Hoy vuelve a tocar Valentín y Los Volcanes en el festejo de los diez años del sello Triple RRR. Hablamos con Jo Goyeneche, líder de la banda, sobre su imaginario, sus discos, sus influencias literarias, Daniel Johnston, el arte independiente y el trap. 

Por Joel Vargas

Rewind. Salón Pueyrredón, abril de 2013: Play. Jo Goyeneche sonríe con los ojos cerrados, su cuerpo parece crecer con cada acorde. Las paredes transpiran. Nico Kosinski práctica shoegaze y hasta tiro al blanco con su guitarra. Suena “El gran hombre del planeta”, es casi el final del show de Valentín y Los Volcanes. Lo demás no importa. Desmenucemos esta postal del indie vernáculo, detengámosla. Hagamos zoom en la sonrisa de Goyeneche. Esa sonrisa que apareció justo en la vorágine de la canción. Los labios se articularon, cambiaron de estado. Ese gesto quiere decir que el trabajo está bien hecho.

Flashforward: diciembre de 2019. Play: Pasaron cuatro años de la salida del tercer disco de Valentín y Los Volcanes, Una comedia romántica. Un puñado de canciones rioplatenses que te hieren de distancia. Esta noche vuelven a tocar después de un año en El Emergente Bar, en los festejos de los diez años de Triple RRR, uno de los sellos más importantes de la escena independiente. Los Volcanes no paran de volver: Jo Goyeneche (guitarra y voz), Facundo Baigorri (batería y voz), Nicolás Kosinski (guitarra), Francisco de la Canal (bajo) y Pablo Perazzo (teclados), van a compartir escenario con Viva Elástico y Ministerio de la Nueva Alianza. Es una celebración, el reencuentro con viejos amigos y una fiesta del sonido. 

Rewind. Campo de deportes de Universidad de La Plata, junio de 2012. Jo Goyeneche se lava con cuidado las manos en un charco de agua. Una bruma cubre toda la ciudad, están en plena grabación del video de “Pequeña Napoleón”, juegan al básquet todos los integrantes de Los Volcanes, después al futbol. Se suben a una camioneta, suena Artaud, de Pescado Rabioso, están buscando la calle más pronunciada, con la bajada más extrema para tirarse con un changuito de supermercado. César Aira alguna vez escribió en algún cuento que ese objeto es una de las personificaciones del mal. Los Volcanes, entonces, están domando al mal. 

Flashforward. Diciembre de 2019. En algún punto de la Ciudad de Buenos Aires, Jo Goyeneche contesta las preguntas que ArteZeta le hace. Su voz viaja, dispara y reflexiona sobre la obra de la banda de su vida, el arte independiente y la literatura. Bienvenidos al mundo de Goyeneche.  Bienvenidos al mundo de Valentín y Los Volcanes.  

AZ: Volvieron pero no volvieron, nunca se terminaron de ir. Es más siempre está la sensación de que no paran de volver. ¿Por qué creés que pasa eso? 

JG: Creo que se generó una idea no del todo correcta de que nos habíamos separado, en realidad nunca lo pensamos así. Fue una pausa necesaria y saludable para la banda. El año pasado cuando anunciamos dos recitales después de un tiempo de no tocar, algunas notas que nos hicieron mencionaban el hecho del regreso, pero nosotros aclaramos varias veces que no nos parecía precisa la palabra en el sentido de que nunca nos habíamos ido. Uno para regresar tiene que irse. Lo que me preguntás define un poco la lógica que acordamos, que tiene que ver con hacer recitales solo cuando tenemos ganas de hacerlos y no tocar tanto como tocamos cuando estábamos con mucha actividad sino tocar menos y disfrutarlo más. Eso genera la sensación de que estamos regresando. Posiblemente siga la historia de la banda así para siempre, tocando dos o tres veces por año, quizás en algún momento más, quizás en algún año no toquemos. Creo que es un poco por eso.

AZ: Hace poco la tercera editora acaba de reeditar El idioma de los gatos, de Spencer Holst en Argentina. Sé que mucho del imaginario de la banda, más que nada del primer disco, Play al viejo walkman blanco (2009) salió un poco de ese libro. ¿Qué podés contar de este autor? 

