Del Nuevo Extremo editó una versión deluxe de la clásica novela gráfica de Alan Moore y Brian Bolland. En contraste, repasamos la fallida adaptación animada que DC estrenó en medio de la polémica por las versiones cinemátográficas de sus comics clásicos.

Por Daniel Rojas Pachas

Grant Morrison sorprendió en 2013 a los lectores del hombre murciélago y del comic en general en el podcast Fatman on Batman de Kevin Smith al dar a conocer su interpretación de la clásica escena final de la premiada The Killing Joke de Alan Moore y Brian Bolland. Morrison asegura lo siguiente: “Es por eso que la conocemos como La broma asesina. El Joker le cuenta la broma asesina, al final de la historia, Batman lo alcanza y le quiebra el cuello y por eso es que la carcajada acaba y la luz se apaga, pues esta fue la última chance de cruzar el puente. Alan Moore escribió la última historia de Batman y el Joker. Le puso un final”.

Es claro que en la lectura de Morrison la locura de ambos personajes queda homologada produciéndose un quiebre en la dicotomía “moral incorruptible/caos desatado”. Más allá de que aceptemos o no la idea del inglés, no podemos negar que encierra el leitmotiv que mueve esta historia de los ochenta; junto con Year One y The Dark Knight Returns (ambas de Frank Miller) han servido en las últimas décadas para reformular y reinterpretar el mito de Batman y su galería de villanos, en especial del Joker. Ahí tenemos las adaptaciones animadas de estas historias, el carpetazo que dan sobre la trilogía de Nolan y su innegable presencia tras el fallido guión de Batman Vs Superman.

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Por ello no es antojadiza la revisión que se hace de The Killing Joke y la relación patológica entre Batman y su némesis en The Dark Knight Returns de Nolan. A través de la grandiosa interpretación de Heath Ledger, vemos que la premisa central gira en torno a este nuevo criminal de Ciudad Gótica que a diferencia de sus pares no le importa el dinero sino que encuentra placentero ver el mundo arder, de modo que sus oscuras motivaciones solo conducen al mal absoluto, inexpugnable y carente de lógica. Moore, con su antojadizo guión de TKJ, busca explicar a través de recuerdos un posible origen del Joker como un comediante frustrado y pobre que se ve enredado en un patético robo, a fin de poder proveer a su mujer embarazada. En un paradójico giro, ella muere por un accidente doméstico, lo que desata al Joker los estribos para verse iniciado en el mundo del crimen y sufrir el accidente que lo convierte en un psicópata con rostro de payaso de por vida.

Y digo antojadizo porque la historia es sobre un día, un mal día en la posible vida pasada del Joker –similar a todas esas posibles vidas que el Joker de Nolan cuenta en reiteradas ocasiones para explicar las cicatrices de su rostro. Un terrible día en la relación Batman/Joker, que comienza de forma abrupta con una visita del vigilante a Arkham, donde se supone está recluido el Joker. Allí, Batman sólo se planta frente a su enemigo y recita un monólogo mecánico, como un chico que expone frente a su profesor, ideas que al parecer atormentan al Caballero Oscuro en relación a cómo terminarán matándose tarde temprano. La historia se completará en el enfrentamiento final al interior de un distorsionado parque de diversiones convertido en sala de tortura, en la cual volvemos a leer las ideas que Batman plantea sobre ambos pero mientras se despedazan a golpes. Lo interesante de esta simple premisa es que tenemos una retrospectiva compleja y amplia de la simbiosis que tienen estos antagonistas y los simbolismos detrás de cada uno. Todo con una tesis simple pero poderosa: un mal día puede quebrar al hombre común y empujarlo a la locura. Esta es la tesis que el Joker pone a prueba dejando inválida a Barbara Gordon –esto afectará de aquí en adelante al personaje que dejará de ser Batgirl para convertirse en Oráculo. El blanco del plan del Joker en todo caso es el Comisionado Jim Gordon, para quebrar emocionalmente al único hombre en Gotham que además de Batman guarda el mismo nivel de rectitud mental.

