Pogo, mosh y slam: luego de otro año lleno de shows está es nuestra selección de  los mejores.

The Cure – Estadio River Plate, 12 de abril:

Luego de los traumáticos shows en Ferro de 1987, The Cure se tomó un cuarto de siglo para visitar por segunda vez Argentina y, ya sin ninguna novedad discográfica que ofrecer (4:13 Dream es de 2008), el ansiado show en River se convirtió en un fantástico repaso por el amplio catálogo de la banda: una catarata de hits, una suerte de grandes éxitos en vivo y el show que todo fan quisiera ver, a pesar de las cuatro horas de duración y del frío insoportable que hizo esa noche en el Monumental. Arriba del escenario, lo que quedó claro es que The Cure detenta un sonido propio y uno de los más personales en la historia: ese rock oscuro y denso, con destellos de luminosidad pop en contextos depresivos, que, a pesar de los cambios experimentados a lo largo de los años (la apertura new wave en “The Walk”, “The Lovecats” o “Let’s Go to the Bed”, es un ejemplo) sigue traspasando generaciones. Al frente de esta nave insignia del dark rock están Robert Smith y Simon Gallup: el primero, con su voz dramática en perfecto estado y sus guitarras Schecter (que hoy remplazan a los bajos de seis cuerdas Fender con los que creó el sonido clásico de la banda) estuvo a la altura de himnos como “Pictures of You”, “Lullaby” o “In Between Days”; el segundo, con su look punk y callejero, tocó sus clásicas líneas de bajo y regaló el mejor momento de la noche: su riff con eco en “A Forest”, difícil de olvidar. La maratón terminó con “Killing an Arab” y el extenso show de River sirvió para unir a dos generaciones: la que fue a Ferro, y la que se crió escuchando los discos con la esperanaza de ver algún día a la banda. Para ambas, la espera valió la pena. M.R.

Television – Teatro Vorterix, 23 de abril:

En un año plagado de visitas internacionales y shows a grande escala, Television llegó a Buenos Aires con absoluto perfil bajo y cero campaña publicitaria: apenas un poco más de mil personas tuvieron el privilegio de ver en vivo a una leyenda del rock neoyorquino de los ’70. El show tuvo clima como de revelación mística –músicos de la talla de Skay, Richard Coleman o Ariel Minimal observando en vivo los trucos de guitarra que el maestro, Tom Verlaine, finalmente enseña- y el aura eterna de Marquee Moon, como disco influyente y fundamental, se respiró en cada canción: los irresistibles y complejos arreglos de las guitarras entrelazadas de Tom Verlaine y Jimmy Rip –quien hoy remplaza al gran Richard Lloyd- en “Venus”, “Marquee Moon” y “Prove It” fueron el premio por tantos años de espera y escucha individual de esa obra maestra editada en 1977. También, hubo espacio para la floydiana “The Fire” y la stoniana “Glory”, ambas de Adventure (1978), y para “1880 Or So”, del homónimo Television (1992), y “Little Johnny Jewel”, el single de 1975 que hace inclasificable al sonido de Television: cuando en New York, a mediados de los ’70, todo se ponía rápido y minimalista, ellos se sumergían en las aguas de vanguardia de Velvet Underground. Verlaine cantó con su voz gastada, pero en realidad habló con su instrumento: con su Fender Stratocaster tocó su gran repertorio de solos inspirados para convertir la noche en una clase magistral de guitarra. M.R.

