solo porque el género realmente comienza ahí sino porque después de esa primera ola de grupos como Venom, Hellhammer, Mercyful Fate y Bathory, a fines de esa década se retoma ese sonido en bandas que estuvieron un poco antes de la explosion de la escena noruega como Master Hammer, Tormentor, Samael o Rotting Christ. Tomaban la crudeza, no eran ni bandas thrash ni de heavy clásico. Estaban más anclados en lo siniestro y oscuro. Ellos mismos dicen que miraban a los grupos de los 80 para tener un norte. Por ejemplo, Darkthrone empezó como una banda de death metal que parecía de Suecia y terminaron descartando eso que era muy técnico y progresivo para volver a Bathory, Celtic Frost e incluso cosas de Motorhead que eran más primitivas en todo sentido.
AZ: ¿Por qué crees que es un género que nace en Europa y no en Estados Unidos?
MG: Tiene que ver con la influencia muy fuerte de la New Wave of British Heavy Metal, de la cual Venom forma parte, Motorhead también. Los grupos clásicos de Heavy Metal son de Inglaterra. La herencia viene por ahí. Después eso cruza a todos lados, como por ejemplo en Brasil a fines de los 80 con Sarcofago, Vulcano e incluso Sepultura. El comienzo pareciera estar en Europa, al menos esa primera ola de músicos. Obviamente también había grupos de black en Estados Unidos y Canadá que no escuchaban solo lo que venía de Europa sino cosas autóctonas como el Thrash que empezó en la costa este, el hardcore y death metal. El black metal noruego es evidente que es una de las escenas donde existe una influencia de donde viven los músicos. Es un país frío donde la nieve predomina y hay mucha oscuridad. Eso parece estar en la música mucho más que en una banda de heavy clásico. No creo que Iron Maiden suene a Londres.
AZ: ¿Podríamos definir al black metal como un hijo del punk pero llevado al límite?
MG: Sí. Es una relación que se fue perdiendo, pero es claro que en todas sus vertientes tiene que ver con el punk. No solo en cuanto a sonido o la intensidad, actitud y crudeza sino también en hacer las cosas por sus propios medios, los fanzines, una autogestión que no dependía de un circuito mainstream. De hecho, hace unos años Mayhem sacó un EP de covers punk, porque ellos escuchaban bandas como Dead Kennedys o Discharge. Si uno escucha las primeras grabaciones de Mayhem o incluso Venom es notoria la influencia. Debajo de esa capa de oscuridad hay una actitud ligada al punk que es más clara que en otros estilos de heavy metal donde se produce una ruptura, como en el thrash. De todas formas, en el black también pasó. Hay bandas que terminaron haciendo cosas sinfónicas, arregladas, pero hasta el día de hoy la mayor parte de grupos conservan la actitud, autogestión y hacen lo que quieren bajo sus términos.
AZ: Las bandas que adoptaron elementos sinfónicos son las que están ligadas al éxito comercial del género como Cradle of Filth y Dimmu Borgir.
MG: Encontraron otros elementos para enriquecer sus propuestas y eso llamó la atención del público. Tiene sentido porque si bien sigue siendo música extrema empiezan a incorporar cosas más accesibles. Suenan más melódicas, armónicas, complejas y también porque incorporan características del cine, el metal gótico. No le escaparon a la buena producción y la atención a diferencia de otras bandas que se mostraban reacias a salir en una tapa de una revista o en MTV.
AZ: El libro siempre tiene la intención de narrar la historia de las bandas desde la música, que es lo más importante, como algunos entrevistados confirman. Aunque por momentos es imposible no contar los hechos delictivos ¿Cómo pensaste el libro a la hora de su estructura? ¿Consideras que encontraste un balance?
MG: La idea siempre fue que el libro sea sobre música. En general suele haber una idea del black metal como música ruidosa que tocaba gente preocupada por prender fuego iglesias. Eso me parece que solo es una parte de la historia, muy macabra y fascinante. Me interesaba contar cómo estos músicos grabaron sus discos, sus influencias y componían. ¿Qué buscaban con esas grabaciones que parecían no tener producción? ¿Por qué hacían tapas que parecen fotocopiadas? Por otro lado, estas características terminaron definiendo una estética. El balance entre la música y el costado policial creo que está. La parte más polémica de la historia sucede en un momento y lugar muy puntual que es en Noruega, a principios de los 90. Después el libro trata sobre música y donde también hay excesos y locuras pero no a ese punto. El foco siempre estuvo en cómo formaron sus carreras y crearon esta escena mundial que tiene tantas caras.
