Las cantantes Nadia Larcher, Micaela Vita y Noelia Recalde conversaron con ArteZeta acerca de este proyecto musical que fusiona las raíces tradicionales de la música folklórica con una variedad amplia de sonidos y de arreglos.
Por Carlos Noro
La idea de vértices, encuentro e intersección resuena con fuerza en este proyecto liderado por las intérpretes y compositoras Nadia Larcher, también parte de Seraarrebol, Proyecto Pato y Don Olimpio; Micaela Vita, de Duratierra, y Noelia Recalde, solista y con tres discos junto al trío Valbé. Cuentan también con Juan Saraco, en guitarras, Jonatan Szer, en batería y percusión, y Lucas Bianco, en bajos, como ejecutores musicales de una propuesta que propone transitar los límites y la profundidad de la canción popular con una mirada poética, feminista y desafiante de los tiempos actuales.
Triángula es un espacio de experimentación que no deja de lado las referencias a lo folklórico. En el disco debut y homónimo hay arreglos electrónicos, jazzeros, psicodélicos y un interesante uso de las voces no cantadas. Sin temor realiza un guiño hacia sonidos tradicionales y se deja llevar por el aroma de la naturaleza, de la tierra, del pasado, del presente y del futuro.
Las cantoras, cuyas voces se entremezclan y complementan con una potencia impecable, eligen la voz colectiva para reflexionar y construir este universo en el que proponen una mirada empoderada y sorora para reflexionar con compromiso político y vital sobre la realidad.
ArteZeta: Planificaban una presentación del disco en vivo con la idea de lanzarlo el mismo día del show, algo que se frenó con el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio ¿Cómo transitaron grupalmente esta época?
T: Fue una sorpresa grande lo del aislamiento, estuvimos a veinticuatro horas de encontrarnos con la gente y no pudo ser. Veníamos súper enfocadxs y direccionando la energía al encuentro que nos propusimos, con ese vértigo que daba lanzar todo el mismo día. No nos queda otra que tratar de transitar este momento. Triángula es, primero, el encuentro entre nosotrxs. Somos amigxs y hemos compartido muchos momentos juntxs, nos entendemos bien y eso hace que el grupo sea muy sólido emocionalmente, aunque nos estamos extrañando mucho. El tránsito del grupo en esta instancia es un imaginario de lo que va a venir, que se sostiene con la confianza de cada unx por el proyecto y por lo que podemos hacer juntxs. Mientras tanto, seguimos trabajando poco a poco en nuevas ideas, somos más de las juntadas y del abrazo que de la virtualidad, así que nos cuesta. Pero ahí vamos, como todxs.
AZ: Parece haber varios sentidos en el nombre que eligieron. Desde el obvio, que tiene que ver con que ustedes son tres, aunque podría pensarse otros más bien metafísico por la carga del símbolo. ¿Cómo lo eligieron y qué representa para ustedes?
T: El lenguaje es una herramienta muy poderosa. El androcentrismo en las palabras ha generado la invisibilización de múltiples identidades y realidades a lo largo de toda nuestra historia. Desde nuestra mirada, que gracias a la revolución transfeminista está en constante proceso de desconstrucción, vamos aprendiendo de la práctica de repensar y discutir todo lo que nos es dado como verdad. En este caso nos preguntamos: ¿Cuál es la razón para que esta figura geométrica mística y ancestral, asociada al universo de las brujas y la creación, sea de género masculino? Y, entonces, decidimos reapropiarnos de ella nombrándonos Triángula, creando un territorio nuevo y fértil para sembrar el encuentro de nuestras voces.
AZ: Ustedes ya habían coincidido en la canción “Marzo”, del disco Cría de Duratierra. ¿Cómo le dieron forma a la idea de generar algo juntas?