JG: Spencer Holst es un gran amigo desde hace un tiempo largo, es un autor que me presentó mi hermano Martín con muchas recomendaciones. El idioma de los gatos, que es un libro de cuentos cortos, me fascinó, esto fue hace un poco más de diez años. Holst es uno de esos tipos que yo, por su configuración, admiraba mucho, es un tipo bastante marginal, automarginado de la industria editorial en Estados Unidos. Es una especie de Salinger, de loco con barba blanca muy crecida escondido en una cabaña con una escopeta lejos de la sociedad. Es una figura que siempre me llamó mucho la atención. Me interesó particularmente la figura del o la recluida del margen, las personas que se mudan al margen pudiendo elegirlo. 

AZ: ¿Por qué habría que leerlo?

JG: Es un libro maravilloso, lo volví a leer hace unos meses y siento que envejeció un poco de algún modo pero que esencialmente son historias que conservan una magia intacta. En esta última lectura que hice noté algo, tiene un cuento que se llama “El asesino de Santa Claus”, así se llama un tema de nuestro primer disco, y es radicalmente feminista. Es un libro escrito en los sesentas, recomiendo muchísimo que lo lean, sus cuentos son pequeñas piezas pop, brillantes que están magistralmente escritas, están muy bien traducidas  (la traducción es de Rodrigo Fresán). Son como estribillos, el formato de ellos me llama la atención, lo sentí muy en sintonía con lo que estaba componiendo. La primera camada de canciones de los Volcanes están muy estructuradas y muy amigadas con esas formas de cuentos cortos bastante pop, extraños, misteriosos, radicales en algún punto, marginales y metafóricos porque también tiene más de una capa de lectura la forma en la que escribe Holst. 

AZ: ¿Qué otros artistas creen que entran en el imaginario de la banda?

JG: Recuerdo que nos preguntaban qué influencias musicales teníamos a la hora de componer canciones en esa primera época, la de Play al viejo walkman blanco. En realidad eso nunca lo había pensado. Y recordé que las influencias eran más literarias que musicales y Spencer Holst vino a ser como los Beatles, es la gran influencia de nuestro primer disco, de ese universo. Después en Todos los sábados del mundo (2012) hay mucho de Ray Bradbury, que es un autor que no está del todo reconocido o que tiene un reconocimiento periférico en las élites. Me parece que es un poeta, siempre me gustó muchísimo, leí todos sus cuentos y en mi casa se lo quiere mucho. Mi hermano Martín, mi mamá, mi papá, mis hermanos lo quieren mucho. En mi hogar infantil estaban todos sus libros -o casi todos porque son muchos- y fueron mis primeras lecturas, volví a leerlo muchas veces a Bradbury. A Facu Tobogán de Tobogán Andaluz también le gusta mucho, compartimos eso también. En Todos los sábados del mundo hay varias referencias a Bradbury y tal vez sea la gran referencia literaria de ese disco. Cuando salió editado coincidió  con la muerte de Bradbury, enseguida lo pensamos como un homenaje secreto a él, a sus cuentos, a sus escritos. Por ejemplo hay un tema que lleva directamente el nombre de un cuento de él: “La maravillosa muerte de alguien más”. También queda un poco de Spencer Holst en ese álbum, “100.000 reflejos” el tema que abre el disco es una especie de resabio de su influencia, él tiene un cuento que se llama “10.000 reflejos” en El idioma de los gatos.

AZ: Daniel Johnston es otra gran inspiración de los Volcanes. Su voz aparece en el video de “Piedras al lago” ¿ Cómo lo conociste? ¿Cómo fue que lo contactaron para que aparezca en el video?