AZ: Es inevitable no hablar de Mayhem. Es la banda que tanto musicalmente como con las situaciones de violencia acapararon toda la atención de medios y público. ¿El asesinato de Euronymous es el antes y el despues del genero?
MG: Si. Yo sabía que lo tenía que contar y estaba medio implícito, sobre todo cuando hablaba con los músicos de Mayhem que ese tema se iba a tener que tratar. Se charló y creo que pregunte todas las cosas que tenía que preguntar al respecto. Es algo que se contó tantas veces que imagino que están acostumbrados a ese tipo de preguntas. Mi idea era que entendieran que no solo me interesaba eso sino la carrera de la banda en sí, que me ayudaba a articular muchas cosas del libro y la música sobre todo.
AZ: ¿Cuál crees que hubiera sido el camino de Mayhem y del Black Metal si siguiera vivo? ¿El camino musical que hizo la banda después sería el mismo?
MG: Creo que sí. Ellos mismos lo explican cuando dicen que Euronymous era una persona que siempre buscaba la manera que su banda fuese única y alentaba a quienes eran parte de su círculo a que hicieran lo mismo. Tenias que hacer algo que te definiera. Me da la sensación de que hubiese estado de acuerdo con la dirección de Mayhem después de su muerte. Su manera de entender el género iba por un lado vanguardista, de ver hasta qué punto llega un sonido y después mutar. Siempre manteniendo ese núcleo de oscuridad pero cambiando de pieles. Mayhem terminó haciendo eso y justamente la persona que lo reemplazó entendió eso a la perfección. Hacer black metal no significa hacer un disco que suene a un ensayo mal grabado. El género terminó separándose en bandas que seguían un camino ortodoxo y otros que lo utilizaban como un trampolín para ir a otros lugares. Euronymous era de este grupo, de pensar hacia adelante.
AZ: Con tantas entrevistas hechas ¿Podes identificar aquellas bandas que llevan un interés genuino por lo satánico, lo oculto y aquellas que lo utilizan como una imagen?
MG: En general hay ejemplos evidentes donde el satanismo era provocar. Venom no se creía lo que cantaba, era una forma de llamar la atención. De esa camada, King Diamond era el que se tomaba las cosas en serio, pero desde la filosofía de Anton Lavey, de ser libre y no de adorar a una entidad oscura. La sensación es que son menos los que lo toman como algo ideológico y personal. Bandas como Dissection, Watain y Deathspell Omega más allá de la música oscura, brutal y rápida buscan algo más en lo que cantan. En otras bandas simplemente es una imagen para provocar o que disfrutan hacer, de la misma manera que tocar música rápida o pintarse la cara, son parte del género.
AZ: Una vez iniciado el siglo XXI se gestó una escena propia en Estados Unidos, alejada de la imagen tan clásica del black metal europeo pero sí interesada en la innovación y originalidad de cada banda ¿Es eso lo que le dio notoriedad y aceptación en su propio país?
MG: Está claro a principios de los 2000. En Estados Unidos había una escena desde los 90 pero 10 años después empezó a tomar notoriedad tanto en el país como en otros lados. No eran bandas que sonaban a grupos de Escandinavia. No copiaban y lo hacían fuera de contexto en sus ciudades sino que prestaban atención a su realidad y lo incorporaron a su música. El ejemplo que se me ocurre es el de Nachtmystium, que es una banda que suena muy urbana. En su música uno encuentra paisajes desolados sobre una ciudad industrializada y violenta como es Chicago. No es una banda que cante sobre montañas y nieve porque no es su realidad y es su forma de hacer black metal. Quizás una banda como Wolves in the Throne Room, si se asemeje más a ese sonido y lírica por estar bien arriba en Washington, donde el paisaje está más emparentado con la naturaleza. Tanto en Estados Unidos como en Europa reconocieron la originalidad de los grupos, que de una manera distinta siguieron la tradición del género.
AZ: ¿Por qué crees que Watain se convirtió en la banda definitiva de black en este siglo?
MG: Es una banda contemporánea que empezó su carrera reivindicando cosas del estilo que no estaban en su pico de popularidad. Me refiero a la ideología satánica y al fuego que estaban demode cuando el black fue para un costado más extravagante o operístico. Intentaron recuperar el legado de bandas de los 80 y 90 como Mayhem y Dissection. El foco siempre lo tienen puesto en la seriedad de lo que hacen, en el peligro y la mística. Con ellos vuelven los shows que no se sabe lo que puede pasar. Se convirtieron en una banda super exitosa sin ser Cradle of Filth.
