Recuperado hace menos de una década luego de su primera edición del año 1965, llega a la Argentina este best-seller de John Williams de la mano de Fiordo.

 Por Juan Alberto Crasci

 

Desconocida durante años para el gran público, Stoner, de John Williams, es ahora aclamada por la crítica, por escritores y por figuras del espectáculo. Desde Ian McEwan y Vila-Matas hasta Tom Hanks han elogiado esta obra que permaneció oculta por décadas en Estados Unidos y que comenzó a reeditarse hace aproximadamente diez años en el país del norte –en donde se transformó en un best-seller casi automáticamente–, y poco después en Francia y España hasta recalar en Argentina a principios del 2016, gracias al trabajo de Fiordo.

La historia de Stoner es simple: William Stoner, hijo de agricultores de Missouri, es alentado por su padre a concurrir a la facultad de agricultura, para adquirir conocimientos que en un futuro le permitan administrar mejor la granja familiar. En la universidad se siente particularmente atraído por una materia lejana a la currícula de su carrera: Lengua Inglesa y Literatura. El profesor Sloane –desde ahí, su gran formador– le dice a Stoner en una clase: “El señor Shakespeare le habla a través de 300 años, señor Stoner, ¿lo escucha?”. Luego de ese comentario su vida cambiaría para siempre. Su naciente amor por la literatura antigua lo alejará del trabajo en la granja familiar y a través de los años se incorporará al ámbito académico, del cual no se distanciará jamás.

John Williams narra con calma y sencillez la vida de Stoner, desde la adolescencia hasta su muerte, pasando por los amoríos, el nacimiento de una hija, las vicisitudes profesionales y el espíritu de época del período comprendido entre las dos guerras mundiales. Williams condensa casi 50 años de vida de su personaje de manera magistral, en 300 páginas, enfatizando los pequeños dramas, las decepciones y las frustraciones cotidianas que moldean la personalidad de Stoner, que es sin dudas un hombre gris, anodino, pero atado a su pasión por la literatura y la enseñanza, que se la juega entero por amor y por su ética, más cercana a la formación familiar que a la profesional, llena de vilezas y ventajismos.

La novela, como tantas otras obras norteamericanas del siglo XX, cuenta las tragedias de una vida, pero lo hace sin sobresaltos ni exotismos. Williams no exorciza los demonios de Stoner a través del alcohol, las drogas o los excesos heroicos, sino a través de una triste sapiencia que lo afianza a su moral y a una ética de la persistencia en el propio camino por sobre los volantazos o las decisiones poco afortunadas.

Quizás esta moral alejada de los excesos y de la velocidad haya sido clave para entender la poca visibilidad que tuvo la obra en la época de su edición, en la que hacía ebullición la literatura beat de años anteriores y persistía con fuerza la literatura de la generación perdida. Un gran hallazgo de Fiordo en Argentina y de las pequeñas editoriales españolas que apostaron por la recuperación de esta obra fundamental de un autor que merece ser revisitado.//∆z

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