Hablamos con el realizador de la película Good bye, Lenin! que se encuentra en Argentina para presentar su nuevo filme Yo y Kaminski en el Festival de Cine Alemán. Nos anticipa sus ganas de filmar en el país.

Por Agustín Argento

El director del film que rememora la Alemania Democrática, Wolfgang Becker, está en Buenos Aires. Al finalizar su reportaje con ArteZeta, mira su agenda en el celular y dice en alemán: “Hagamos las fotos rápido. No quiero que el próximo periodista tenga que esperar. Más tarde me tengo que reunir con unos amigos”. Como se espera de un alemán, su obsesión pasa por la precisión. Tanto por el horario como por sus respuestas. Por eso piensa cada una de ellas, las cuales suelen ser extensas. Además, también se presagia que este viaje a la Ciudad de Buenos Aires se debe a intereses profesionales. Luego del reportaje, mientras bajaba por la escalera del hotel donde se hospeda, dice medio a la pasada: “En uno o dos años voy a venir a filmar. Seguramente sea una coproducción con Argentina, pero mucho más no puedo adelantar”.

Su visita al país se debe a la presentación de su regreso a la pantalla grande con Yo y Kaminski, que se proyectará, en el marco del Festival de Cine Alemán, en el Village Recoleta (hoy a las 19.15 y mañana a las 21.30 horas) y en el Village Caballito (hoy a las 21.30 y este lunes a las 17 horas). En este film se reencontró con Daniel Brühl (Bastardos sin gloria, Noche de navidad y Los edukadores, entre varias) y convocó a Jesper Christensen (La Reina Victoria o Mr. White en el Agente 007) para que formaran una pareja despareja que, luego de emular una road movie, culminan en una amistad.

Por medio de ese humor irónico, característico de los alemanes, Becker pone de relieve las ansias de un joven periodista (Brühl) por cimentar su futuro en base a la biografía de un eximio pintor ciego que se encuentra en los últimos de su vida (Christensen) y quien, gracias a este encuentro, descubre que un viejo amor de su juventud continúa con vida.

AZ: Sobre su nueva película. Luego de 12 años se reencontró con Daniel Brühl. ¿Qué cambios notó en él y, también, en usted mismo?

WB: Creo que la evolución de Daniel fue mucho más grande que la mía porque cuando trabajamos en Good bye, Lenin! él era muy joven y después empezó a rodar una película tras otra, sumando mucha más experiencia de la que yo sumé en este tiempo. En esa edad él era mucho más permeable, por lo que creo que creció más que yo. Yo no hubiera rodado esta película sin Daniel, pero no podíamos arrancar dónde nos habíamos quedado. En este filme ya lo vi como a un actor emancipado, que me hablaba de igual a igual. También tuvimos conflictos de índole creativa, lo cual valoré mucho.

AZ: ¿Por qué se tomó 12 años para volver a dirigir, teniendo en cuenta el éxito de Good bye, Lenin!?

WB: Se debe a varias razones porque yo no soy sólo un director. Soy co-dueño de una productora que produce muchas películas y durante estos años trabajé en ello. Además, soy director comercial de una filial nuestra. Lo que podríamos calificar de “trágico” es que después de Good bye, Lenin! no tenía otro proyecto y yo no hago películas porque sí, hago películas que me parecen especiales. No tengo intención, tampoco, de romper el récord de (NdR: Rainer Werner) Fassbinder. La respuesta más corta sería, de todas formas, que en Alemania, luego de un gran éxito, todos suelen filmar la segunda parte, que son películas malas, pero dejan dinero. Yo no quería eso.

AZ: En ambos filmes usted hace hincapié en el pasado…

WB: Antes de dedicarme al cine, estudié Historia. Creo que eso responde un poco la pregunta. También es cierto que en las dos hay un joven que ayuda a una persona mayor, pero son dos hechos diferentes. En uno es un hijo que ayuda a la madre y en la otra es un joven que se aprovecha del anciano y hasta desea que se muera para hacer dinero con su biografía. Sí lo ayuda a Kaminski a volver al pasado, pero no veo paralelismo.

IK_M-Kaminski-J-Christensen-Karl-Ludwig-Denis-LavantZoellner-D-Bruehl_Keystill-600x277

AZ: También muestra cierta frivolidad en el ambiente artístico

WB: Sí, pero si hubiera querido hablar sobre la superficialidad en el arte hubiera hecho una película que tratara ese tema y nada más, pero no me parece que sea sustancial en este caso, sino que lo roza. El hecho de que represente la vida de un pintor famoso no es la cuestión, sino la construcción de los personajes. Lo que es importante es que al comienzo estos personajes parecen diferentes, pero terminan estando mucho más cerca.

AZ: Usted basó su película en un libro de Daniel Kehlman, quien no quiso participar de la producción de la película. Esta decisión, ¿sirvió como presión o como un halo de libertad para su trabajo?

WB: Daniel Kehlman es un tipo sumamente inteligente y está tan interesado en el cine que hasta podría decir que es cineasta y cuando nos reunimos, le dije lo que yo pensaba hacer y él confió. Para mí es importante que las adaptaciones no sean una ilustración del libro, sino que tengan vida propia. Lo que yo quería lograr es que el espectador no compare la película con el texto porque eso quiere decir que no está bien hecha la película. Las experiencias son totalmente diferentes. Kehlman también dijo que no era la persona adecuada para participar del guión, pero fue la primera que lo leyó y propuso mejoras. Fue una relación natural y relajada. Esa libertad que tuve no me motivó en extremo ni funcionó como presión.

AZ: Ya que está en Buenos Aires, ¿puede decir qué es lo que conoce del cine argentino?

WB: Conozco algo del cine argentino. Cuando tengo la oportunidad de ver cine argentino o sudamericano en general, ya sea en Alemania como en festivales, siempre intento hacerlo. Vi El clan, Relatos salvajes, El padre de la novia e Historias mínimas, que sucede en la Patagonia. Argentina tiene una gran tradición cinematográfica. Vi El secreto de sus ojos que me pareció muy propicia para ganar el Oscar. Lo que a mí me gusta del cine argentino es la calidad actoral, quizá porque no los conozco. Me enteré que el actor de El clan viene de la televisión y es comediante, pero su actuación me pareció grandiosa. Creo que rodar en Argentina puede ser muy divertido.//∆z