Tras cinco años sin editar nuevo material, Me Darás Mil Hijos lanza Santo Remedio. Un disco de doce canciones con sonidos puros y directos que enlazan el folk, los ritmos latinoamericanos, el tango y el rock. Un giro sorprendente y victorioso que demuestra la gran evolución de la banda.

Por  Nayla Madia

La música como expresión artística tiene lugar en nuestras vidas de una forma muy particular. Somos criaturas musicales por excelencia, los sonidos se instalan en nosotros y nos llenan de vitalidad. Toda esa fortaleza  en términos auditivos es la que llega a los oídos al escuchar Santo Remedio, el nuevo disco de Me Darás Mil Hijos, la banda integrada por Mariano Fernández (guitarra criolla y voz), Santiago Fernández (guitarra criolla, cavaquinho, acordeón), Gustavo Senmartín (guitarras, acordeón), Federico Ghazarossian (contrabajo) y Gaspar Tytelman (batería y percusión).

Este nuevo álbum –el cuarto dentro de la discografía de este peculiar grupo que ya lleva una década de carrera artística- fue grabado en los legendarios Estudios Ion y se caracteriza por presentar doce canciones en las que se evidencian sonidos puros y directos, que enlazan el folk, los ritmos latinoamericanos, el tango y el rock.

El disco nos recibe con la frescura y energía de “Agua del río”, canción que desde la primera escucha atrapa al oyente a través de una fascinante base de percusión. Luego, la profunda voz de Mariano Fernández abre el telón para dar lugar a “Lo que nos pasa”, una melodía romántica que se centra en exponer los vaivenes que giran en torno al amor, recreando una atmosfera reflexiva de gran emotividad. En esta línea, también se ubica la  seductora “Merienda”, canción que instala un tono más pausado y contemplativo, mediante una lírica que se desliza con sutileza (“Y ahora tus manos destejen la tarde en silencios partidos”).

La celebración sonora llega con “Pasillo hacia el río”. A partir de un brillante juego de voces a cargo de Soema Montenegro y Rodrigo Guerra, las palabras y los sonidos se conectan con ritmo y movimiento. Este clima chispeante continúa bien arriba con “Santo Remedio”, tema que, gracias a los coros y a la onda expansiva que transmite, se transforma instantáneamente en un verdadero himno. Una canción con aires festivos ideal para subir el volumen y cantar el estribillo al unísono.

Otro punto fuerte del álbum es “Corazón (autocríptico)”, un tema que combina el folk con un marcado tono rockero en el que los acordes de guitarra eléctrica ingresan con fuerza. A ello se le suman variaciones rítmicas conformadas por segmentos acústicos que acompañan una letra intensa y llena de tensión (“corazón sin paz, todo lo demás vendrá”). Luego, a partir de un relato (a cargo de Daniel Melingo) que corre como una brisa llega “El inadecuado” una canción aterciopelada, bella y emotiva que brilla por la combinación del contrabajo y el violín a cargo de Christine Brebes.

La lista sigue con “Esta no es una canción de amor” y “Canción desordenada”, dos melodías que gracias a la presencia del cavaquinho (instrumento portugués de cuatro cuerdas) logran conformar un manifiesto único desde el punto de vista musical. Posteriormente, “Cicatriz” vuelve a conectar la escucha con esa necesidad tan esencial de sanar y crecer (“Y lo real es que ahora hay luz en mi ventana,  que tu calor le da sentido a la mañana”). A continuación, demostrando que la alegría siempre tiene la capacidad de brotar y superar cualquier otro estado anímico, “Tempranito” nos acerca una segmento auditivo centrado en el esfuerzo, la tenacidad, y el entusiasmo por vivir la vida, más allá de  las adversidades. (“Voy canturreando una canción, una que habla de seguir, seguir remando. Siempre, con lluvia o con sol, haga frío o calor”).

La grandeza del disco se intensifica con “El Reflejo”, canción que conjuga las imágenes del amanecer, el río y la lluvia dando lugar a un torrente emocional. A ese paisaje, se le suma el esplendor que transmite la voz de la cantante y compositora Liliana Herrero, quien convierte esta melodía en una pieza sonora épica, que va creciendo hasta desencadenar un final sublime.

Santo Remedio es un álbum hecho con profesionalismo y pasión, que demuestra la gran evolución del grupo. Durante 48 minutos y a lo largo de doce canciones, Me Darás Mil Hijos muta, explora e innova, logrando un giro sorprendente  y victorioso. Para la banda son tiempos de unidad, libertad y avance. Es momento de que los sonidos continúen expandiéndose por los territorios y florezcan los sueños.//z

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