La banda que rinde tributo a Turbonegro se presentó en The Roxy Live con una catarata de hits bajo el brazo para el delirio del público. Rock desenfrenado, glamour, cotillón y sorpresas. Fiesta escandinava al compás del death punk turbonegrense.

Por Gabriel Feldman

Fotos: Pablo Lakatos

Domingo en la city porteña. Día pesado, la espesa Buenos Aires se derritió. ¡Nos derretimos sucesivamente! Parecería que estamos hechos de cera y nos acercaron un mechero para que acelere nuestra descomposición. ¡Qué gusanos ni gusanos, la humedad es la que nos descompone! Y con este panorama, hasta la brisa más ínfima es vanagloriada como si fuera el huracán que nos sacará de este calor insoportable y nos depositará en ambientes cálidos. Pero no. Para colmo la promesa de rock te convierte en un kamikaze para sumergirte en el calor de las huestes que claman por llenar sus oídos.

En el barrio de Palermo, donde pululan especimenes de todo tipo –desde promotoras con promesas de fiesta en un bar nuevo, headbangers rudos con barbas y tatuajes, hermosas señoritas devenidas en leopardos por el animal-print hasta borrachos varios bañados en alcohol antes de las 12–, el Turbobardo volvía a los escenarios después de dieciocho meses. Sí señores, Turbobardo, la banda argentina que rinde tributo (y fidelidad incondicional) a Turbonegro hizo de The Roxy Live su guarida y hasta allí fuimos. Extravagancia  y rock escandinavo desenfrenado en clave argenta. Todo en una sola noche.

Turbonegro, mítica banda de origen noruego, cosechó miles de fanáticos en todo el mundo. Así como Kiss con la Kiss Army, ellos tambien tienen su grupo de fans: los Turbojugends o La Juventud Turbonegro. Acá la Turbojugend criolla late y algunos músicos que la conforman fueron más allá. En 2006 decidieron juntarse a tocar los mejores temas del grupo escandinavo. Así nació Turbobardo, la banda que integran Sebastián “Dana” Alfonso en voz (ex Sickness, Liars & Cheats), Jeremías Stutz en guitarra (Sick Porky), Esteban “Tebi” Capuano en guitarra (Los City), Juan Pablo “Astilla” Dominguez en bajo (ex Burning Fingers, ex Niños Enfermos), Adrián Undurraga en batería (Clinch), y Pablo Mesplede en coros, teclado y percusión.

Pero ojo, para esta fecha “Dana” Alfonso no iba a ser de la partida y Turbobardo prometía un nuevo integrante. “Con una sorpresa infalible que viene llegando en skate”, comentaban en Facebook. “…se trata de un pionero y referente indiscutido de la escena punkrocker local, y un devoto fanático de los noruegos”. ¿Ya lo sacaste…? A priori te digo que cumplieron.

Cosmopeluza calentó aún más el ambiente con Incendiario bajo el brazo. A puro riff y con la potente voz de Analía Ricciolli acortaron la espera para la turbojugend y curiosos que ya se iban adentrando al recinto. Aquél que suponía que el rock es sólo cosa de hombres, muérdase la lengua y escuche Cosmopeluza.

Doce menos cinco se abrió el telón. The Roxy lleno: luces rojas, papel picado y el Turbobardo nuevamente en vivo. Sí, ahí estaba el nuevo integrante. Quién otro sino, Walas de Massacre en la piel de Hank von Helvete. En porte –ambos comparten la simpática barriga-, carisma y voz, era el hombre indicado sin lugar a dudas. Por supuesto todos lookeados como sus referentes noruegos listos para patearte el culo. Ahí estaba Walas como el dueño de un circo oscuro, enfundado en una camisa de jean (como el más terrible denim demon), panza al aire reluciente por el sudor, galera en la cabeza, cara pintada tal como Hank del infierno, bastón y capa; Astilla en el bajo, por ejemplo, cuál Happy-tom en su traje de marinero y Esteban Capuano, guitarra afilada, también de jean y sombrero de oficial como Euroboy. Mucho glamour además del rock, claro está. Porque así es Turbonegro y así es el Turbobardo. Para empezar  rompiendo todo, así como están en Apocalypse Dudes (1998), uno de los mejores discos de los noruegos: “The Age of Pamparius” (con la coda de “Hello”), “Selfdestructo Bust” y “Get It On”. Si había una forma de empezar, ésta era. El remate de “Like it/ Love it / Like it / Love it / Get it on / Right on”, en complicidad con el público que se prendió fuego vociferando junto a Wallas.

