Con una monumental puesta en escena, un sonido impecable y una lista imbatible, los irlandeses dieron el primero de sus tres shows en Argentina.

Por Matías Roveta

Cuando a las 21: 40, las luces del Estadio Ciudad de La Plata se apagaron y sonaron los acordes de “Space Oddity”, para todos aquellos que observaban todavía atónitos la magnitud del escenario todo empezó a comprenderse: es que la puesta en escena del U2 360° Tour está atravesada por la idea de rock de otro mundo; de otro planeta. Y esa idea le debe mucho al concepto de Ziggy Stardust (1972) de David Bowie, un álbum lleno de metáforas espaciales y consignas cósmicas. Pero U2, que demuestra con cada nueva gira que siempre se puede ser más grande, a través de su escenario construyó su propia estación espacial: “La Garra”, una plataforma enorme de 400 metros cuadrados y columnas de 50 metros de alto, rámpas móviles por donde Bono y The Edge juegan y caminan, una majestuosa pantalla circular situada en la parte más alta del escenario y montada con miles de pantallitas leds, 8 torres de sonido y, lo más importante, vista de 360 grados para que los músicos tengan la visual “limpia” hacia todos los sectores del estadio.

Eso que desde lejos impone e intimida, y que se parece más a una verdadera nave del espacio exterior aterrizada en la ciudad de la Plata que a un escenario, es desde donde el cuarteto irlandés despliega el show más grande y megalómano en la historia del rock. Para U2, lo más importante en esta gira es la idea de “intimidad”. Decidieron instalar semejante escenario para estar más cerca de la gente; y aunque suene paradójico lo logran: “La Garra” todo lo vuelve chico, y el moderno Estadio de La Plata queda empequeñecido al lado de tamaña mounstruosidad, permitiendo que la gente se sienta más cerca de sus ídolos.

Pero más allá de los delirios de grandeza, lo que acá hay son grandes canciones. Para U2, la estética estrafalaria es correspondida con música de calidad, con himnos imbatibles. El show lo abrieron con “Even Better Than the Real Thing” (que no la tocaban en vivo desde la gira Elevation Tour de 2001) y los recuerdos de ese sonido sensual, profundo y electrónico del disco Achtung Baby (1991) vuelven a la cabeza. Lo mismo se repitió con “Mysterious Ways” y “Until The End of The World”, ambas de ese mismo álbum y tocadas en esa primera parte del show, más caracterizada por un ritmo festivo y frenético, y por un pulso de electro rock. Allí, desfilaron clásicos como “Elevation” (el primer gran momento de la noche que hizo verdaderamente temblar al estadio) o “I Will Follow”, que trajo directamente a los 80’ a la memoria, y también algunas canciones del último disco de estudio –No Line On The Horizon (2009), la verdadera excusa de esta gira-, como el furioso glam rock de “Get on Your Boots”, o el mix de programaciones y puros signos U2 en “Magnificent”: el limpio destello de la voz de Bono y el resplandor de la guitarra de The Edge.

El primer momento emotivo llegó con la inmortal “I Still Haven’t Found What I’m Looking For”, del disco The Joshua Tree (1987), con imágenes del desierto de Colorado en las pantallas, más esos clásicos punteos elegíacos de la guitarra de The Edge, mezcla de esperanza y desolación, y con Bono llegando a las notas más altas que le permite su amplio registro vocal, en los versos, y dejando el estribillo en manos de la gente. El final de la canción lo engancharon con “Three Little Birds” de Bob Marley, algo que repitieron con “Blackbird”, de los Beatles en el final de “Beautiful Day”. A partir de allí, Bono se puso en ese rol de predicador y militante por la paz y los derechos humanos, haciendo participar más a la gente (en “In a Little While”, hizo subir a una chica del público para acompañarlo en los coros) y adoctrinando con mensajes leídos desde las pantallas: el relato del pastor africano anti-Apartheid Desmond Tutu abogando por la paz o el pedido de adscripción a la causa “One Love”, para donar recursos para los castigados países del continente Africano. En ese sentido segmento del show, no faltaron las canciones más concientizadoras del repertorio de U2: la referencia al “Domingo Sangriento” en “ Sunday Bloody Sunday”, con imágenes de los conflictos en Egipto y en el mundo Árabe, y el machaque de hierro de la bata de Larry Mullen Jr. conduciendo la canción secundado por el sólido galope de Adam Clayton con su bajo, la dedicatoria de “Walk On” para la activista birmana Aung San Suu Kyi (“La Mandela asíatica”, en palabras de Bono), y la plegaria de amor y paz mundial en “One”, donde a Bono parece estar por quebrársele la voz mientras dice eso de “Love is a temple, love is a higher law” (“El amor es un templo, el amor es una ley suprema”)…

En el medio, hubo lugar para todo: desde Bono bromeando con alter égos para cada uno de los músicos de U2 al momento de presentar a la banda (él sería Tevez; Edge, Zanetti; Larry, Messi y Clayton, el “Pipita” Higuaín). Hasta The Edge cantando en vivo el feliz cumpleaños a “un gran amigo”.

El escenario también pareció cobrar vida propia: cerca de los bises, las pantallas de leds se abrieron formando una especie de colmena gigante y multicolor. El imponente juego de luces y tecnologia futurista sirvió de telón de fondo para que U2 recordara su anteúltimo disco –el gran How To Dismantle an Atomic Bomb (2004)– con la energía rockera de “Vertigo” y los hermosos punteos de The Edge en “City of Blinding Lights”, otro punto alto del show.

El final fue a la altura de semejante show: dejaron para los primeros bises a “Where The Streets Have no name” (“Like here in la Plata, it’s perfect”, bromeó Bono) y ese riff de The Edge que eriza la piel, y luego pasaron la explosión rockera de “Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me”, la tierna balada “Whit or Whitout You” ,y la desgarradora y épica “Moment of Surrender”, que cerró el show y tuvo a The Edge alternando solos de piano y punteos de guitarra. Bono, como una especie de embajador político siempre condescendiente y líder carismático, se despidió con un “Son lo más”, en español forzado, dedicó la canción a Gustavo Cerati y pidió por su pronta recuperación. “Enviemoslé todo nuestro amor, él nos va a escuchar esta noche”. Ojalá.