JG: En relación a Daniel Johnston, hablando de los artistas marginales o de los poetas marginales. Él es un autor que descubrí medio de grande, una vez íbamos en colectivo con Facu Tobogán por Capital, yo todavía vivía en La Plata, y él me dijo “el chofer es igual a Daniel Johnston”. Sentí que me estaba mencionando una persona importante, le dije “sí es igual”. Cuando volví a casa  lo busqué en Google para ver quién era, a partir de ahí empecé a quererlo mucho y me fascinó un poco su figura. Con Play al viejo walkman blanco queríamos hacer un video. Hice una animación un poco rústica con el paint, somos nosotros tocando en una especie de estudio de televisión que se cae a pedazos. Y se nos ocurrió la idea que lo presentará Daniel Johnston, nos juntamos con unas amigas platenses, conseguimos el teléfono de su casa y lo llamamos. Le contamos que quería que participe en la apertura de un videoclip de la banda, le pasamos nuestra música. Todo esto fue una conversación con su hermano, que era algo así como su manager. Ellos vivían todos en familia y nos pasó el teléfono con Daniel, lo grabamos y lo incluimos en el video. Aparece él en versión animada riendosé y presentando el tema y la banda. Esa fue la primera conexión con Daniel, después desde España una pequeña productora nos invitó a participar en un homenaje a él, al poco tiempo de este primer encuentro. Grabamos una versión de una canción que es increíblemente hermosa,”Fish”, nosotros la traducimos como “Nunca seré una canción en la radio”,  es un verso que está en una de sus cuantiosas estrofas, son como siete. Lo grabamos y gustó mucho esa versión. Me acuerdo que me tomé muy en serio la traducción de esa letra, no lo tocamos mucho en vivo pero hoy lo vamos a tocar un como un regalo a la partida de Daniel Johnston. Después el tercer encuentro fue en persona cuando vino a tocar a Niceto Club. Eso fue lo más lindo, él tenía una forma de girar con su música: a cada lugar que lo invitaban a tocar pedía que se forme una banda de músicos que se aprendieran sus canciones y tocaran. Me invitaron a hacer unos coros en unas canciones y fue hermoso. Creo que no hay registro de eso, pero fueron dos shows muy lindos. Primero fue un contacto telefónico, luego fue una versión que hicimos de una canción hermosa de él y después fue conocerlo en persona. 

AZ: ¿De qué está hecho Jo Goyeneche?

JG: Es una pregunta maravillosa e imposible de responder. Pero tal vez podría decir que si viniera alguien y me desarmara en partes para que otra persona viniera y me arme, creo que armaría algo parecido a lo que originalmente era. Porque no tengo muchas partes y entonces no sería difícil volver a armarme. 

AZ: ¿A qué te estuviste dedicando estos últimos años?

JG: Los últimos tiempos estuve dedicado a estudiar cine, específicamente montaje. También escribí algunas historias. Ahora estoy trabajando como montajista en películas, es un trabajo maravilloso e intenso. Me gusta mucho porque no es un trabajo es autoral, como lo es componer canciones, pero si es muy creativo. Tiene muchos puntos de contactos con la composición pero sin la presión de la autoría, es un lugar donde me siento muy a gusto,  me permite seguir imaginando canciones y pensando en ese tipo de cosas que tanto me gustan.

Jo Goyeneche – Foto de Nicolás López

AZ: ¿Qué le dirías al Jo más joven que empezó con Valentín? ¿Cambiarías algo?

JG: Al Jo más joven que empezó con Valentín lo único que le diría, igualmente no gastaría una ficha de la máquina del tiempo para ir a decirle esto, pero en el caso de que vea obligado de decirle algo le diría que se emborrache después de tocar, no antes (risas). Solamente eso.

AZ: ¿Algún libro que quieras recomendar? 

JG: Un libro que recomiendo mucho es Onnainty (2015), de Ezequiel Alemian. Es una novela corta que es maravillosa, es muy linda, la editó Ivan Rosado. Se puede encontrar en varios lados para comprarla, está buenísima. También recomiendo La noche, de un señor que se llama Al Alvarez, es muy interesante.

AZ: En su último disco, Una comedia romántica (2015), muchos seguidores se quejaron de que abandonaron el sonido que los caracterizaba: el indie rock , es más se dijo que abrazaron una esencia más cercana al rock nacional. Pero ustedes siempre fueron amantes de la canción. ¿Qué pensás sobre esto? 

