Asalto al Parque Zoológico edita finalmente su primer disco, Hexadecimal. Un registro brillante que coloca a la banda entre las más destacadas del mundo en materia de shoegaze.

Por Claudio Kobelt

Cierta rama de la física teórica sostiene un principio llamado la Teoría de cuerdas. Este consiste en que todo en el universo, en su más profunda raíz, en el corazón del neutrón, está compuesto por las denominadas cuerdas, diminutos hilos de energía oscilante un billón de billón de veces más pequeño que un átomo, que al vibrar crean las partículas elementales, dotándolas en el proceso de sus respectivas y distintivas características. Asalto al Parque Zoológico parece comprobar esta teoría mediante una serie de canciones vibrantes y atómicas, generadoras de mundos imposibles, tan inabarcables y misteriosos como un átomo o el mismísimo cosmos.

Las cuerdas en la guitarra líder de Fernando G. parecen ser las mismas de la teoría por su vibración nuclear y su efecto en todo lo que lo rodea, al crear una galaxia de sonoridades incandescentes en variadas frecuencias y texturas. Su enorme y fundamental trabajo en la guitarra, junto al invaluable aporte desde las máquinas de Luxx Noise, sumado a la mística voz guía de Marina Lezama, son algunos de los elementos que conforman una construcción gigante de shoegaze y dream pop de calidad mundial.

Uno de los tantos aciertos de Hexadecimal es la bienvenida apertura con la que el estilo es tratado. Este es un registro fiel al género pero que no es abordado desde un lugar hermético o “solo para entendidos”, sino con melodías delicadas y finas construcciones sonoras aptas para todo público, sin perder jamás su núcleo de exploración e investigación en el eco inmortal de la distorsión.

La excelente calidad del sonido, el trabajo exhaustivo en cada melodía tanto a nivel macro como micro, el cuidado en los detalles, más las numerosas y justas capas de sonidos implicados logran que cada canción alcance un estado de ensoñación y misterio tan indefinible como irrefutable.

“Sonnen”, el tema que abre el álbum, es como una brisa nocturna que envuelve y subyuga, un viaje saturado e hipnótico por tierras ardientes e intrigantes. La voz de Lezama es tan pequeña y cándida como directa y atrapante, convirtiéndose en el sol que quema en ese desierto inmenso y abrasador. Algo parecido sucede en “Underwater”, donde el relato sónico funciona como un remolino en cámara lenta arrastrándonos fuera de este planeta hacia un agujero negro brillante e infinito.

Todo se destruye y explota en “Loselovehandles”, una piña sonora letal, una frenética descarga de sangre y rabia. El clima cambia nuevamente para la frescura vital de “Freeze”, de guitarras bien al frente y la voz como un elemento más en el complejo entramado sonoro. “Hexadecimal”, de tan solo un minuto de duración, trabaja a modo de transición, como el momento de colocación de la venda en los ojos para empezar a sentir con el cuerpo.

“Past Tense Farewell” es un pasaje onírico, un sueño difuso de melancolía granulada. Los bramidos eléctricos al final de la canción funcionan como las pinceladas finales en una pintura, esas que acentúan, profundizan y hasta cambian el sentido de la obra. Su unión melódica y rítmica con “Unwished” es innegable, y ahí reside otro punto fuerte del disco, su continuidad y concepto permanente, una alianza ruidosa y sensible por un mismo objetivo: movilizar al espectador.

“Nakatomi” vuelve a apretar el acelerador del ritmo para una melodía aguda que cambia de piel y rumbo en numerosas oportunidades. “Heights” -uno de los tracks más sobresalientes del disco por sus diversas lecturas- y “Taos Hum” comparten la misma atmosfera y sentir, como encadenados por el mismo espíritu dócil, mientras que el cierre con “Touru” es embriagador, una pócima hechicera de puro embrujo. Un mantra envolvente y preciso para un tema perfecto que no debiera terminar nunca.

Sublime en calidad sonora y de ejecución, el primer larga duración de Asalto al Parque Zoológico supera ampliamente las expectativas con una labor impecable en todos los aspectos involucrados, con destino de éxito en amantes del género y cualquier oyente con pasión por la búsqueda.

Uno de los puntos más refutados en la teoría de cuerdas es su defensa de la existencia de diez dimensiones espaciales y una temporal, múltiples planos de vida en el tiempo y el espacio. Esas dimensiones paralelas estarían desarrollándose en las propias cuerdas por lo que resulta imposible verlas. Cuando Hexadecimal de APZOO comienza a sonar, esas dimensiones están visibles, crujiendo palpables en el rumor de un acople ejecutado con conocimiento y verdadera pasión por el ruido y el mundo bello que en él se manifiesta.//z