AZ: En Argentina, ¿Hay una escena black metal?
MG: Hay una escena. Lógicamente menos numerosa que en otras partes del mundo. Una escena en el sentido que hay bandas interesantes en el país y no en un sentido de gente interrelacionada y generando agenda. Son proyectos que dan vueltas, algunos novedosos y otros más tradicionales. No parece ser un género muy popular en el país. Ni siquiera los shows de las bandas más conocidas de afuera son multitudinarios. Ninguno de los recitales se agotan como en otros subgéneros. Cuando vino Triptykon no llenó. Hace unos meses tocó Watain y lo hizo en un lugar para poca gente. Me acuerdo que la primera vez que tocó Mayhem en Argentina tocó en un teatro semi vacío. A mi me parecería ideal que hubiera más público pero aún así hay un montón de grupos que son interesantes e incluso llaman la atención afuera. Hay nivel de proyección internacional.
AZ: ¿Tuviste bandas que se negaron o no quisieron aportar al libro ? ¿Crees que faltó algo?
MG: En general los grupos que no están es porque no tenía suficiente material o no había manera de articularlos en la cronología que estaba contando. Una banda relevante como Behemoth es de Polonia, donde hay una escena fuerte del género. Es uno de los grupos más importantes del metal extremo en la actualidad. No encontré una manera que este sin que haga ruido en el libro. Pasa con bandas como Immortal, que si bien está, es hasta cierto punto y en sus orígenes. Funcionan como independientes de sus escenas. Me hubiese gustado hablar con bandas polacas y Behemoth para ilustrar ese movimiento. Lo que pasa es que el libro tiene más de 300 páginas y había que hacer un corte. Pienso en la escena de Brasil, Suecia o Finlandia que tienen historias interesantes. Necesitaba articular lo más importante del género y a su vez lograr que el relato sea coherente para que lo pueda leer alguien ajeno al black metal. Me encantaría hablar sobre bandas como Sarcófago o grupos under pero en un punto se iba a convertir en un tomo interminable.
AZ: Todo libro tiene que tener un corte también.
MG: A mi me interesaba hacer ese tipo de libro. Quizás otra persona quiere escribir una enciclopedia del black y entonces busca a toda banda existente. Yo también consumo esos libros pero mi interés era este. Quería hacer una historia que pudiese leer alguien que no le interese el género y sienta curiosidad o alguien que lo conozca, le guste y quiera entrar más en detalle.
AZ: ¿Cómo te llevas con los libros y documentales del género? ¿Buscaste centrarte en lo musical para separarte un poco de otros libros?
MG: En principio quería hacer un libro de biografía musical y evitar el sensacionalismo. Como decía antes, muchas veces existe esa idea de que en el black metal hay gente que está loca y no hay un sustento musical detrás. Sabía que no quería hacer un libro como Lords of Chaos (1997), porque ya está un poco desactualizado y tiene una estructura extraña con informes y un costado sociológico que no me interesaba. Tiene la virtud de haber salido en el momento justo pero un montón de cosas se desmintieron con los años. Quería hacer algo musical y periodístico. Hay un libro que se llama Black Metal: Evolution of the Cult (2013) de Dayal Patterson que es un poco lo que yo quería hacer. No quería acudir al sensacionalismo de libros o el típico documental/especial de televisión que cuenta lo que pasó en Noruega.
AZ: ¿Qué te parece la película Lords of Chaos(2018)? Desde ese momento salieron algunas películas/series con personajes que parecen estereotipar al Black Metal.
MG: Hay una especie de idea del blackmetalero en la cultura pop que es extraña de ver. La película la vi más de una vez, me aburrió pero no me molesta que exista. Hay muchas cosas logradas en cuanto al contexto pero no está basada en hechos reales 100% sino en un libro que no está anclado totalmente en la realidad. No creo que haya sido un éxito de taquilla pero quizás sirvió para que la gente se interesara. Son historias atractivas. Si se hizo una película hollywoodense es porque hay algo más de lo musical que amerita el interés.
AZ: ¿Estás contento con la recepción del libro hasta el momento?
MG: Si, un montón. Es extraña la sensación de ver el objeto terminado porque llevó mucho tiempo. Quedo mejor de lo que me imaginaba. Me alegra que la gente me escriba diciendo que le está gustando. No hay muchos libros sobre metal extremo editados desde Latinoamérica y para un público latino. En general, los contenidos que vienen son traducciones de libros en inglés o el mismo original. Estoy contento de que se pueda acceder de manera mucho más fácil que otros que están dando vueltas. //∆z