Cajas mágicas brinda un amplio espectro de análisis alrededor de la televisión pública en América Latina. Qué, cómo y para qué llevar adelante una comunicación de calidad que combine información, educación y entretenimiento.

Por Pablo Díaz Marenghi

“Estar frente a la televisión es la actividad en la que más tiempo invertimos, solo superada por el que dedicamos a dormir y a trabajar”. Así comienza la introducción del libroCajas mágicasescrito por Luis Arroyo, Martín Becerra, Ángel García Castillejo y Óscar Santamaría, especialistas de medios de comunicación, donde se analiza en profundidad la situación de la televisión pública en América Latina desde múltiples vertientes, se brinda un diagnóstico de sus actuales falencias y aciertos y se auguran posibles cambios que permitirían impulsar su desarrollo. Cuál es la importancia de la Tv pública en el desarrollo humano y cultural de la población latinoamericana y por qué es necesario profundizar su  debate son algunas de las cuestiones que este libro intenta responder.

“Los medios públicos de comunicación pueden contribuir al bien público”, afirma el texto al mismo tiempo que dispara las siguientes preguntas a analizar: ¿Qué son y para qué sirven los medios públicos de comunicación, en particular la televisión? ¿Qué programación deberían emitir? ¿Quién y cómo debe financiarlos? ¿Cómo pueden regularse? Cajas Mágicas se vale de una prosa clara y no críptica, como acostumbran ser muchos textos académicos, para situar históricamente a la televisión pública, desmembrar a los diferentes actores participantes en ella e hilvanar una serie de horizontes que la misma debería –o podría– cumplir basados en tres aspectos que los autores consideran fundamentales : informar, educar y entretener.

Arroyo, Becerra, Santamaría y Castillejo realizan un amplio racconto de los orígenes de la Tv pública en el mundo. Puntualizan la primera transmisión en Londres, en el año 1936 a cargo de la BBC. Su director general, John Reith, fijó en un libro los que para él eran los cuatro puntos a seguir para toda televisión pública: anteponer el servicio público por encima del comercial, cobertura nacional, un sistema de control y de operaciones centralizado y altos estándares a la hora de establecer su programación. México fue el pionero en América Latina, en 1950, y la Argentina recién realizaría debutaría un año más tarde, con los discursos de Perón y Evita en el Día de la Lealtad desde la Casa Rosada. Luego, los autores señalan paralelismos entre los servicios de Tv pública en Estados Unidos y Europa. Pese a desarrollarse a la par, marcan una diferenciación clara que dispara un punto clave en este debate: ¿Cómo realizar una tv pública educativa, informativa y entretenida que dispute con las cadenas privadas y no quede relegada a públicos de nicho? ¿Es posible realizar propuestas audiovisuales que aporten contenidos culturales y al mismo tiempo capten la masividad de la audiencia?

El texto señala las dificultades que la TV pública en América Latina debe afrontar. Una de ellas es que los medios, desde su aparición y hasta los años ochenta, “su propiedad y gestión estaba en manos de grupos empresariales de carácter familiar, que poco a poco fueron expandiéndose y dieron lugar a los gigantes conglomerados que controlan y concentran la propiedad de dichos medios en la región, también en nuestros días, aunque ya en la dinámica marcada por la globalización y las alianzas empresariales internacionales”. Casos como el de la familia Noble –Grupo Clarín– o Mitre –La Nación– son claros ejemplos en nuestro país. Un segundo factor conflictivo es el uso de los canales públicos por los gobiernos de turno, los cuales los convirtieron en canales gubernamentales, con opiniones unívocas y pluralidad de opiniones escasa lo cual generó desprestigio y falta de credibilidad acentuada en los años noventa. Los autores señalan que aún hoy se repite este fenómeno aunque en países como Paraguay, Ecuador, Brasil y Argentina, se están llevando adelante inversiones para impulsar el desarrollo de la calidad de la televisión pública con intención de masividad.

El libro también señala las tres grandes crisis sufridas por los medios públicos en Latinoamérica: crisis de audiencia, de legitimidad política e institucional. La convergencia tecnológica, junto con Internet y el advenimiento de la Televisión Digital Terrestre (TDT), son herramientas de las cuales la Tv pública puede valerse para apelar a una audiencia mayor. Los autores sentencian: “el Estado, de no corregir problemas endémicos de semejante envergadura, podría correr el riesgo de quedar relegado a la función de simple observador del libre juego de la oferta y la demanda, mientras los grandes concesionarios privados ven ampliadas considerablemente sus prerrogativas y perspectivas de negocio”.

Cajas mágicasse detiene por un momento, recalcula y pregunta: ¿De qué hablamos cuando hablamos de medios públicos? El profesor Antonio Pasquali en su definición da una respuesta: “ no pertenece a privados; es mayoritariamente financiado con dinero público; tiene autonomía e  independencia política ante el Poder Ejecutivo y autonomía ante los poderes económicos; es un servicio no-gubernamental y desgubernamentalizado; está bajo supervisión del Poder Legislativo o de una autoridad especial supra partes y aplica criterios de par condicio, es decir, de equilibrio en el tratamiento de la política interna; ofrece servicios diversificados, complementarios y universales (maximización de coberturas y atención a todos los estratos socioculturales); se impone a sí mismo elevados estándares cualitativos y de moral social”. No es necesario aclarar que los medios públicos no cumplen con esta condición pero hay ciertas zonas grises que los autores destacan y podrían auspiciar un futuro prometedor en la comunicación pública. La definición de Pasquali sirve como horizonte de expectativas a la hora de pensar en torno a la televisión pública.

Medios públicos con participación del Estado para responder a la demanda social de información, formación y ocio para todos por igual y sin importar las condiciones económicas y de clase. Difundir y proporcionar los valores de la cultura nacionales y regionales, favorecer la participación ciudadana y garantizar la libertad de expresión e informativa. Otra dificultad de la Tv pública es el control de los contenidos, ya que la creación de un ente parlamentario para la realización de dicha tarea no es garantía. La pauta oficial puede fijar ciertos límites a las líneas editoriales de los medios y es algo que en la televisión pública no debería pasar, en pos de la pluralidad de información y actores de la sociedad que deberían tener voz allí.  Preguntas con múltiples respuestas que el texto intenta desgranar y responder.

Al cierre, el texto despliega una propuesta global de medios públicos para América Latina. “El papel de los medios públicos latinoamericanos debería servir para informar, educar y entretener pensando en el interés general de una sociedad, de forma plural, no excluyente y recogiendo la realidad de sus respectivos países”. Resalta la función social que deberían cumplir estos medios y puntualiza una serie de recomendaciones que podrían impulsar su desarrollo hacia este enfoque.  En resumen, el libro brinda un panorama clave respecto a las dificultades, aciertos y falencias de la televisión pública en América Latina y enriquece un debate que urge en tiempos donde el rol de los medios de comunicación es cada vez más discutible. Temas como el rol de las TICs y la emergencia de la TDT cargan de contenido un debate necesario, que la obra de Arroyo, Becerra, Santamaría y Castillejo se encarga de profundizar aportando una pieza clave en el debate tanto académico, mediático y social.//z