Desierto Sonoro, de Valeria Luiselli, es la ganadora del Premio Rathbone Folio de este año. ¿Cuáles son las claves de un libro que nos invita a reparar en la importancia del sonido en el relato de una vida?

Por Agustina del Vigo

 

Año 2015. Es verano y Valeria Luiselli está en Berlín, en la Akademie der Künste. Ordena, al fin, el puñado de notas que tomó durante un año.

Año 2016. Es verano y Valeria Luiselli se sienta en un departamento apenas amueblado en París. Escribe su tercera novela sobre la trágica migración de los niños a través de la muralla que separa México y Estados Unidos. Escribe en un departamento situado sobre la famosa librería Shakespeare & Company, donde otros escribieron antes que ella y donde se reencuentra una de las parejas más románticas de Hollywood en la película Antes del atardecer.

Año 2020. Comienza el otoño en el hemisferio sur y Valeria Luiselli, después de 5 años de intenso trabajo para el texto y sobre el texto, gana el Premio Rathbones Folio 2020. Este premio se creó en 2013 para elegir las mejores obras escritas en inglés, publicadas en Inglaterra, en las que “el tema explorado alcance su más excitante y conmovedora expresión”. A siete años de creado el premio, cuando las hojas tapizan las veredas, y a dos días de que se decrete en Argentina el aislamiento obligatorio por la crisis del Covid-19, Luiselli se convierte en la primera ganadora mujer del concurso.

El principal criterio de elegibilidad del Premio Rathbone Folio es simple: dar a conocer las mejores obras de ficción de estos tiempos, sin importar el género y la forma.  En este sentido, Desierto Sonoro hace honor a su premio. El libro fue publicado en Argentina por la editorial Sigilo en 2019 y escrito originariamente en inglés por la autora mexicana, llamado The Lost Children Archive [El Archivo de los Niños Perdidos]. Luego, fue traducido también por ella con la colaboración de Daniel Saldaña París.

Esta novela no es ficción ni transcripción directa de la realidad —como nada lo es—. Podría catalogarse como ficción autobiográfica. Pero también es algo más: un diario sobre el cotidiano íntimo de una familia que se está rompiendo, un intercambio de voces entre madre e hijo, un álbum de fotos y un manual detallado de cómo se construyen los libros que nos mueven.

¿Por qué este libro mereció uno de los premios más importantes en el mundo de la literatura en inglés? Quizás es porque buena parte de la novela es sobre un road trip y viajar es una de las características que la modernidad hace tiempo decretó para identificar sujetos exitosos y felices. Puede ser también porque Luiselli nos deja viajar hacia la realidad insoportable y dolorosa y volver para preguntarnos qué de todo lo que tiene este libro es “real” y qué será inventado. Sea como fuere, mientras hallemos algunas respuestas que nos ayuden en nuestras búsquedas existenciales —¿cómo se construye el amor? ¿por qué desaparece? ¿qué mueve nuestros deseos?—, es probable que toleremos la incertidumbre.

“Sobre todo, estoy aliviada porque entregar un premio literario en estos tiempos significa que todavía creemos en lo que hacemos. Significa que todavía creemos en los libros como vehículos de algo más grande que nosotros, algo que nos sobrevivirá”, dice Luiselli en el sitio oficial después de ganar el premio.

Lejos de la escritura puramente testimonial, del “mal famado” género de la autoficción, Luiselli relata a Infobae el momento en el que entendió que si se apegaba a la ficción o a la realidad no iba a poder hacer “ningún libro que estéticamente fuera interesante”.

¿Qué es lo estéticamente interesante? Puede ser una obra cuyo título, como ocurre en Desierto Sonoro, nos plantee desde el vamos una contradicción, una incomodidad. O una donde se pueda sostener con éxito una historia por casi treinta páginas sin usar un punto. O quizás sea una obra que nos haga detener en eso que nos rodea todo el tiempo y en lo que, sin embargo, rara vez reparamos, como el sonido de nuestra pava previa al mate, de nuestro gato acurrucándose en el sillón, del roce del cuchillo que unta una tostada. Una obra, en fin, que nos demuestre que dar cuenta de los sonidos también es parte importante en el relato de una vida.

Desierto Sonoro es también un libro estéticamente interesante porque plantea al menos dos preguntas que hoy nos conciernen más que nunca: ¿Por qué nos acostumbramos a coleccionar y archivar tantas cosas en un acto de “inactividad cargada de posibilidad”? Y ¿cómo podemos retener el presente sin transformarlo, tecnología mediante, automáticamente en pasado? “Si pudiera subrayar simplemente ciertas cosas con el pensamiento lo haría”, dice la primera protagonista de este libro, la madre de la familia. El punto es que no podemos. Y sobre esa contradicción tan evidente como inevitable, Valeria Luiselli construye uno de los libros más desconcertantes y admirables de nuestra era. //∆z