Daniel Johnston – Niceto Club, 24 de abril:

Una falsa tensión en el ambiente desencadenó en un show íntimo y potente. Daniel Johnston salió a escena absorbido por la misma urgencia que caracteriza sus canciones. El sonido infiel del cassette no traicionó la mística del vivo. Las versiones de “Casper, the Friendly Ghost”,”Must”, “Speeding Motorcycle” y “Walking the Cow” sonaron doblemente originales, no hubo ni un solo intento de domesticación, y en esa hermosa tarea, la backing band argentina, comandada por Shaman y Maxi Prietto, tuvo un rol destacado. La elegida por Johnston para el desenlace fue la oscura y optimista “True Love Will Find You in the End”, oda  a sus obsesiones recurrentes. El despojo de sus canciones enfrenta a quien las escuche al vértigo de la desconexión. El lenguaje corporal de Daniel iba a estar resumido en una postal: él aferrado a su micrófono, sacudiéndolo como si entre sus manos tuviera una bestia dormida, el tesoro de una imaginación frondosa, que nadie quiere.  N.S.C.

Lee Ranaldo – Teatro Vorterix, 16 de julio:

El show ya venía muy bien. Habían pasado cuatro canciones y el clima en el Teatro Vorterix era el ideal: el público -una mezcla de fanáticos, músicos y periodistas hermanados por el culto al rock sónico y alternativo- estaba embelesado por el sonido de cuatro tipos sonando de puta madre arriba del escenario. Los sutiles diálogos de las dos guitarras, las melodías cálidas e inspiradas y, cada tanto, algún solo endiablado dominaban el pulso de la noche. Hasta ahí, todo era coherente con este presente musical de Lee Ranaldo, más abocado a la escritura de canciones que a la construcción de texturas y capas de noise con su guitarra. Pero el tipo no puede con su genio y en “Hammer Blows” salió a dejar en claro por qué es uno de los violeros más importantes de la historia: sacudió frenéticamente su Fender Jazzmaster como un sonajero eléctrico gigante, acopló con cada amplificador que se cruzó por su camino y remató esa entrañable canción de folk con un solo con arco de violín y distorsión asesina, convirtiendo todo en un mar de ruido, disonancia y rock sublime. Para los más veteranos que hayan tenido la suerte de verlo en su debut porteño en plan solista en Cemento (1998), aquella imagen del guitarrista de Sonic Youth haciendo un solo con el plug de su guitarra debe haber vuelto a la memoria. Pero para ellos y para todos quedó en claro que Ranaldo -quien actualmente se autodefine como un “cantautor experimental”- puede cambiar, pero su magia con las seis cuerdas sigue intacta. M.R.

Indio Solari – Hipódromo Ángel Pena de San Martín (Mendoza), 14 de septiembre:

“Fue el show más significativo, por la cantidad de gente, pero también el más desprolijo que hice en mi vida”, dijo el propio Indio meses después del histórico recital en Mendoza que convocó a más de 130 mil personas –récord absoluto de entradas pagas para un concierto de rock en Argentina- en un hipódromo con las condiciones más desfavorables posibles: temperaturas casi bajo cero, vientos huracanados y ráfagas de agua nieve y que le congelaron, literalmente, los dedos a los músicos y la lengua al Indio cada vez que abrió la boca para cantar, además de conspirar en contra de un buen sonido. Pero detrás de todo eso hubo muy buena música: el setlist incluyó la mayor cantidad de canciones de Los Redondos que alguna vez Solari haya tocado en solitario -desde la intro pesada y oscura de “Luzbelito y Las Sirenas” hasta “Todo Preso Político”, “El Pibe de los Astilleros”, “Juguetes Perdidos” o “Un Angel para tu Soledad”-, además de varios temas solistas ya elevados al nivel de himno: “Flight 956”, “El Tesoro de los Inocentes”, “Pabellón Séptimo (relato de Horacio)” y “To Beef or Not to Beef”, hoy son casi tan festejadas como los clásicos ricoteros. Hubo un generoso repaso de Ultimo Bondi a Finisterre (1998) y Momo Sampler (2000)–“Gualicho”, “Las Increíbles Andanzas del Capitán Buscapina”, “Templo de Momo” y “La Murga de la Virgencita”-, dos discos redondos que se llevan muy bien con el rock denso, maquinal y texturado de Los Fundamentalistas, y el cierre, claro, fue con “Jijiji” y su pogo demencial bajo el agua nieve. M.R.