T: Esa canción hizo nacer una amistad muy hermosa entre nosotras. Luego de grabar “Marzo” no nos separamos más. Comenzamos a compartir nuestra intimidad, ese fue el principal proyecto: ser amigas. Un día nos llegó una invitación de Gabriel Plaza. Él estaba programando en el Centro Cultural Recoleta un ciclo llamado “Fuego Amigo”. El ciclo consistía en reunir a amigxs, que no necesariamente compartieran un proyecto, para tocar juntxs. Por supuesto que dijimos que sí. Con esa propuesta llegaron nuestros compañeros Juan Saraco, Jonatan Szer y Lucas Bianco. Esa fue la primera vez. Todavía no nos llamábamos Triángula ni teníamos en mente todo lo que íbamos a hacer. Celebramos esa noche y la idea quedó flotando en el aire. En el patio del Centro Cultural Recoleta, Juan dijo algo de registrar lo que había pasado. Sonreímos, lo deseamos, pero no lo vimos como algo inmediato. Dos años después sucedió para nosotrxs la magia.
AZ: Al escuchar el disco y mirar el video que lo acompaña se percibe con claridad la idea de generar un resultado global en donde cada individualidad se pierde en algo nuevo y colectivo. ¿Qué desafíos implicó ese proceso?
T: Muchos. Nos dejamos inspirar por las ideas que fueron apareciendo, trabajamos en células algunas cosas y otras no, pero nos propusimos probar todo lo que se nos ocurriera y llegamos a muy buenos acuerdos en poco tiempo. Para cada parte del proyecto buscamos referencias y poco a poco fuimos delineando la idea, haciendo. Hubo y hay desafíos en la música, en la estética general, en el diseño, en la comunicación, en la gestión, en el vivo, en el equipo que nos acompaña y en nosotrxs mismxs para llevar adelante nuestras propias ideas con valentía. Es un trabajo muy fino, que conlleva diálogo infinito y decisiones conjuntas. Es casi imposible de explicar porque una cosa lleva a la otra, pero todo es un aprendizaje y lo disfrutamos.
AZ: Tomaron la decisión de grabar en vivo y en el contexto de un escenario natural en Traslasierra, en Córdoba. ¿Qué tan importante era para ustedes generar por un lado una sensación de un “aquí y ahora” y por el otro contextualizarlo territorialmente de una manera particular?
T: La decisión de grabar en vivo fue muy importante para toda la propuesta de Triángula. Queríamos registrar la alquimia que se produce cuando tocamos juntxs. El aquí y el ahora es la fuerza de la música y lo más poderoso cuando tocas en una grupalidad. Estábamos segurxs de que iba a resultar así, sólo necesitábamos un territorio para concretarlo. Ese territorio fue Traslasierra. El orden de las canciones, los climas, la iluminación, todo fue pensado teniendo en cuenta el viaje de la luz a través de ese paisaje. El video fue filmado en el transcurrir del atardecer al anochecer. Juan Saraco fue el responsable de imaginar y compartir esta idea. Queríamos una semana en un espacio natural donde poder conectar entre nosotrxs y el sonido. Finalmente el Estudio Sonorámica fue el lugar indicado. Pudimos tocar tres días seguidos y definir con concentración, tiempo y libertad. Luego, con todo preparado gracias a la magia y profesionalismo de Tatu Estela [Encargado de la grabación, mezcla y masterización en el disco] y el equipo audiovisual a cargo de Balú, grabamos. Fue ideal porque permitió sintetizar nuestra idea musical.
AZ: Desde el punto de vista estético también tomaron una postura muy concreta. ¿Cómo abordaron esa dimensión?
T: Queríamos desafiarnos a realmente hacer algo que nos convoque a llevar la música a nuevas dimensiones. Somos admiradorxs de lxs que crean arte puro, de lxs que se sumergen en sus propias formas de creatividad, nos interesaba lograr una identidad, generar un mundo en el que podamos despersonificarnos, entrar en un personaje, investigar la interpretación y la imaginación. La propuesta se completa con toda la parte estética y visual, gana más peso y el mensaje se transmite con más claridad, al menos eso es lo que nos gusta pensar y aún nos falta iniciar el camino de los conciertos en vivo, que es fundamental para seguir desplegando la Triángula.
AZ: En la interpretación se puede observar que las tres proponen una especie de sincronía entre “música, canto, cuerpo y naturaleza” en la que cada elemento se retroalimenta y se entremezcla con una determinada cadencia y fluidez en función de lo que piden las canciones. ¿Cómo se generaron los espacios y momentos musicales e interpretativos para que eso suceda?
