En su primera vez en el Teatro Vorterix, Jauría despidió su disco debut, presentó canciones nuevas y desempolvó viejas gemas de Attaque 77.

Por Matías Roveta

Fotos de Flor Videgain

El Indio Solari y Ciro Pertusi son dos hombres idénticamente obsesionados con los perros. Pero mientras en la prosa del primero el perro se transforma en un concepto fetiche utilizado para describir todo tipo de conductas humanas– la del miserable en “Cruz Diablo”, la del represor en “Vencedores Vencidos”-, en el caso del segundo la figura del can simboliza un único y claro significado: la libertad. Se trata de la metáfora de aquel que puede mudarse de territorio (artístico) sin tener que rendirle cuentas a nadie, y que maneja sus tiempos y necesidades sin obligaciones de rutina. Esto último podría aplicarse a la vida de cualquier rocker, pero en el caso de Pertusi- quien abandonó el éxito probado de Attaque 77 para seguir su instinto musical y correr riesgos al formar Jauría, su nueva banda-  cobra más sentido aún. Si bien los perros ya habitaban el imaginario de sus letras desde hace tiempo (“El Perro”, “Ojos de Perro” o “Plaza de Perros”, por citar solo algunas canciones), es ahora con Jauría cuando esa prédica libertaria se tradujo en actos concretos.

Y no se trata del caso típico del perro callejero y solitario. Jauría es, como su nombre sugiere, una banda. Se trata de la conjunción de cuatro tipos que, luego de años fructíferos con sus respectivas grupos anteriores, coincidieron en la misma búsqueda artística y se lanzaron a nuevas aventuras sin saber qué reparará el futuro. Más allá de la lógica preponderancia compositiva de Ciro Pertusi, el resto de los miembros es igual de importante: sobre el escenario del Teatro Vorterix quedó claro, por un lado, que el verdadero corazón de la banda es el ex El Otro Yo Ray Fajardo (golpea con tanta demencia los cuerpos de la batería que, luego de tocar “El Tiempo”, quebró uno de sus platos) y, por el otro, que el todo es más importante que la suma de las partes: la ausencia de el ex Cabezones Pichu Serniotti (quien se alejó de la banda para embarcarse en un viaje personal alrededor del mundo) no se nota gracias al aporte de Sebastián Ambesi en guitarra solista, quien junto a su hermano bajista Mauro son una suerte de escuderos anónimos, los que hacen el trabajo invisible para que se luzcan los demás.

El show en Vorterix encontró a Jauría en un momento especial. Desde hace unos meses están preparando su segundo disco en los estudios Panda, y por eso aprovecharon la oportunidad para seguir presentando nuevas canciones: el punk combativo de “No pertenecemos” (fue lanzado como sencillo el año pasado) y “El puente más allá de lo vivido”, que integrarán el sucesor de Jauría (2010). También la excusa era “despedir” al primer álbum de la banda, y así desfilaron casi sin respiro los mejores temas de ese gran disco debut: la apertura con “Religionaré” (la canción más Attaque de Jauría), el rock apocalíptico de “Guerra de las Galaxias” y “Océano Anárquico”, la clásica veta pop de Pertusi en “Austin”, la declaración atea en clave punk rock de “Adiós a Dios” (que incluyó como invitado en guitarra a Mauro Ruda de Telepod y tiene una de las mejores letras de toda la carrera de Ciro Pertusi: “Pobre Dios / sin plan B / Todopoderoso / no puede con su propia creación”) y ese temazo que es “Ascenso”, que con su letra introspectiva resume los porqué de la salida de Ciro de Attaque 77.

Durante varias partes del show Pertusi dialogó distendidamente con el público y hasta solicitó que le pidieran canciones. El tono descontracturado fue una constante y sirve para comprender cuán seguros están estos tipos de lo que hacen, se nota que lo disfrutan. Jauría es una banda con entidad propia y sus canciones son igual de festejadas que las viejas gemas de Attaque 77 incluidas en el setlist: “Consejos del Abuelo”, “Áspero”, “Píscis”, “Espejo” y “Santiago”. Solo dos himnos hicieron delirar a la gente y funcionaron como golpes nostálgicos: “Donde las Águilas se atreven” y “No me arrepiento de este amor”. Pero queda la sensación de que Jauría está consolidando su presente como banda única, nueva. Respetando el pasado, pero mirando hacia el futuro. En la misma noche en la que Attaque también tocaba (en el Auditorio Oeste junto a Bulldog), Ciro Pertusi se dio el gusto de llenar el Teatro Vorterix y justamente él parece ser quien encarna para los fans el legado de su ex grupo. Sí, igual que el Indio.