El cuarteto psicodélico recuerda su último paso por la ciudad antes de su show del jueves 10 en el Roxy, reivindica el rock de guitarras y confiesa lo difícil que puede ser vivir de su música.
Por Santiago Berisso
Trabajar de día y subirse al escenario de noche. Parece más la historia de un grupo de rock del conurbano bonaerense que de una de las bandas más importante del rock psicodélico actual, pero es también la historia de The Flying Eyes. Tras sorprender con álbumes como Done so wrong y Lowlands, la banda se ganó el derecho que codearse con grandes como Jeff Beck y los míticos Hawkwind y mantener así el fuego sagrado de los 70’s que tan bien se propaga en sus canciones y presentaciones en vivo.
En su segunda visita a Buenos Aires, estarán acompañados por los pampeanos KNEI y La Patrulla Espacial, que desde La Plata traerán una vez más su rock sucio y desprolijo. La cita es mañana a las 19 horas, en The Roxy Live.
AZ: La psicodelia está vinculada generalmente a un momento particular en la historia del rock. El imaginario colectivo lo ubica dentro de un grupo muy conocido de bandas que van desde Pink Floyd hasta The Doors. ¿Se puede convivir con la posibilidad de ser comparados siempre con estas bandas o ya es algo molesto?
TFE: Sí, es algo molesto que siempre te comparen con The Doors porque nosotros queremos ser conocidos por nuestra música, no por sonar parecidos a ellos. Pero ahora que nos hemos convertido en algo más original ya no nos relacionan tanto con ese pasado. Igualmente, es muy halagador que te comparen con una de las bandas más grandes de todos los tiempos.
AZ: Dijeron una vez que van a trabajar su próximo álbum de manera más folk, en contraste con el disco Lowlands. ¿Sienten la necesidad de renovarse con cada disco que sacan?
TFE: En 2014 sacamos un disco inspirado en un plan más folk llamado Leave It All Behind Sessions, que era en realidad una recopilación de canciones que habíamos grabado en años anteriores. No lo promocionamos mucho porque no era una continuación de Lowlands, sino más bien un regalo especial para los fans. Es importante para nosotros poder evolucionar con cada disco y al mismo tiempo mantener nuestro sonido. El acústico es otra cara de nuestra personalidad musical pero no es para nada la dirección en que nos dirigimos. Nuestro próximo disco va a ser pesado, un rock and roll bien in your face.
AZ: El contraste entre discos como Smile y Lowlands, respecto a Leave it all behind y Done so wrong es evidente. ¿Cómo se sienten cuando se dice que parecen dos bandas distintas? ¿Cómo hacen para manejar esa variedad de sonidos?
TFE: Es una crítica válida decir que nuestro universo musical es a veces demasiado amplio. Es que nos gustan tantos tipos distintos de música que nos dejamos llevar a la hora de expresar estas pasiones, pero para nuestro próximo disco, vamos a mantener un sonido más consistente, más crudo.
AZ: Hablando de sonido, su música predispone también a la experiencia visual. ¿Tratan de desarrollar ese concepto en sus shows?
TFE: Siempre nos gusta tener imágenes durante los shows, pero generalmente no salimos de gira con un ingeniero de luces o proyecciones. Tuvimos la suerte de trabajar muchas veces con gente muy talentosa para los recitales. Cada show es una sorpresa a la hora de ver las proyecciones y efectos visuales. Aunque el humo y las estroboscópicas están muy bien.
AZ: En una entrevista hace un tiempo, dijeron que tienen otros trabajos. ¿Qué tan difícil dirían que es ganarse la vida dentro de la industria musical? ¿Se hace más fácil o difícil con el paso del tiempo?
TFE: Es muy difícil ganarse la vida sólo tocando música. Te sorprendería saber cuántas bandas –incluso algunas exitosas- tienen otros trabajos, pero esto no quiere decir que tengamos que llorar y quejarnos por eso. Hacemos música porque la amamos y trabajamos cuando lo necesitamos. No es una derrota, es la realidad del músico hoy en día.
AZ: Volviendo a la música, ¿qué hace que una banda llegue para dar un show por primera vez a una ciudad como Buenos Aires? ¿Fue una sugerencia de una banda amiga o intuición de ustedes?
TFE: En realidad tocamos la primavera pasada en Buenos Aires, en el Uniclub. En ese momento no hubo sugerencias o intuición, nuestra agencia de prensa eligió la ciudad para iniciar aquel tour y afortunadamente fue una gran decisión porque el público estuvo increíble. Teníamos muchas ganas de volver.
AZ: ¿Cómo aprovechan el tiempo fuera del escenario cuando están de gira? ¿Escriben nuevas canciones o se concentran en cómo va a ser el recital?
TFE: Estamos muy concentrados en el show como para escribir material nuevo. Aprovechamos también para conocer nuevos lugares y disfrutarlos hasta muy tarde en la noche.
AZ: Algunos dicen que el rock de guitarras está muerto. ¿Creen ustedes que el stoner es el refugio del rock de guitarras en estos días?
TFE: Yo no diría que el rock de guitarras está muerto. Hace dos semanas vi a Black Sabbath en Nueva York tocando para veinte mil personas y la guitarra de Tommy Iommi hacía temblar el piso. Aunque en las radios y los blogs estén saturados de indie rock aburrido y electrónica de mierda, el rock and roll nunca morirá.//∆z