En el marco de la presentación de Mundo Anfibio, Lisandro Aristimuño brindó un emotivo concierto en el Gran Rex, con localidades agotadas, invitados de lujo y un público que se entregó por completo a la profundidad  lírica del cantautor. Una noche perfecta, en que la magia se instaló en las melodías.

Por Nayla Madia

Luego de su paso por el sur del país, Lisandro Aristimuño desembarcó el viernes 3 de Agosto con su gira en la emblemática calle Corrientes, aquella mítica avenida de Buenos Aires que desde sus orígenes vio florecer a grandes artistas recibió al talentoso cantautor patagónico en una noche invernal de luna llena, ideal para deleitarse con el placer de oír buena música. Con fotografías en las que se observaban imágenes pertenecientes a Mundo Anfibio (quinto disco de estudio, editado por el sello discográfico Viento Azul), las puertas del Gran Rex anunciaban la presentación del músico rionegrino. Dentro de la sala del histórico teatro, la expectativa se hacía cada vez más grande. Personas de todas las edades aguardaban con entusiasmo que se abriera el telón para sumergirse en una celebración sonora. A las 21, Aristimuño apareció en el enorme escenario. A todo ritmo, la canción encargada de abrir el show fue “Elefantes”. Luego, llegó la ternura de  “Cien Pájaros”.  Tras este brillante comienzo, Lisandro detalló: “Voy a invitar a alguien que admiro profundamente”. El músico brindó la primera sorpresa de la noche: Lito Vitale se hizo presente. Desde los teclados, el talentoso compositor se lució acompañando a Aristimuño en una increíble versión de “Pozo”.  Minutos después, el cantautor sureño anticipó que subiría al escenario “una hermosa señorita”.  El público quedó boquiabierto al ver que se trataba nada menos que de Fabiana Cantilo. Divertida y muy relajada, puso su preciosa voz en Igual que ayer”. A ello siguió un  imponente momento rockero con “Traje de Dios”.

Otro de los invitados fue Dread Mar-I, quien cantó “Cerrar los ojos”,  regalando un festejado segmento reggae, que fue sumamente ovacionado.  También hubo un recorrido por canciones de  los discos anteriores: el viento sur se hizo presente en “Tu nombre y el mío”. Luego llegó la celebrada “Azúcar del estero”. La emoción siguió con “La última prosa” y “Puente”, tema con el que Lisandro homenajeó a la Patagonia.

A mitad del show presentó a su banda, los “Azules Turquesa”: Carli Aristide en guitarra y charangos, Martín Casado en batería, Rocío Aristimuño en percusión y coros, Leila Cherro y Lucas Argomedo en bajo y María Laura Bertero en violín. “Buenos músicos y  hermosas personas”, destacó Lisandro. A continuación expresó: “quiero presentar a una de las mejores voces de la Argentina. Estoy hablando del señor Gabo Ferro”. Desde la intensidad de los instrumentos de cuerda, comenzó a sonar “Green Lover” (dedicada  a las Abuelas de Plaza de Mayo). Muy elogiado, Gabo logró erizar la piel de todos, a partir de un fragmento sumamente conmovedor,  en el que la poesía se hizo canción (“Llevo valor, llevo juventud, llevo mi fe en volver, amor, llevo cartas que nunca te di, llevo la luz que nos despertó”).

Desde un destacado juego sonoro, el músico sureño cautivó a todos con una colosal versión de “Anfibio” (el primer corte de difusión de su nuevo álbum). Canción que en vivo permitió vislumbrar la grandeza de su capacidad compositiva. A su vez, los presentes asistieron a una experiencia llena de conceptualismo audiovisual mediante una estética impactante, donde el exterior y el interior se conectaron gracias a proyecciones en la que la ciudad se fusionó con imágenes de agua, cielo y viento. “Voy a invitar a una cantante que conocí gracias a su hermosísimo disco”, anunció Lisandro. Con un fuerte aplauso, subió al escenario la compositora Luciana Jury, quien conquistó a los presentes al cantar a duo “El plástico de tu perfume”. Se trató de la revelación de la noche.

Entre canción y canción, el artista patagónico interactuó con el público demostrando todo su cariño. Con total soltura y felicidad absoluta, Lisandro se desplazó por el escenario contagiando su alegría. Posteriormente expresó: “voy a presentar a mi dama de honor”. Rápidamente, apareció en el escenario Hilda Lizarazu. La talentosa cantante, dueña de una voz angelical, desplegó todo su encanto en “Me hice cargo de tu luz”. Luego, tuvo lugar la llegada directa al oído de “Por donde vayan tus pies”, una melodía impregnada por el aura y la esencia luminosa de Lizarazu, quién hizo emocionar al público presente, en un momento sumamente intimista, que fue creciendo a medida que avanzaba la canción.

Cuando se comenzaba a vislumbrar el desenlace, apareció en escena Boom Boom Kid, a quien Aristimuño dijo admirar “no solo por su música y su trabajo, sino también por su misión, su lucha y su batalla por la música independiente y la autogestión”. Ambos cantaron “How Long”. El arte y la pasión se hicieron  movimiento y la canción culminó a puro flamenco de la mano de Vico Zapata y Rocío Aristimuño, quienes a partir de palmas y  zapateo, demostraron todo su talento en una danza que alimentó el espíritu. Los dos quedaron solos junto a Lisandro, unidos por un  profundo lazo que los conectó en el escenario de manera  sublime. Entregados en cuerpo y alma al público, se fueron despidiendo. Pero la gente seguía ubicada en sus butacas sin moverse. Las voces eran reiterativas: todos al unísono exigían un tema más.

Para el momento del bis, Aristimuño regresó y regaló “Canción de amor”. Luego, poco antes del adiós final, se oyeron varias voces pidiendo: “Tocá Blue Lisandro, por favor”, el cantautor accedió, muy predispuesto  brindando también una gran versión de “Es todo lo que tengo y es todo lo que hay”. Las sonrisas se multiplicaron y los intensos aplausos de pie coronaron este conmovedor espectáculo en el que, gracias a Lisandro y a los Azules Turquesa (quienes sienten la música generando una energía expansiva), cada instrumento se combinó perfectamente para  hacer vibrar a los espectadores en un  mágico show, marcado por dos infinitivos: compartir y disfrutar.

Aristimuño logra convertir paisajes en melodías y  sentimientos en notas, invitando a sentir la armonía de los sonidos, abrazando la música como máxima expresión del corazón.  La gira anfibia continuará el 24 de agosto en La Plata, siguiendo por Rosario, Córdoba, San Juan y Mendoza, para finamente desembarcar en Chile y Uruguay, lo cual permitirá, desde infinitos territorios, seguir de cerca la belleza escénica y sonora de esta verdadera obra de arte, en la que cada noche y cada concierto darán lugar a momentos sumamente memorables.

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