Mañana a las 20hs. en la Feria del Libro presentaremos la antología de nuestra sección Remeras Rockeras. Aquí un adelanto del prólogo, escrito por Joel Vargas.

¿Por qué elegimos usar una remera rockera? ¿Para mostrar nuestros gustos como bandera? Sí, claro. ¿Para estar a la moda? Doy fe de que varios lo hacen. ¿Por amor? Seguro. ¿Por capricho? No creo. ¿Por necesidad? Puede ser. ¿Para pertenecer a algo? Obvio, la remera es un rasgo de identidad. ¿Para llamar la atención? Por supuesto.

Todavía me acuerdo de mi favorita: una casaca magenta que decía Korn en letras blancas. Sí, ¡magenta!, el mismo color de una de las fichas del TEG. Me encantaba ir a la cancha con esa, ser un puntito fucsia eléctrico, una fichita zarandeada por la marea azul y amarilla. En fin, la elección de un trapo estampado puede querer decir muchísimas cosas. Este libro viene a desentrañar algunas. Recoge anécdotas de todo tipo: confesionales, iniciáticas, nostálgicas, escépticas. Retazos de la vida de escritores, músicos, periodistas, que salieron publicadas originalmente en ArteZeta entre los años 2012 y 2016.

¿Esta antología también habla del paso del tiempo? Sí, cada palabra es un grano de arena que empuja a otra palabra, y a otra, y a otra, y a otra. Partículas que se deslizan como un río por el cuello de un reloj de arena, bocetando líneas temporales, tirando data. Los recuerdos al servicio de un relato. Y todo buen narrador que sabe cómo es el yeite endulza un poquito el asunto, juega con su memoria. Agranda, suprime: construye un pasado glorioso o en ruinas, un deber ser dictado por la nostalgia. Porque cuando la narración es una maquinaria perfecta llega a confundir lo que pasó con lo que no pasó.

¿Acá hay mística? Mucha. Los textos que siguen le otorgan un valor simbólico muy fuerte a la ropa. Las remeras tienen una vida útil muy finita —se pierden, se dejan de usar, van a la basura, se encogen, o simplemente dejan de existir por tanto uso— pero las añoramos porque son el reflejo de una época, los años felices para unos o la derrota absoluta para otros. Entonces que estos relatos hablen de una remera es una excusa: esta selección —permítanme la grandilocuencia— es una historia del rock mundial en primera persona.//∆z

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