T: Nuestra intuición fue la llave. Lo que nos da más felicidad de este trabajo es que no hemos parado de jugar desde que comenzamos a enamorarnos de la idea Triángula. Honramos el juego porque lo sentimos un motor creativo muy potente. Esa sincronía entre música, canto, cuerpo y naturaleza es el resultado de permitirnos imaginar, de acompañarnos en las ideas que nos apasionaban y de fluir en el juego que se estaba manifestando y trascendiéndonos. Nos entregamos a esa manera de estar en la música. Así vinieron espacios orgánicos de trabajo. Fue importante no presionarnos sobre los resultados. Fue fundamental no tener una idea preconcebida y poder entregarnos al proceso creativo. En esta etapa fue muy importante el trabajo de guía de Danae Cisneros [Colaboró en la dirección escénica]. Con ella exploramos nuestros cuerpos y la posibilidad de comunicar, también, desde nuestros movimientos.
AZ: También hay una búsqueda por experimentar con los colores de sus distintas voces, las pronunciaciones, incluso al incorporar sonidos “no cantados”. ¿Cómo aparecieron estas cuestiones más disruptivas?
T: Por nuestras ganas de experimentar e influencias que fueron delineando un camino de exploración colectiva que capitaneó con mucha sabiduría Juan [Saraco, guitarrista]. En el período de gestación de Triángula tuvimos un tiempo importante para definir las escuchas. Comenzamos a pensar cómo queríamos que sonara el disco, qué nos atraía. Imaginamos todos los lugares hacia los que podríamos viajar con nuestras voces y comenzamos a visitarlos. Jugamos mucho. Cada una entendía que su voz pasaba a integrar una voz de tres lados, una voz más compleja. El objetivo siempre fue aportar densidad para que esa voz se manifieste y sea un canal donde otras voces puedan encontrar asidero. Abrir las posibilidades e incorporar sonidos “no cantados” fue una manera de dar entidad a la experimentación y correr los límites del perímetro de lo que se puede hacer con nuestras voces.
AZ: El disco propone un posicionamiento claro desde el punto de vista feminista, liga esta postura vital con otras cuestiones. Aparece, por ejemplo, la fuerza evocadora de la tradición en “Rompa el Cielo/Testamento” o en “Aldacira”, la sororidad en canciones como “Hermana”, “Aliada”, “Mecer”, “En tus ojos” y “Agua dorada”, además de incluir permanentemente referencias a la fuerza del decir, visibilizar y cantar en sus distintas dimensiones. ¿Cómo se configuraron estas cuestiones a la hora de escribir las letras y elegir sonoridades?
T: Las tres escribimos acerca de lo que nos atraviesa, interpela y conmueve. Nosotras compartimos mucha vida, muchos momentos y conversaciones que nos han ido fortaleciendo y haciéndonos reflexionar. No nos propusimos escribir alrededor de la temática feminista como discurso colectivo, sino que al estar verdaderamente atravesadas por este momento histórico y por transitar la vida como mujeres cis, nuestros intereses, aquello que nos sensibiliza del mundo y el modo de habitarlo, se hacen presente en nuestras letras. En este contexto, cada una, desde su propia subjetividad, trajo canciones llenas de significado personal, que se magnificaron con el aporte colectivo y se resignificaron al unir nuestras voces para cantarlas. La búsqueda sonora de la banda surgió de un trabajo muy cuidado desde el inicio, donde Juan, Lucas y Joni en conjunto con Tatu Estela tuvieron un rol fundamental. Se cuidó mucho el espectro frecuencial, los efectos y los planos para poder generar el ambiente sonoro que todxs nos imaginábamos para Triángula.
AZ: Particularmente “En tus ojos” parece hacer pie en dos dimensiones que aparecen en el disco: por un lado, la idea del encuentro con la naturaleza y con la tierra y, por otro lado, una dimensión política encarnada que denuncia un nivel de inconsciencia colectiva a la hora de relacionarse con el Estado. ¿Qué dimensión política tienen estas cuestiones para ustedes teniendo en cuenta la reciente historia argentina?
