Seeds, lo nuevo de TV On The Radio está entre los 10 mejores discos del año en la votación general de la Redacción Zeta, pero quien escribe esta reseña no está muy de acuerdo con ese resultado y argumenta al respecto. ¿Contradicción? No, periodismo independiente.

Por Patricio Cerminaro

Cuando estés feliz, ahí no podrá estar TV On The Radio. Cuando quieras llorar, pues ahí tampoco podrá estar TV On The Radio. Cuando quieras cabecear a la pared, Tv On The Radio tampoco estará. Ni en esos momentos, ni en tu casamiento, ni en tu funeral, ni en una noche de soltero, ni en una tarde melancólica, tampoco en una navidad ni si estás planeando matar. TV On The Radio es indiferente a las emociones, es la apatía hecha ruido.

Tantas veces se ha hablado de aquellos guitarristas virtuosos, que engordan compases con notas que corren más rápido que la velocidad del oído, y se los ha señalado como los principales destructores del sentimiento en la música. “Vai no pone huevo” han dicho varios, “Petrucci no tiene corazón” otros y hasta algún gracioso se animó a decir “a Satriani no se le mueve un pelo cuando toca”. Pero lo cierto, señores, es que, aunque solamente sea en el campo de lo sonoro y no de lo visual, esos velocistas de las seis cuerdas son simples timadores al lado de los TV On The Radio; asesinos seriales de la pasión.

Seeds, el quinto disco de la banda nacida en Norteamérica, comienza con el ritmo cansino de “Quartz”, que, como casi toda la placa, abusa del recurso de soplar con aire asiático. “Could You” cambia el tempo y quiere ponerse alegre, pero es imposible saberlo. Si su música nunca estuvo triste ni enojada, por falta de contraste, nunca podrá estar feliz. La que salva el rato, la que vale por diez, es la vitamínica “Happy Idiot”, monumento al hi-hat, la que resta capas sonoras para ganar en impulso melódico, obligándote a latir con ella. De allí en más restan ocho tracks, aunque podrían sintetizarse en uno, porque no hay sorpresa, ni cambio de ritmo, tampoco fantasías ni gambetas al oyente.

En la época descartable, donde todo está hecho para prescindir de la re-lectura, TV On The Radio aporta una gota más al mar de información que supuestamente el oyente necesita, pero aprovechando otro de los highlights de los tiempos corrientes, ayuda a ahorrar espacio en los discos duros de los reproductores portátiles, aportando dos o tres canciones interesantes para una reproducción aleatoria y casi obligando a eliminar las demás. De esa manera, quizás, todo el primer párrafo podría estar equivocado, porque, siguiendo con la enumeración de características del siglo XXI, el mundo vive con auriculares puestos y los momentos claves se musicalizan en shuffle. Solo así podrías casarte, amar o morir escuchando TV On The Radio.//z

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