Seis microrelatos en los que Juan Manuel Daza introduce su visión como cronista al servicio del detalle. Todo esto ocurrió realmente en recitales de Poseidótica, Morbo y Mambo, Fútbol, Joe Palangana, Dos Chabones Tocando y Gigante Elefante.

26/2/2011
ABAJO LOS TRANSISTORES

Mañana la gente trabaja, pero no importa. Sube Poseidótica al escenario del Roxy Live en el marco del ciclo Moto Club. Graznan las válvulas de los cabezales de cada equipo. No hay nada que hacer, el sonido te llega hasta los huesos. El público está colgado. Unos siete metros separan al primer zombie, del escenario. Al fondo del salón, dos amigos advierten la brecha y se abren paso para llenarla. Irán bastante más cerca del ruido que cualquiera. No demasiado, la idea es escuchar bien. Pero sí lo suficiente como para apreciar que las válvulas cada vez se van poniendo más rojas.

12/9/10
FLOR DE TRANCE

Los Morbo y Mambo se colgaron bocha de tiempo en la terraza del Club Cultural Matienzo. Ya es hora de tocar: les vinieron las ganas. Estuvieron como en casa en la azotea. Consumieron flores, risas y cervezas y ya están re pipones. Entonces, bajan esos dos pisos por esa difícil escalera y llegan, sanos y salvos, al escenario. Y el público baja atrás de ellos. Se pone lindo. Todos vamos a bailar descocadamente por un rato bieeeeeen largo.

2/4/2011
PERO DEJALOS QUE HAGAN LO QUE QUIERAN

Futbol llegó tarde, no probó sonido. Pero no le hizo falta. Esos tres asaltaron el escenario de La Casa CILC y entregaron, en treinta minutos, un show ultraviolento. Como siempre, horas más tarde, aparecieron los amigos, la cerveza y la música del DJ de turno. Entonces, Tiago, el baterista, pidió a gritos una de Creedence y cómo decirle que no. Al toque, sonó Have you ever seen the rain. Vaso en mano y agitando, la cantó entera parado arriba de una mesa. Pura pasión. Después, pidió otra.

XX/06/2011
…DEL LOOP / LA RELIGIÓN…

…Joe Palangana se compró un pedal de loopeo. Estamos como locos. Esto es muchísimo más entretenido que jugar a la Play. Grabamos una base rítmica o no la grabamos, pero sí contamos el tiempo en silencio. Y vamos metiendo de a una nota por vez (inventamos esa regla). Buscamos desgranar acordes. Al principio: mayores, pero de repente: menores o qué sé yo. Así le dimos durante veinte minutos hasta que nos cansamos y empezamos a meter ruidos. Resulta que si vas tocando los micrófonos de la guitarra con alguna que otra cosa de metal, sacás unos ruiditos bien rítmicos. ¡Como festejábamos! Pero allí nadie aplaudía, el público éramos nosotros mismos y la estábamos pasando bárbaro. Es que Joe Palanga se compró un pedal de loopeo…

28/05/2011
ESTAMOS EN LAS ANTÍPODAS DEL RUIDO NOCIVO

Quedan sólo el baterista y el tecladista de Lenin. Se separó el grupo, pero ellos dos alquilaron una casa para hacer ruido. More dejó los teclados, agarró la eléctrica y se compró un pedal de loopeo. El Churri sigue firme en la batería. Y suenan como mil demonios. Lo que tocan no tiene pies ni cabeza. Es pura demencia, puro ácido. Cuando terminan, lo encaro al More y le digo: “Estuvo bueno, pero no meten un puto matiz. Estuvo mejor cuando vi el ensayo”. More me contesta: “Sí, hoy dio hacer esto. Estuvo buenísimo. ¡El Churri estaba como loco y me cebó!”.

22/02/2011
QUE INJUSTO PUEDE SER TU DIOS

¿Cómo no iban a tocar “El Blues” en su último recital? Gigante Elefante se despedía aparentemente para siempre. Rocko (guitarra y voz), Fede (bajo) y Martín (batería) iban por otras cosas: se estaban haciendo grandes: médicos, economistas, programadores. Pero sonaban tan bien. Y tenían un tema que era “el hitazo”. Y todos lo pedíamos. Y Rocko, a regañadientes, lo cantaba empalmando su vozarrón con un punteo bien agudo de guitarra: “¿Por qué? / ¿Por qué te fuiste nena? / ¿Por qué? / ¿Por qué no me fui yo?”. Y en Ultra, todos los rockeros nos palpábamos el corazón. Ésta era la última vez que esa canción nos iba a volar la peluca.