T: “En tus ojos” es una canción dedicada a la memoria de Santiago Maldonado que intenta traer al presente el coraje de Santiago, la decisión política de acompañar de cuerpo presente la lucha de la comunidad Mapuche y la sensibilidad para entender que todxs deberíamos pelear por los derechos históricamente postergados de nuestrxs hermanxs originarixs, su reivindicación y recuperación de las tierras que les pertenecen. Al mismo tiempo el rap, que no formaba parte originalmente de la canción, sino que fue una idea de Noe, retrata el contexto político nefasto de esos años y, a su vez, busca ser un llamado a la consciencia colectiva, a estarnos presentes, sin dejarnos distraer por las mentiras de los medios de comunicación y toda la virtualidad que no hace más que ausentarnos y permitir que sucedan cosas horribles.
AZ: Siguiendo con esta idea de naturaleza, el disco explora una dimensión poética que, el concepto de la propia voz como herramienta o incluso como pérdida. ¿Qué importancia tiene la voz desde el punto de vista simbólico a lo largo del disco?
T: Creemos que la voz es uno de los temas centrales de nuestro trabajo. Es un disco que celebra la posibilidad, el ejercicio y la lucha por tener nuestra propia voz. De alguna manera, vamos recorriendo distintas aristas de lo que significa “tener una voz” o “no tenerla”. Hay un universo simbólico muy rico respecto a este tema que encontró su cauce fuerte en las manifestaciones feministas y transfeministas que tuvieron lugar en este tiempo y que nos abrieron la cabeza. Este es un disco que celebra nuestras voces. Sin demagogia, con alegría, con responsabilidad, buscando la potencia que nos ayude a seguir luchando. Estamos comenzando cambios importantes. Este disco es nuestra manifestación, una de las formas que encontramos para empoderarnos.
AZ: Desde lo musical parece haber una apertura hacia un más allá del folklore o de la canción popular, con elementos autóctonos pero también otros más electrónicos, jazzeros, psicodélicos y experimentales, que en lugar de negar esa raíz popular la expanden. “Setnuj” parece una síntesis de todo esto. ¿Cómo decidieron incluir esta canción y de qué se trata?
T: Dentro de las muchas influencias que nos nutrieron de inspiración para este álbum, escuchamos mucho a las voces búlgaras, especialmente un coro femenino de música tradicional. Hubo algo en esas voces perfectamente amalgamadas cantando arreglos increíbles en una lengua que no comprendíamos, que nos cautivó muchísimo. Entonces surgió la idea de componer una pequeña pieza en nuestro propio idioma inventado. De ese deseo y ese juego surgió “Setnuj”, que toma un canto que siempre nos acompaña en las marchas transfeministas, pero con las palabras dadas vuelta. Es un guiño a nuestrxs compañerxs de lucha, un lenguaje que inventamos para reconocernos.
AZ: El disco cierra con “Agua dorada”, un manifiesto bien explícito sobre los tiempos que corren. ¿En qué medida les parece que el arte y la música pueden interpelar acerca de la realidad y la sociedad?
T: El arte y la música siempre fueron grandes conductores de ideas y reflexiones, interfieren en la mirada del mundo inevitablemente. Nosotrxs somos fervientes creyentes de que la música puede producir estados altos de vibración y con eso la circulación de pensamientos es generalmente favorable para cada ser. “Agua dorada” es una invitación al canto en manada, es un decreto, nuestra fuerza femenina, una representación de unión y lucha. Ojalá esta como también otras canciones sean una voz posible para quienes se sientan atraídxs por esta perspectiva de la vida y ojalá esta pequeña música interpele y contribuya. Para nosotrxs es un placer llevarla adelante.
AZ: Luego de compartir este proceso, ¿qué nuevas cosas sienten que las unen?
T: Nos une una experiencia creativa. Esto tiene una intensidad y espesura importante para nuestras vidas. Hemos construido una memoria conjunta, nos compartimos. Pusimos nuestro tiempo, vida y acción al servicio de Triángula y eso crea una dimensión histórica para nuestras trayectorias. Estamos unidas por esta obra, somos parte de ella. De aquí a muchos años podremos volver a esos momentos y compartir la huella que dejó en nosotras cantar juntas y de esta manera nuestras canciones.//∆z