Con motivo del show que vuelve a unir al grupo Suárez, diez músicos de la nueva escena independiente argentina eligen su canción favorita de dicha banda. Diez voces que desde el presente miran al pasado que construyó el futuro.
Por Claudio Kobelt
Foto por Diego Osi
Diego Fosser en batería, Fabio Suárez en bajo, Gonzalo Córdoba y Marcelo Zanelli en guitarras, y Rosario Bléfari en voz era la alineación de uno de los grupos esenciales para la música alternativa en Argentina, tanto para su nacimiento, como para su evolución y futuro. Agrupados ellos bajo un nombre simple y una música intrincada, de núcleo experimentador y cuidado pop, trabajadores fervientes por una escena musical independiente y poseedores de una mística de culto, supieron surcar la década del noventa con fuerza y originalidad, dejando una marca imborrable. Todo en esa banda hoy es leyenda, y su reunión no hace más que agigantar su figura. Luego de quince años de su separación, Suárez vuelve tocar en vivo en Buenos Aires. Y no es un regreso más.
Ante la sola mención de este nombre, toneladas de recuerdos, imágenes y sonidos caen en avalancha sobre un nutrido número de jóvenes que asistieron a sus shows, que escucharon sus discos, o que los descubrieron con el grupo ya disuelto y se sintieron movilizados por esa magia hipnótica y ruidosa que habita en sus registros. Es que Suárez fue, y seguirá siendo, de un encanto indefinible, y de un impacto profundo y duradero. Guitarras trinando, melodías espaciales, una voz fuerte y dulce articulando poesía, acoples envolventes y sonidos en gracia lo-fi. Desde el estruendo sonoro de Hora de no ver, a la perfección pop de Excursiones, pasando por los fundamentales Galope y Horrible, el grupo construyó una identidad sonora singular, una sin copia ni precedentes. Su estilo, sonido, actitud, su forma de edición y gestión…todo fue iniciático en Suárez. De ahí gran parte del secreto de su impacto: Antes no hubo nadie como ellos, y después, todos lo querían ser.
Fue el lado b de los noventa, el menos hitero y popular, el más renovador y arriesgado. Conectados tanto con el post punk, el noise, el pop lo-fi y las diversas corrientes artísticas, los Suárez fueron verdaderos pioneros, hasta dentro de la misma escena que los albergaba, siendo más de una vez incomprendidos o menospreciados por sus pares y cierto público de esa época. Su separación en el año 2001 –luego de que sacaran ese excelente disco de covers de Le Mans- dejó un vacío profundo en la escena, pero a su vez fue parte fundamental del fuego que inicio la explosión de bandas y solistas que hoy vivimos. Por su camino de autogestión, por su trabajo sónico, por ese amor manifiesto y simultáneo a las texturas del ruido y la suave cadencia pop.
En el marco de la proyección de Entre dos luces, la película sobre Suárez dirigida por Fernando Blanco, estrenada en la edición 2015 del Festival de Cine de Mar del Plata, sus integrantes volvieron a juntarse por primera vez desde su alejamiento y dieron un show en dicha ciudad donde tocaron temas de sus dos primeros discos (que son los que abarca el documental). Y si bien a dicho concierto asistieron fanáticos de todo el país, el clamor por un recital en Capital era cada vez más grande. Y finalmente se dio: Este viernes el grupo se reúne en Ciudad Cultural Konex en la que prometen será su única presentación.
Con motivo de esta reunión, hablamos con diez músicos y activos participantes de la actualidad de la escena argentina, y todos reconocen y mencionan a Suárez como una gran influencia, tanto desde su creatividad sonora hasta desde su manejo independiente y alternativo a la industria. Diez músicos de distintas corrientes, géneros, ciudades y estilos, que reconocen el impacto directo que tuvo en sus vidas la obra de Bléfari y cía. A pedido de Artezeta, cada uno de ellos elige un tema de Suárez y dice algunas palabras al respecto, que pueden ser sobre la canción, el grupo, la época, o lo que la melodía despierta en su memoria. Diez voces, diez recuerdos, diez sensaciones para diez canciones, quince años, un grupo, un apellido, el sonido.
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“Morirían” – Adrián Paoletti
La primera vez que escuché a Suárez fue en una fecha que compartimos en Die Shule con Copiloto Pilato. Me acuerdo que estaban vestidos todos con mamelucos celestes y Fabio me regaló el cd de la banda: Hora de no ver. Después de la intro instrumental y “Susme”, nace una canción simple y hermosa: melancolía aterciopelada. Una lluvia más para olvidarte. Una lluvia más de sombras grises. Poder mirar el cielo. Y el estribillo/grito: “Ahhh” y las palmas. Me encanta. También el video en la canchita de fútbol.
“Los veo aparecer” – Alejandro Schuster (Viva Elástico)
En el año ‘96 plantear una canción casi en forma de adivinanza. ¿A quiénes ve llegar? De la poesía siempre me gusta la parte más misteriosa. Me hace pensar que uno al principio desea una aparición, y al final, como sucede en la canción, uno empieza a no necesitarlo tanto, porque aunque esas cosas no aparezcan uno las tiene guardadas. Lo bueno es que grupos como este te hacen pensar siempre en lo que dicen, y ese pensamiento nunca va ser el definitivo. Poesías que generan algo. Por otra parte siempre tuve admiración por Gonzalo Córdoba, es uno de los guitarristas más finos que hay acá. Aguante.