Black Sabbath – Estadio Único de La Plata, 6 de octubre:

Black Sabbath ya había venido un par de veces (en 1992 con Ronnie James Dio y en 1994 con Tony Martin), pero esta gira reunión con Ozzy Osbourne al frente de la banda –quien se juntó con Tony Iommi y Geezer Butler luego de 35 años para grabar el extraordinario 13– seguramente sea recordada como la visita definitiva de la banda de heavy metal más importante de la historia. Hubo varios momentos memorables -el arranque con “War Pigs” y su intro de psicodelia pesada, las imágenes de Scarface durante “Snowblind”, el riff de bajo más pedal de Butler en “N.I.B”, los quiebres y la soltura progresiva de “Fairies Wear Boots”, el riff robótico y demoledor de Iommi en “Iron Man”, el cierre con “Paranoid”-, pero un instante se llevó la noche por lejos: el estadio totalmente a oscuras y 60 mil personas contemplando en silencio el ominoso punteo en quinta disminuida de Iommi en el tema que le da nombre a la banda, “Black Sabbath”, con un sonido impecable y devastador (La Plata es hoy la mejor opción para shows de estadios) junto a los alaridos de Ozzy con su voz en una de sus mejores noches. Inolvidable. M.R.

Tame Impala – Niceto Club, 21 y 22 de octubre:

En cuanto las entradas para el Vorterix estuvieron disponibles volaron en cuestión de horas. Al confirmarse que se trataría de una sola fecha –que al final fueron dos, la segunda organizada a último momento y con un lleno idéntico- un torrente de fanáticos dio una muestra de lo que Kevin Parker y compañía generaron con sólo dos discos en su haber como Tame Impala. Repasando su escueta discografía a lomos de un vivo alucinatorio, los australianos dejaron de la nuca a la masa colocada el lunes 21 y martes 22 de octubre. Parker asumió el control pelando un talento inesperado con su Rickenbaker estilo Lennon. Es grácil y débil, flaco y estudiadamente pelilargo, con el tic bailantero de sacarse el pelo de la cara. Su pedalera multifacética es el liderazgo melódico para una banda que ama los sintes y los cuelgues instrumentales. Es en esos detalles donde puede identificarse cuando una performance está cerca de la perfección: son cinco músicos en llamas que no tienen que mirarse ni exagerarse para romperla. Las escalas de su voz beatle son sesentosas por excelencia, pero no olvidemos la influencia ¿dance? ¿electrónica? Es un equilibrio entre aquel entonces y este hoy de refritos o bandas involuntariamente tributo. Ojo, hubo mucho rock, amontonado en el momento cumbre de la noche para que las muchachas y muchachos salten y revoleen con justicia: “Desire Be Desire Go”, “Half Full Glass Of Wine”, “Elephant”. En resumen, un viaje a pleno espíritu bailable e introspección liberadora. S.R.M.

FestiLaptra –  Ciudad Cultural Konex, 26 de octubre:

Allá  por Octubre del 2013, en Ciudad Cultural Konex, se llevó a cabo la tercera edición del FestiLaptra, el evento que reunió en una sola jornada, ocho horas y dos escenarios, a quince grupos del pujante sello independiente Discos Laptra. El festejo comenzó con la energía punk-noise-pop de Los Zapping, gran grupo peruano invitado especial del festival. Luego Antolín, que encendió  la tarde con el espíritu melancólico de sus canciones de amor, seguido de Koyi Kabutto,  cantautor gigante  con corazón pleno de sensibilidad y experimentación.  Siguió la oscuridad rabiosa de Mi Pequeña Muerte, la épica de batallas de Mapa de Bits, el noise folk de Reno y Los Castores Cósmicos, la cadencia febril de Los Japón, el pop alternativo de Las Ligas Menores, el rocanrol luminoso de  Javi Punga,  el pogo multitudinario y consagratorio de Bestia Bebé, la sonoridad fulminante de Atrás Hay Truenos, la confirmación de El Mato a un Policía Motorizado como uno de los máximos responsables de un nuevo y posible rock nacional, las gargantas en llamas en The Hojas Secas,  la exploración sonora de Go-Neko!, y la fiesta catártica de 107  Faunos, con un cierre  inolvidable del festival con público y músicos de todas las bandas abrazados cantando  a capela y a los gritos canciones de la celebración Fauna. Quince bandas tan diferentes como hermanas dejando constancia de tener en Discos Laptra uno de los protagonistas más importantes en el desarrollo y crecimiento de la nueva escena independiente en la música argentina.  Y que nos deja pidiendo que ese tigre gigante nunca deje de atacar. C.K.