“Todos putos, Turbonegro must be destroyed” para dar comienzo a la homónima  de Scandinabian Leather (2002), y sin perder tiempo, de nuevo al ataque con “Rendezvous With Anus” otro del clásico Apocalypse…. Que Walas es un gran frontman no es ninguna novedad. Desborda carisma. Un estudio científico asegura que cada kilo extra es carisma y no calorías, ojo ahí. Sumergido en su papel de dueño de circo anunció: “I’m gonna teach you a lesson of rock n roll. Dedicado a la Turbojugend de Argentina, les pregunto: ¿Te cabe la destrucción? So… ¿Do you dig distraction?” “¡Yessss I doooo!”. “Do you dig destruction” sonó al palo para el deleite de la Turbojuguend.  Hit tras hit, un cross tras otro directo a la mandíbula para el K.O. No hubo descanso. “Todos mis amigos están muertos, todos mis amigos murieron”, arremetió Wallas, mientras el  Moncho de Minoría Activa subía para interpretar el hit por excelencia. “Quiero verlos a todos acá adelante”, agitó el Moncho. El hardcore de Buenos Aires presente sobre el escenario y con él se avivó el pogo y el mosh. ¡Imposible no cantarla! “All my friends are dead”  un verdadero knock out.

“Yo amo a Turbonegro, ¿y usted…? A la Turbojugend, ¿Are you ready for some darkness?”, la pregunta de turno como Roberto Galán vikingo para los hitazos de Apocalypse Dudes que concluyeron la primera mitad del show. “Are you ready (for some Darkness)” y “Rock Against Ass” arrasaron sin tregua los oídos y cuerpos de los presentes. Con tanta furia que nuestro Euroboy criollo cortó las cuerdas de su guitarra. “Cortó las cuerdas de su guitarra noruega. Así lo vivimos en Buenos Aires”, bromeó Wallas.

Pequeño receso para recuperar energías y de nuevo al escenario a puro death-punk con “Fuck the World”. Walas ya con sombrero pirata en vez de la galera, el demonio sparrow en el escenario. El hijo de puta no paró en toda la noche. “Eh Eh Eh Eh!”, el público al compás del bombo, enardecidos por “Back to Dungaree High”. Había que sobrevivir nomás. Y así como el líder de Massacre se sumó en calidad de dueño del circo, otro invitado salió a la cancha. Una señorita en este caso. Para el momento más desenfrenado de la noche hizo su aparición la “turbo-damajuana”. “Supongo que todos le van a dar unos tragos…”, encaró Astilla desde el escenario luego de darle un buen beso a ‘Lady Jane’. Uno por uno los integrantes se pasaron la bebida para terminar ofrendándola al público que se la pasó de mano en mano haciéndola girar por todo The Roxy. “I got erection” con la Turbojugend como loca y la turbodamajuana girando el momento destacado de la jornada. “Oh oh ohoh oh oh I got erection”… Pogo violento y la banda enardecida.

Desde el escenario dejaron que el público se quede cantando. Silencio total. “¿Donde está?, ¿Dónde está la damajuana?, ¿Dónde está la turbodamajuana?”. A pedido de Walas finalmente la princesa volvió a sus aposentos para rematar la canción con toda la energía, mientras el público con palmas y a los empujones insistía con el coro. Para el final, otro clásico de Ass Cobra (1996), “Denim Demon” ¡Punk rock! “¡Chau Putos! Esto fue Turbobardo, viva Turbonegro”.

“Son todos putos la puta que lo parió / son todos putos la puta que lo parió” fue el grito de guerra para incentivar al Turbobardo. Y volvieron por más. “Un tema más y nos vamos. Hacemos un tema que los Turbonegro nunca hicieron en vivo: una rarity, se llama ‘Babylon Forever’”. Sonó después “Good Head” y como dijo Walas, el Turbobardo se despidió. Astilla y Adrián Undurraga fueron empujados al mosh y la fiesta acabó entre papel picado, la excitación y el sudor de la Turbojugend. Un verdadero lujo que se puede dar la cosmopolita ciudad de Buenos Aires. De Oslo a Palermo sin escalas, pero con muchas turbulencias.