Por Nicolás Corley Calleja
Pasaron varios años ya desde que encontré la remera de La Nueva Luna en el Emaús de Ministro Rivadavia. La remera más rockera que me puse.
Fue amor a primera vista, parecía que la había diseñado un hombre sin ojos y sin manos, que tuvo la mala suerte de nacer sin el más mínimo sentido del gusto. De un gris arratonado bellísimo, que tanto disgusta a mi madre, el corte de la remera casi tan raro como el diseño, más ancha que larga y las mangas, por supuesto peligrosamente ajustadas. Tiene el mismo diseño adelante y atrás, pero el de adelante tiene color, dice LA NUEVA LUNA en un rojo furioso y la carita de los tipitos en un naranjita, atrás es igual pero en blanco y negro. Ese siempre me pareció un detalle hermoso.
Con mi hermano siempre nos gustó comprarnos esa ropa que no entendés como alguien llegó a sacarla al mercado, siempre pienso que hubo alguien que la diseñó, que la pegó, que la coció o como sea que se hacen las remeras y todos estaban de acuerdo mínimamente en que esa remera era una buena idea.
En esos lugares encontrás realmente tesoros del diseño. Esas remeras sí que no le prestan atención a los canones pre-establecidos de la belleza, básicamente no creo que le presten atención a nada. Salen directo de un corazón a una montaña de ropa que ya nadie quiere.
Un día, hace un tiempo ya, un amigo nos invitó a una fiesta en el Roxy de Palermo, lugar en el que desgraciadamente habíamos tocado unas semanas antes y en el que a mí un loco con una remera de Boca me había pegado una piña en el baño, nunca entendí muy bien por qué pero tengo fuertes sospechas de que pudo o bien no gustarle mi cara o bien no gustarle la banda (me inclino más por la primera).
Bueno, la cuestión es que nos invitaron y fuimos y en la puerta un hombre enorme vestido de negro me dijo que no podía pasar, que todos los demás sí, pero que yo con esa remera no podía pasar. Me dijo de muy buena manera, como haciéndome un gran favor, que si iba a la esquina y me la cambiaba entraba pero que con una remera de La Nueva Luna al Roxy yo no podía acceder. A lo que nosotros de manera absolutamente prolija y ordenada procedimos a desalojar el recinto cantando la marcha peronista como es costumbre en estas situaciones. Luego nos enteramos que cuando nuestro amigo se enteró del incidente se agarró a las piñas con el pobre tipo este y mi amigo, por supuesto, salió herido.
Ese día me di cuenta del poder que tenía esa remera, si yo estaba con una de Los Ramones, de los Sex Pistols o de Chayanne entraba, pero con la de La Nueva no. Si eso no es una contracultura no sé que es. Fue la remera más rockera que tuve. El poder del diseño. El poder de la música.
Todo resumido en esa remera horrible que le lastimó la mano a un amigo, nos dejó sin fiesta pero nos dejó un calorcito en el pecho… El calorcito que te da el algodón, la lucha y la cerveza.//∆z
Nicolás Corley Calleja (Conurbano 1986) Es músico, videografo, y estudiante de Filosofía. Actualmente se encuentra contento, leyendo mucho la Biblia e intentando todos los días ser un poquito menos pelotudo.
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