JG: En algún momento de la carrera de una banda el periodismo lee la salida de un disco como una traición a sus orígenes. En nuestro caso lo vemos como la elección de un camino levemente distinto al que veníamos caminando. Es  saludable que las bandas graben discos distintos entre sí, creo que Borges decía algo sobre lo difícil que son las segundas partes para el público porque pretenden que vuelvas a grabar el mismo disco. No hablaba de discos, hablaba de libros pero el público pretende que vuelvas a grabar ese primer disco que tanto le gustó y al mismo tiempo no quiere que sea el mismo, es paradójico. En los primeros discos de toda  banda está lo mejor y lo peor. Sin dudas es nuestro caso, en Play está lo mejor que nosotros tenemos y lo peor también. En nuestro segundo disco creo que hay un poco más de lo mejor que de lo peor y nuestro tercer disco, Una comedia romántica, está bastante de lo mejor, pero es otro tipo de cosa mejor. Es simplemente modificar un poco el tono de nuestra poética. Hay un leve corrimiento del tono. Pero es totalmente consciente, fue una búsqueda propia de los años que estábamos viviendo. Compartíamos una casa bastante ruinosa con Pancho de la Canal en La Plata, donde no había mucho para hacer, estábamos desempleados los dos. Fue una temporada larga y lo único que podía entretenemos era su biblioteca que tenía un montón de discos de rock nacional. Poníamos esos discos todo el tiempo e inevitablemente esa permanente banda sonora doméstica empezó a abrazar las canciones nuevas que estábamos haciendo. Esa biblioteca al mismo tiempo oficiaba como sala de ensayo de la banda. Nico vivía al lado de esta casa, Fico vivía cera y Paul estaba todos los días. Un poco también tiene que ver con eso, con una cuestión de contexto.  Y también sentimos que en el 2009 hubo una especie de rechazo lógico al mainstream desde el indie rock. Era aquello todo lo que la industria consideraba que estaba bien, estaban sucediendo un montón de cosas muy creativas y novedosas en otro estrato del arte musical. Charly ya estaba viejo, Spinetta también, los Redondos estaban separados. Hubo como un fin de ciclo de los héroes del rock nacional, un poco también permitió a que aparezcan un montón de nuevas bandas. Empezó a vaciarse un poco ese espacio, no me refiero al mainstream si no a los discos que se editaban y empezaban a circular un poco más masivamente. Pasado unos cuantos años volvimos a escuchar esos discos que escuchaban nuestros padres y madres. Y entendimos porque habían maravillado tanto a todo el mundo. En nuestro caso volver a escuchar El amor después del amor (1992), de Fito Paéz, o cualquier disco de Spinetta de cualquiera de sus etapas o los álbumes de Charly era también volver a descubrirlos y entender que no había mucha distancia entre las bandas independientes y esas composiciones consagradas. Nos amigamos con todo ese background musical. 

AZ: ¿Qué pensás del trap?

JG: El trap es uno de los lindos debates que hace tiempo no se daban, apareció de golpe. Despertamos un día y el mundo estaba lleno de trap. A mí me gusta su origen, no me gusta como cultura. Es la síntesis que la industria hizo sobre una movida muy interesante, absolutamente genuina que fueron esos encuentros, que siguen haciéndose supongo, de gente que se encontraba a tirar rimas y contar el mundo en esa especies de competencias feroces y amables. El trap es esa especie de monstruo que aparece siempre, que precede siempre a una camada original de artistas que descubren algún tipo de puerta novedosa para la coyuntura y el momento. Hay un montón de virtud en muchas de las figuras que pertenecen a ese mundo. A mi algunas me gustan más que otras, Duki no me gusta mucho, en realidad no es que no me guste él. Me parece un pibe que es muy creativo y muy capo, como Ca7riel. Lo que no me interesa mucho es que hay cierto carácter frívolo en el trap, es machista y misógino como todo ese universo de descapotables y mujeres cosificadas y cadenas de oro. Todo ese universo medio menemista no me interesa mucho, no me copa que los pibes y las pibas estén en esa, me parece un viaje medio oscuro. Si me gusta mucho Wos, es un gran artista, que además de entender la lógica de la industria pudo mantener esa pulsión genuina de su origen. Hay una síntesis perfecta en Wos.Seguramente hay más como él que no conozco tampoco estoy tan al tanto pero disfruto mucho de sus canciones, me gusta lo que piensa, me gusta que tenga una formación humanista, eso es raro generacionalmente. Me conecta más Wos, espiritualmente lo reconozco, nos parecemos de algún modo en eso, a lo que le canta. Igualmente cualquier lectura negativa sobre las cosas que se ponen de moda es medio como asumirse como un viejo.Todas la generaciones se quejan de las generación que las preceden pensando que son peores. Yo no creo eso, es espantoso pensar que nosotros fuimos mejores que la generación de Bochatón, Blefári. Es una estupidez porque no creo que sea así y tampoco pienso que estás nuevas generaciones sean peores que las nuestra, es una lectura negativa y poco justa. Siempre hay excepciones, siempre está la industria imponiendo y yo festejo mucho las excepcione, Wos es una por ejemplo y al mismo tiempo es una síntesis.