Pero The Killing Joke es más que eso, pues en la tradición de guiones de Alan Moore, es una deconstrucción del género de superhéroes y una gran interrogante sobre la naturaleza de nuestra especie. Cómo opera el poder, la locura, la depravación y la moral vista a la luz de hombres y mujeres con habilidades excepcionales, pero igual de frágiles que todos nosotros y esto siempre con una atención sobre el rol de la memoria a través de historias cruzadas, postales, álbumes de fotos y recortes periodísticos. Estas dos viñetas magistrales de Bolland me parecen clave en relación a lo que más tarde el Joker le dice a Gordon mientras lo tortura: “Los recuerdos pueden ser viles, repulsivos y brutales. Como los niños, ¿no? Pero ¿podemos vivir sin ellos? Los recuerdos son nuestra razón de ser. Si los negamos, negamos a la misma razón. Sin embargo, ¿qué hay de malo en eso? No hemos firmado un contrato perenne con la racionalidad. No hay una cláusula de cordura. Así que cuando se vea encerrado en un desagradable tren de pensamientos, paseándose por lugares en su pasado donde gritar no está disponible… Recuerde esto: Siempre habrá locura”.

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Valga todo esto para recordar lo profundo y grandioso de The Killing Joke, algo que los que hemos leído la historia, sin duda hemos concluido por nosotros mismos pero también sirva de preámbulo para iniciar una breve reseña sobre la reciente adaptación animada que se estrenó hace un par de meses en salas de cine del mundo y se distribuyó como otras de su género en DVD.

Esta versión animada tiene como principales ganchos el retorno de Mark Hamill y Kevin Conroy, quienes por años dieron vida al Joker y Batman con sus voces en la serie animada de Bruce Timm. Viene con una calificación para adultos, lo cual garantizaría la violencia intrínseca de la historia original; sin embargo, el diseño luce deslavado en comparación a otras animaciones de DC, desprolijo por momentos y hay un problema mayor: la coherencia de la adaptación. Podemos entender esta versión como un montaje fallido de tres momentos, siendo el segundo una traducción literal de la historia de Moore y Bolland tal y como la conocemos. Por ello bien podría la adaptación animada ser sólo esa parte central de poco menos de cuarenta minutos, pero claro, como se esperaba con el estreno en cine y el boom de los films de comics, para llevar a público no iniciado en el universo de DC (o en general de los comics) había que proveer a estos de una especie de mecanismo complaciente que los guiara para no chocar a secas con el guión de Moore, que como toda buena historia no subestima al lector y no tiene concesiones innecesarias.

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A fin de garantizar al público una historia menos ambigua y abierta, menos oscura –y quizá decepcionante pues no deja respuestas directas y sencillas-, se le colocó un marco con una historia previa de media hora sobre Batgirl, una especie de año uno de este personaje como reflejo de The Killing Joke, en la cual vemos a Batgirl y Batman enfrentando a un joven mafioso que desarrolla una obsesión criminal y sexual con la enmascarada, empujándola a cometer errores y llevándola al límite de la violencia como vigilante. Todo esto a la luz de una relación bastante cliché de Barbara Gordon como pupila o sidekick de Batman. No me parece que la historia esté del todo mal, es una aventura promedio de Batman, sin embargo, el problema es que condiciona la segunda parte que como señalé es en esencia The Killing Joke animada.

Creo que el mismo guión es consciente de su error, pues de entrada se excusa con quienes esperaban sólo la historia de Moore y Bolland adaptada regalándonos un diálogo de Batgirl pidiendo perdón por contar su historia pues seguro no se esperaban que esto empezara así. Desde ese minuto, The Killing Joke animada se convierte, antes que en la historia sobre Batman y el Joker, en una historia de Batgirl y cómo queda inválida, lo cual sin duda atenta contra la historia de Moore, autosaboteándose. En todo caso, no es la primera vez que los guiones de Moore son mal adaptados: él mismo se ha restado de la industria del cine y ha despotricado contra lo que han hecho con La Liga de los hombres extraordinarios, From Hell, Watchmen y V de Vendetta. En esta ocasión DC y su equipo de animadores y guionistas tras la adaptación sacrifican una historia impecable, al condicionar su interpretación y dirigirla con una correa hacia una mejor comprensión del espectador, correa que por un lado restringe la libertad del guión original y pone en tela de juicio cómo DC piensa de sus espectadores, al menos en lo que a cine y animación respecta. Es sin duda uno de los factores que hace historias predecibles y vanas a sus recientes live action films.

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Cierro esta apreciación con la patética escena post crédito de la adaptación animada de The Killing Joke: para no dejar al espectador que espera un cierre o final reconfortable, colgado, muestra a una Barbara Gordon feliz conversando con su padre el Comisionado Gordon por teléfono, mostrando que ha superado el ataque del Joker, postrada en una silla de ruedas retomando su rol como vigilante pero en calidad de Oráculo. Prueba más que suficiente de que el montaje de esta adaptación en tres momentos comparte el error ya manido de DC en sus adaptaciones. Al querer quedar bien con un público masivo que sólo busca un espectáculo pasajero, DC pone la verdadera broma asesina sobre sus ya clásicas historias.