¿Puede una historia de tinte independiente ganar el Oscar a la mejor película? Moonlight se llevó el premio y fue la sorpresa de la ceremonia, con un error histórico a la hora de anunciarlo incluido.

Por Ayelén Cisneros

Un niño negro en un barrio de afroamericanos en Miami tiene una vida de mierda. Frente a todo lo que vive, existe una luz que le muestra una pequeña grieta donde escaparse. Moonlight es un drama basado en la obra In Moonlight Black Boys Look Blue de Tarell Alvin McCraney y es dirigida por Barry Jenkins. La película se divide en tres capítulos: “Little”, “Chiron” y “Black”. Los tres hablan de distintos momentos de la vida de Chiron y en cada capítulo un actor distinto hace de él.

La primera parte tiene como ejes conductores la tristeza y la ternura. El film nos muestra el panorama: una madre adicta que pasa de ser sobreprotectora a abandónica -según como se levante- cría a Chiron. Mientras escapa del bullying que le hacen otros niños el protagonista conoce a Juan, un dealer interpretado por Mahershala Ali. Con él y su novia el pequeño niño logra abrirse y tener un poco de atención y cuidado. Mahershala Alí logra en gestos y palabras ser tierno y duro, matices interesantes de este personaje que le valió el Oscar a mejor actor de reparto. Esto se puede ver en una escena que quedará para la historia del cine, Juan lo lleva a Chiron a la playa y lo hace flotar para sentirse seguro de sí mismo. La cámara nos cuenta lo mal que la pasa Chiron pero no le tiene lástima. Ese es un desafío para el director, que podría caer en el miserabilismo y no lo hace. Esto nos puede recordar el rol de la dirección de Leonardo Favio en Crónica de un niño solo: “El encuadre es una decisión moral”. En ambas películas hay pobreza, hay violencia y también hay espacios para el afecto, hay dignidad, no hay golpe bajo.

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En esta primera parte se va deslizando el eje que traspasa toda la película, la identidad. Hay algo que lo hace sentir incómodo a Chiron y la cámara lo muestra cuando juega con otros niños. El roce, la tensión de lo masculino ya se ve en el protagonista. En un momento Chiron le pregunta a Juan qué significa ser marica y allí el dealer rudo se deshace y le explica que ese término representa la maldad.

La segunda parte está guiada por la violencia. Chiron de adolescente es víctima de toda clase de abusos por parte de compañeros y de su madre. Va construyendo su identidad y la figura de su amigo Kevin cobra cada vez más importancia. ¿Cómo se deviene gay en una comunidad que es discriminada por negra y pobre pero profundamente machista? No todo es playa y libertad en Miami. Puede convertirse en un infierno. Chiron tiene que superar la prueba de la dignidad y ésta consiste en ser más violento que los otros. Es en este punto donde la idea de que “hay que irse del barrio para crecer” se vuelve necesaria.

En el capítulo “Black” tenemos a la “transformación” como la clave de todo. Chiron no puede escapar de lo que su destino de clase social parece haberle marcado. La cruz se lleva a todos los lados que uno vaya. Se construye a sí mismo como la imagen y semejanza de Juan. Pero la ternura vuelve a ocupar un espacio importante en el film y la luz de la luna vuelve a iluminarlo a Chiron para demostrarle que pese a todo existe un poco de esperanza.

Durante el final de la ceremonia de los Oscars se anunció el premio a la mejor película. Por un error en los sobres los presentadores Warren Beatty y Faye Dunaway le dieron el premio a La La Land, el film de Damien Chazelle. En el medio de los agradecimientos del equipo de la película, avisaron que Moonlight era la verdadera ganadora. No se ha recordado un error igual en la historia de los Oscars.

Algunos interrogantes surgen a partir de la premiación. ¿Fue una decisión políticamente correcta? ¿No es esta historia un cúmulo de categorías para la discriminación: pobre, negro, gay? Puede que Moonlight sea políticamente correcta pero como discurso social sirve para recordar que el machismo está en todos lados, hasta en los discriminados por otras causas. Que la pobreza puede contarse desde distintos lugares y contarlo desde la lástima es el peor. ¿Es un mensaje optimista finalmente el de esta historia? Buscar que el cine dé una enseñanza es una idea antigua y pasada de moda. Mejor pensar al cine como un arte que cuenta historias, algunas como estas quedarán más en la memoria.//∆z