Mompox tuvo su gran noche de sábado en Niceto para el único y definitivo show de 1,2,3! con increíbles invitados.

Por Damián Jarpa

Foto de Gonzalo Iglesias

Con puntualidad inglesa en una noche primaveral, a las diez de la noche en punto, los Mompox subieron al escenario del barrio de Palermo con un sorprendente lleno casi total, para interpretar las canciones de su último disco ▲ (o Triángulo, para los más fanáticos), en un perfil decididamente más bailable que su anterior disco Mompox and The Big Umbrella (2010), del que quedaron pocos rastros.

El escenario contó con un despliegue escénico inusual de músicos e instrumentos, sintetizadores, vientos y órganos por doquier; un armado de luces muy prolijo que incluía faroles de mesa de distintos colores que adornaban cada esquina del escenario y proyecciones audiovisuales kitsch detrás de la bateria, un mini-monitor led ubicado delante de Juan Tobal (líder carismático de la banda), que incluyó los subtítulos de las canciones en simultáneo y por último, los músicos vestidos para la ocasión con un vestuario de feria americana chic.

Como era de esperar, varios fueron los invitados que dijeron presente. En primer lugar, Michael Mike e Ignacio Czornogás (Los Hermanos McKenzie) que juntos dieron lugar a uno de los pasajes más interesantes de la noche con un incendiario versus de MCs. Otro de los más grandes invitados de la noche fue el cantante del momento, Maxi Trusso, cuya aparición dejó boquiabiertos a muchos de los asistentes.

El show prosiguió, ecléctico, con mucho color por parte de la banda y con un público que deliró en todo momento. El júbilo fue in crescendo cuando sonaron “Nothing But This”, con su infeccioso ritmo disco, luego con la oscura e inquietante “Dust Is Gold”,  y otro momento vibrante fue cuando Juan Tobal, completamente extenuado al finalizar una de las canciones, se tomó sus buenos minutos tendido en el suelo cual estrella de rock de estadio. Sin embargo, el frenesí de la mayoría del público se desató para cuando tocaron “Perfect Service”, un tema que inundaría las radios si las cosas en este país -en cuanto a difusión musical-, fuesen distintas. Con su salvaje ritmo, sacudió las cabezas y pies de la mayoría del público.

El show continuó con un clima más que fraternal. Abrazos iban y venían durante las canciones entre los integrantes del grupo. Se respiraba un aire de celebración y no era para menos: primera fecha en solitario y el sueño de llevar a cabo su ambición musical y estética casi a la perfección. Fue una hora y cuarto de descarga energética, física, espasmódica y emocional.