Hablamos con el grupo de Synthpop sobre su disco debut, la escena electrónica y mucho más antes de su presentación en Belushi Bar.

Por Santiago Berisso

No por contar con una máquina, hay que permitir que ella sea la que decida dónde van los andamios. Así quiere transmitirlo WOM con su disco debut titulado Vértigo, en el que conviven piezas instrumentales y otras guiadas por letras en tono mantra y de tinte hipnótico. Enmarcados en lo que se ha dado en llamar synthpop, ofrecen melodías a las que se les puede encontrar una acepción tan juguetona como tenebrosa.

De esa música a la que se sabe que se le puede echar tanto un oído como un ojo. Algunos lo bailarán al mejor estilo Hallabalooza, otros sólo se crearán sus propias imágenes desde su sillón. Ellos apuestan a que cada uno se dé el gusto de hacer lo que quiera con su música.

En muchos casos, el disco debut de una banda o un artista suele ser bien catártico, de esas obras que fueron más vomitadas que realizadas. ¿Consideran este tipo de experiencia se dio en su caso o se alcanzó un riguroso grado de producción?

Cuando empezamos a grabar nos dimos cuenta de que los temas tenían algo en común. Nos imaginamos la estructura del disco como si fuera una hélice, continua y sin principio. Esa idea nos ayudó a armarlo y a darle personalidad. La catarsis como método dio buenos resultados, aunque haya pasado mucho tiempo hasta entender algunos mensajes del inconsciente. A pesar de todo esto, hacer música fue siempre para nosotros algo placentero.

¿Dirían que es mayor el camino ya trazado o el que aún queda por recorrer, en la electrónica y el synthpop de la escena local?

El que queda por delante, sin dudas, aunque Felix ya haya marcado la dirección.

¿Cómo se dio el vínculo con el productor Ezequiel Araujo? La relación entre una banda y un productor no suele ser de un único matiz. ¿De qué manera se desarrolló el proceso de producción con Ezequiel? ¿Es difícil tomar la decisión de que alguien externo intervenga en el resultado final de una creación propia?

De forma natural, con afinidad musical y simpatía. Tratamos de que sean consensuadas aunque al final todas las decisiones que tengan que ver con la banda y su porvenir. Ezequiel se involucró en el proyecto más allá de su papel de productor y su influencia fue determinante.

A lo largo del Vértigo, nos encontramos con temas instrumentales y otros que cuentan con letra. ¿Cómo es que se distingue cuando una pieza musical pide una u otra cosa? ¿A la hora de crear su música consideran que le dan mayor preponderancia a uno de estos dos recursos por sobre el otro?

Los temas salieron de forma natural. A los instrumentales tratamos de no forzarles una letra. Hay temas con mucha letra, otros en que es solo una frase o una sola palabra, como el grito WOM! en “WOM”, y otros que no se merecen una letra.

¿Creen que hay una suerte de espíritu conceptual detrás de Vértigo o lo entienden más como un puñado de canciones? Al menos el prejuicio sostiene que las piezas instrumentales no suelen caracterizarse por ser de una escucha fácil o accesible. ¿La electrónica permite echar esta idea por tierra? ¿Cómo se logra mantener interesado o alerta al público en un tema puramente instrumental?

Lo mismo que en la pregunta anterior. Las canciones que no tienen letra nos gustan así. Los primeros temas de la banda fueron instrumentales y de ahí surgió todo. La letra va a reclamar un grado distinto de atención y en ese sentido preferimos que un tema sea equilibrado antes que complejo. La música electrónica es repetitiva. Nosotros buscamos sumarle capas y melodías a esa repetición. Si la interpretación sale de una máquina la manipulamos para que se equivoque un poquito. Vértigo es un puñado de canciones con espíritu conceptual.

¿Qué papel juega el aspecto escénico-visual en los vivos de WOM? ¿Creen que atraer tanto al oído como al ojo en el escenario es un factor en el que no puede flaquear el pop, a diferencia de un rock de guitarras?

Es importante para cualquiera que va a ver un show – en eso el rock y el pop están de acuerdo- y por eso le dedicamos tiempo. De la puesta en escena se encarga EfekThoR, alter ego de un amigo que dedica su tiempo libre al estudio de la relación entre los lasers y las máquinas de humo.

¿Creerían que es posible concebir al disco sin el deseo de bailarlo? ¿Qué imagen se hacen de la escucha de Vértigo? ¿Cuál sería esa suerte de marco ideal para acercarse a su música?

Son tres preguntas muy diferentes para agruparlas. Nos gustaría que el disco se baile pero no lo pensamos como bailable. Los primeros temas, los instrumentales, eran para nosotros bandas de sonido imaginarias de thrillers de los 60s. Se llamaban “Intriga Internacional”, “Rebecca”, “Vértigo”. Eran las imágenes que nos hacíamos nosotros. El que escuche el disco va a tener su propia imagen. Son temas muy diversos y que proponen marcos diferentes.//z