Turdera Fest Deluxe – Nuevo Matienzo, 26 de octubre:

 

Los astros se alinearon en el festival que lleva el nombre de la localidad donde nacieron Los Brujos, hijos pródigos del nuevo rock argentino de los noventa. La música es un radar y el Turdera Fest, edición deluxe, fue el espacio de la mezcla. Por el escenario del Matienzo pasaron quince bandas entre las que se destacaron: Bort (Salta); Benigno Lunar (Córdoba); Thes Siniestros (La Plata); Tobogán Andaluz (C.A.B.A); Mi amigo invencible (Mendoza); Valentín y los Volcanes (La Plata); Viva Elástico (Longchamps) y Los Reyes del Falsete (Adrogué). La impronta fue federal. El Turdera Fest es un antecedente para desatar una oleada de encuentros de bandas de la nueva escena independiente de diferentes puntos del mapa argento. El sonido amplificado golpeó el pecho de los presentes, un jardín de niños sensibles listos para reanudar esta experiencia itinerante: basta con sacar la brújula y elegir destino. Unir tracks como trazando mapas en el camino, pura “dicha en movimiento”. N.S.C.

Blur – Ciudad del Rock, 2 de noviembre:

Lugano fue Hyde Park por una noche. Así, sin escalas. A nadie le importa la misión imposible que fue irse de Ciudad del Rock. Nos quedamos con la postal de Damon Albarn abajo del escenario cantando eufórico entre medio de todo el público. Para apreciar todo el potencial de Blur lo ideal sería verlos en un estadio cerrado, sin embargo son grandes exponentes de los shows multitudinarios a cielo abierto. Una de las razones que sostiene tamaña afirmación es el gran manejo de escenario de Albarn. Su carisma, talento e histrionismo hacen la diferencia. Y si a eso le sumamos a Graham Coxon, el mejor guitarrista de su generación, heredero de Marr y guitar hero del indie lo-fi, el combo es insuperable. La lista fue una sucesión de greatest hits y nuevas gemas. Hasta hicieron una versión corta pero contundente de “Satellite of Love”, un hermoso homenaje a Lou Reed. Si antes del show apostábamos que los hightlights del setlist iban a ser “Coffee and TV”, el encanto hecho canción,  y “Tender”, una plegaria infinita y renovadora de energía cantada por miles de voces, hubiéramos ganado sin dudarlo. Pero “Parklife” hizo saltar la banca con la verborragia de Phil Daniels, invitado estrella. El grand finale fue con “Song 2” que dejo a todos muy manija. J.V.

OFF! – La Trastienda Club, 15 de noviembre:

En una celebración de la vieja escuela del punk rock: OFF! demostró su contundencia y potencia en apenas hora y monedas con precisión de cirujano. Con su habitual cara de pocos amigos, Keith Morris salió al escenario pasadas las 21:45. El rastoso cantante e ícono del hardcore-punk americano, un excelente anfitrión que no solo se dedicó a gritar y expresar su enojo en las canciones, sino también a hablar sobre el origen de las mismas entre medio de las canciones. En algunas ocasiones se refirió a la historia y las credenciales que ostentan los otros tres músicos (Dimitri Coats, Steven McDonald, Mario Rubacalba) que lo acompañan en la ardua tarea y hasta hubo tiempo para pegarle a Barack Obama. El sonido estuvo impecable, verdaderamente se sentía la potencia de la banda. La gente vibró, deliró y sobre todo dejó como saldo un océano de chicas y chicos surfeando sobre sus cuerpos, felices. Algunos pudieron subir al escenario y expresar su amor al bueno de Morris, para luego tirarse y perderse en la multitud. Lo más importante es que casi tocaron en su totalidad The First Four Eps y Off! Las canciones “Darkness” y “Jeffrey Lee Pierce” fueron las más festejadas. A final de cuentas, tal fue el entusiasmo desplegado por la gente que Coats al final se tiró del escenario y se sumergió entre los chicos hasta casi llegar hasta la barra. Definitivamente una noche apoteótica en la que casi mil personas rugieron satisfechas. D.J.

 

Sue Mon Mont – Nuevo Matienzo, 23 de noviembre:

La apuesta era fuerte e imposible de perder: Esa noche en el Nuevo Matienzo se presentaba a sala llena el show debut del nuevo grupo favorito de todos. Finalmente la nueva escena independiente tenía su dream team, su seleccionado nacional de músicos consagrados, unidos todos en un proyecto en común.  Miembros de El Mató a un policía Motorizado, Bosques y de Los Reyes del Falsete eran la delantera ofensiva y aguerrida, y la capitana del equipo, la voz líder, no era otra que Rosario Blefari. Tras una intensa apertura a cargo de los siempre fascinantes Atrás Hay Truenos (El que no vio AHT en vivo hasta ahora, se está perdiendo de  algo, o de todo), Sue Mon Mont arribó al escenario para inmediatamente lograr que el encanto comience desde el principio: El público coreaba canciones escuchadas esa misma noche por primera vez, cada melodía era bailada y celebrada de principio a fin, y si la expectativa por ver “jugar” a esa selección era fuerte, claramente la superaron. Los músicos participantes, todos destacados instrumentistas en sus grupos de origen, dejaron de lado su ego, su lucimiento personal, y trabajaron unidos por el espíritu de la canción. Luego de ese, algún tiempo después SMM brindo otro show, y ya anunciaron disco para este año, pero ese gusto primal, salvaje, de debut candente, no lo saca nadie. Yo estuve ahí, y lo aseguro: ganaron por goleada. C.K.

Pez – Ciudad Cultural Konex y Niceto Club, 7 y 8 de diciembre:

 

Veinte años es mucho para Pez. Etapas, formaciones, sonidos, influencias, estados de ánimo. Todo o casi todo eso se pudo ver en dos fechas pegadas –el  7 y 8 de diciembre, Konex y Niceto respectivamente atiborrados de gente- para celebrar una vida que tiene montones de discos de estudio, un par en vivo, DVDs, bootlegs caseros y una particularísima actividad en las redes sociales mano a mano con los que ya forman parte de la multitud que sigue a Ariel Minimal, Fósforo García y Franco Salvador. Los invitados fueron todos y cada uno de los que en algún momento formaron parte de la banda: desde los hermanos Barbieri para el power trío cabeza del disco debut (ese con la tapa de los prepucios como flores) hasta el aclamado Pepo Limeres en teclados que fue elenco estable hasta no hace mucho, pasando por Iris la bajista de Quemado y el gran Ernesto Romeo, científico loco y pelilargo del P5Z de Folklore. Todos tuvieron su momento, su reconocimiento del público, su estado de gracia en el escenario. Poli Barbieri quedó afónico de la euforia, Romeo y Pepo armaron una pared de psicodelicia que se llevó puesto todo y a todos en “Por siempre”, entre varios highlights de la doble fecha. Para el final quedaron ellos tres, en formación actual, yéndose con “Los verdaderos sonidos de la libertad”, que en cierto modo resume todo en un solo verso de la letra. “De todo lo que hice, de nada me arrepiento / De todos mis errores, defiendo los momentos / En que la libertad me acompañó, y acá estoy yo”. S.R.M.