Viva Elástico presentó Agua, Sal y Fiebre en La Trastienda, con Valentín y los Volcanes como invitados.

Por Claudio Kobelt

Fotos por Candela Gallo

Chicas con vestido y chicos con estilo desfilaban por La Trastienda ataviados con sus galas de noche pop elegante. Llenaban el recinto de alegría, onda e impaciencia. Esa noche de sábado se presentaba en sociedad Agua, Sal y Fiebre, el flamante disco de Viva Elástico. Los encargados de abrir el escenario fueron Valentín y Los Volcanes. Arrancaron con “100.000 Reflejos”, una perlita de Todos Los Sábados del Mundo. Cada canción de ese disco es un pequeño tesoro. Después fue el turno de “Pequeña Napoleón”, una oda a la vida platense y así, con el ritmo enérgico que suelen tener sus shows en vivo, hicieron perder la rigidez del frío a todo el público. Desfilaron: “Piedras al Lago”, “Rayos del Verano”, que no dejó que la energía expansiva se disipara, y “Los Días Felices”, con el secreto para poner a todos en trance.

“El Gran Hombre de Este Planeta” fue el principio del final, otro de esos ases bajo la manga. “Pararrayos” era la que estaba pensada para el cierre, pero José confesó que se salteó una y arrancó “La Novia Robada”. Los Volcanes de ese modo dejaron el terreno allanado para Viva Elástico.

De pronto sucede: “Buenas Noches. Esto es Viva Elástico. Agua, Sal y Fiebre”, dice Alejandro Schuster y arranca El Dato”, para dejar en claro como vendría la noche. Energía y dulzura elástica.

Los hits instantáneos de Viva pegaron fuerte en el corazón rítmico-sensible de la agitación, y la profunda voz de Schuster desgranó versos de pena y melancolía que encajaban perfecto sobre esas melodías briosas y sensibles. Suenan fuerte, nunca desprolijos. Energéticos, cuidados, conscientes y enfocados en dirigir la canción hasta esa audiencia expectante, que subió de temperatura a medida que avanzaba la noche y las canciones. “Hoy es un día nuevo/ quiero imaginar con vos”, disparó desde el escenario y la voz del publico estalló de celebración, coreando cada verso con alegría y emoción pura.

Un gran trabajo de visuales sobre una pantalla de fondo acompañaba con gracia y estilo, sin desentonar, cada canción. “Vamos con una que estamos muy contentos como nos sale” dijeron y dispararon “Vida Nueva”. Los puños de las chicas en alto, sin perder un ápice de glamour, marcaban el ritmo de las canciones de la fiebre. Se destacaron el certero himno a la histeria “Impulso Adolescente” y la hermosa “El Festejo”, donde La Trastienda se llenó de baile, saltos y papelitos en el aire.

“Bueno, ahora vamos a tocar ‘El Murmullo’” dijo el Schuster, pero Santi Pacek le retruca, y le pide “Yo te quiero más”, a lo que Ale accedió no sin antes dedicársela a su madre allí presente. Luego sí, tres canciones más y el final.

Con un sonido perfecto y una ajustada performance, los Viva dieron uno de los mejores shows de su carrera. Cada canción explotó en el público como disparadores de danza  y festejo, como tonadas exactas y manifiestas que reafirman el presente de una de las bandas con mayor proyección en la escena, con un futuro sin techo.