AZ: ¿Qué se puede esperar del show de hoy en El Emergente junto a Viva Elástico por los diez años de Triple RRR? 

JG: Vamos a hacer un montón de canciones de los tres discos y algunas otras que están en las primeras maquetas que grabamos, alguna versión de algún tema. Ensayamos, preparamos todos los temas que alguna vez compusimos. Tenemos que elegir cuáles vamos a tocar, van a ser muchos. Espero que todos disfrutemos esta noche, además vamos a volver a tocar con Viva Elástico, que son amigos con los que vivimos muchas aventuras y cuyos estribillos amamos y cantamos tantas veces.

AZ: ¿Querés agregar algo más que no te hayamos preguntado? 

JG: Sí. Nico habló hace unos días con Indie hoy, una entrevista muy honesta, muy linda. En un momento le preguntan: ¿si Valentín y Los Volcanes fuera una novela, cuál sería?. Nico dice dos, una de ellas es El barón rampante (1957), de Italo Calvino. Es una novela que siempre nos gustó muchísimo. Me quedé pensando en eso, me gustaría completar esa respuesta que dio Nico contando qué es El barón rampante y por qué se parece mucho a nuestras vidas o a la banda. Fue una linda forma de explicar a nuestra banda, también a las bandas independientes y a los artistas independientes. El barón, es la historia de un niño que se llama Cosimo que siendo retado por su padre en un almuerzo familiar, se escapa de la mesa, corre a su jardín, se trepa al árbol de su casa y no baja nunca más. En las primeras hojas, luego de ese suceso, de esa ofensa, su familia va al pie del árbol con diferentes estrategias para intentar que baje Cosimo. Él no baja y con una terquedad profunda pasa el resto de su vida arriba de los árboles. Por supuesto no se queda en ese árbol, si no que empieza a saltar de un árbol a otro. Había una leyenda en Europa que decía (supongo que antes de la Revolución Industrial) que se podía recorrerla saltando de una copa de un árbol a otra. Supongo que esa historia intentaba aleccionarnos sobre la necesidad de detener la tala de árboles, es una especie de leyenda con una intención ambientalista supongo. Pero el hecho es que Cosimo pasa su vida arriba de los árboles, en esa especie de margen, que no es del todo marginal porque vive en el mundo y quiere seguir vinculándose con el mundo pero no exactamente formando parte de el sino formando parte de un margen de ese mundo, que lo ofende y lo rechaza. En esa vida de árboles, en esa vida suspendida, Cosimo aprendé un montón de cosas: se enamora,, conoce una banda de ladrones, se construye una casa, recorre un montón de países. En definitiva vive un montón de aventuras y muere arriba de un árbol ya siendo viejo, adulto por lo menos. Yo lo pienso en relación a los Volcanes, a nuestras vidas y es un poco eso, somos un poco Cosimo ofendidos por la lógica capitalista o patriarcal o todos los males que ya desde pequeños detectamos que el mundo tiene con las personas sensibles o medianamente humanistas. También somos un poco Cosimo escapándonos a un margen que sigue vinculado con el mundo que nos permitió seguir viendo el funcionamiento de las cosas, seguir operando contra ellas sin formar del todo parte de esa lógica pero tampoco estando tan lejos para no enterarnos de esas batallas que se libran ahí abajo. Pienso en mis amigos y amigas, en la gente que se dedica al arte, todas y todos ellos son un poco Cosimo, viviendo una vida ciertamente incómoda pero elegida por cada uno de ellos y ellas. Viviendo un montón de aventuras en ese margen y llevando adelante una especie de profundo acto de militancia y poesía. No sé si todas y todos nosotros vamos a morir arriba del árbol pero posiblemente muchos sí. No importa, lo bueno es que nos hemos cruzado con muchísimas bandas y artistas y directoras y directores de cine y gente que trabaja en el arte de un modo independiente arriba de esos árboles. Hemos conocido mucha gente arriba de los árboles. //∆z

Valentín y Los Volcanes – Foto de Ariel Valeri