“Saludos en la nieve” – Mariano Castro (Mi Amigo Invencible)
“Todas las mañanas trasmitiendo desde la Antártida”. La primer oración que escuché en la voz de Rosario, una voz que me resultaba cercana, conocida, aunque la verdad esa era la primera vez que oía algo parecido, y no deja de sorprenderme la sensación de sentir que era algo mío. Como terminó siendo la amistad de Federico. Él fue quien intento grabarme aquel cassete virgen que yo prometía llevar cada vez que iba a su casa pero que siempre olvidaba a propósito para alimentar la excusa de volver al otro día para a repetir la ceremonia de escuchar a Suárez. Saludos en la nieve a oídos que escuchan desde la montaña, una época, una amistad, una voz que ya era mía.
“Algo difícil” – Gonxalo Verde (Verde y Los Caballos a Marte)
En la horrible segunda mitad de los ’90, cuatro extraterrestres se acercan al “escenario”, un living con sus paredes repletas de libros. Nos sentamos en el piso y la guitarra comienza a inundar el lugar. Ella se acerca al micrófono y canta “Mientras todos están en la escuela la laguna nos refleja“, pero la verdad es que todos estábamos en la escuela, todos estábamos aprendiendo algo ahí. De ese pequeño público al poco tiempo nacen bandas, fanzines, sellos independientes y vaya a saber cuántas cosas más. Hasta llegar a lo más alto, siempre. Gracias por tanto Suárez.
“Alguna vez viste” – Daniela Zahra (Mujercitas Terror)
La primera vez que los vi fue en un festival en Cemento. Cuando ellos aparecieron no sabía quiénes eran, el lugar estaba lleno. Sentí algo especial en el ambiente, una comunión. Pasaron años y escuché a Rosario pero no llegaba a Suárez. Un día volvía a casa y sonaba “Alguna vez viste”. Reconocí su voz pero no la uní con la Rosario que conozco, sino con la chica de aquella noche. La música, fantasmal y un sueño que se convierte en pesadilla, una chica perdida en un mundo que había imaginado y conquistado contándome lo que veía y haciéndome perder con ella. Volví a escuchar la canción, todo se unía perfectamente y se parecía a mi primera visión de Suárez.
“Río Paraná” – por Buki Cardelino (Camión)
Cuando la escuché por primera vez subí el volumen. La voz de Rosario no sonaba igual y todo lo que decía tenía una profundidad nueva. Me fui dejando llevar. Hablaba de irse navegando por el Paraná en un barco con el mismo nombre del río. Eso era todo. Nombrar era estar ahí. La canto en mi casa y vuelvo al paseo en el barco y a estirar el brazo y tocar el agua para ver qué dibujo se forma, qué se siente en los dedos sumergidos. “Río Paraná” fluye en una textura dulce pero a la vez inquietante y llena de movimiento que Suárez supo crear contra la corriente y que es hoy el legado más preciado y original.
“Porvenir” – Roberto Aleandri (Atrás Hay Truenos)
Escuché la canción hace varios años en la ciudad de Neuquén, y fue la primera que conocí de Suárez. Estaba en un cassette que le habían prestado a mi amigo Máximo. Música familiar, del pasado o el futuro pero sobre todo del presente. En ese momento estábamos empezando a tocar y parecía una canción nuestra, aunque no cantáramos, y por supuesto, ésta era perfecta. La tocamos un par de veces en vivo, en una especie de versión-destrucción como si fuera algo que nosotros hubiéramos construido, algo de nuestra familia.
“Excursiones” – María Zamtlejfer (Las Ligas Menores)
Suárez lleva la ventaja de estar asociado a recuerdos que atesoro con mucho cariño: los discos grabados y las noches en el cuarto de la computadora, en la casa de mi papá, tratando de escuchar las canciones que nos mandábamos con mis amigos (las que no se terminaban de bajar nunca). Si no me equivoco, este había sido uno de esos regalos de cd-r con tapa escrita a mano que con el tiempo se perdió. Ojalá pueda conseguirlo algún día y darle el lugar que realmente merece tener en la repisa de mis cosas preferidas.
“El Ídolo” – Fernando Blanco (Valle de Muñecas y director de Entre dos luces)
“El Ídolo” es el perfecto balance entre melodía y ruido, entre trance y poesía, con un sonido que no sabés si es de 1967 o de 2055, si fue grabado en una sala de ensayo o es un mensaje del más allá. Definitivamente me hace adorarlos, como a esa efigie que te termina llevando.
“Falso ladrido” – Agustina Bécares
Me revive recuerdos y tiene tanto que ver con la letra como por el sonido (gloriosos años 90). Al escuchar dar vuelta la página, es como cuando estoy tocando la guitarra con mi libreta enfrente. Freno, doy vuelta y veo qué hay del otro lado para continuar la idea. Me da la sensación que así fue grabada, en esa intimidad de estar tocando una canción, sin tempo, en una habitación. Es inspirador que termine repitiendo una frase positiva que antes dudaba. La duda, duda de sí misma y finalmente, desaparece.//∆z