Massacre sigue presentando su última placa, Biblia Ovni. Esta vez pos final de Copa América con un Groove a medio llenar pero al que no le faltó rock, temas nuevos y clásicos de siempre.
Por Pablo Díaz Marenghi
Fotos de Nadia Guzmán
“Segundos en el fútbol, campeones en el rock” gritaba Walas y comenzaba la segunda presentación de Biblia Ovni, el noveno disco de estudio de Massacre, en una noche particular. La selección argentina había perdido hacía minutos la final de la Copa América con Chile y quizás producto de semejante acontecimiento deportivo, Groove no se encontraba colmado como uno podría esperar. Pese a esto, la banda pionera del skate punk local rockeaba con los primeros acordes de “Mi amiga soledad”, primer track del nuevo álbum, y comenzaba un show que tendría clásicos, pogos emotivos y momentos de orquestación noise dignos de un grupo que sigue vigente a 29 años de su debut.
Con las mechas rojas, un gorro piluso, chupines y camisa a cuadros, Walas cantaba, gesticulaba y jugaba con muñecas o con su pequeño megáfono, fiel a su estilo. Los acordes del Tordo (Pablo Mondello) sonaban impolutos, vibrantes, con la justa distorsión en temas como “Tengo Captura” o “Cae el muro”, que desató el primer mosh de la noche. “¿Alguna noticia del skatebording?” interrogaba Walas y daba paso a “Te leo al revés” marcando el tempo de la noche: clásicos y temas nuevos, una especie de obra conceptual que mezcla elementos extraterrestres, esotéricos y religiosos. “Niña dios” —“La Reina de Marte” de este disco— hizo corear a todo el público. El corte de difusión es pegadizo, el riff es hipnótico y la banda se luce. Las dos décadas de trayectoria se traducen en eficacia y prolijidad arriba del escenario.
Suena “La nave” y teletransporta a la audiencia a un futuro pos apocalíptico dominado por marcianos que escuchan indie. Walas destaca a una pareja que se vino desde Zárate y que ofreció su vehículo para traer a quienes se les crucen por el camino —“Gente hermosa”— y da paso a clásicos como “Tres Paredes” que ya son himnos para quienes siguen a la banda desde la época de Massacre Palestina. Tanto es así que el “Hallaste el tiempo o la forma de creártelo” se oyó a capela, vociferado por el público como emulando los cantitos futboleros que no pudieron ser. Hubo tiempo para covers, “Moon over Marin” de los Dead Kennedys a pura potencia, y para otras perlas de la última placa como “Muñeca roja”; una oda space rock californiana.
Las luces se prenden y se apagan, el público retoma el mosh y la emoción cuando suena “Seguro es por mi culpa” y “Sofia, la Super Vedette”, clásicos del grupo. Walas sacude un cetro negro con una calavera en la punta mientras grita los versos de “Angélica”… “Si quieren pueden volar”, también de Biblia Ovni, invita a aumentar la potencia de los comandos y dejarse llevar por los confines de la galaxia. “Canción de las Muñecas” —del EP Massacre Palestina (1987) — desató la última emoción violenta del público más fiel. El cierre con “Plan B” y “Mi mami no lo hará” complació tanto a aquellos que habían ido a buscar al Massacre de siempre como a quienes se fueron acercando en los últimos años, hipnotizados por la potencia de El Mamut (2007) algo confundidos con Ringo (2011) y llevados a un más allá galáctico con Biblia Ovni.
Walas saluda y dice hasta pronto ya que esta presentación continuará (el 17 se presentarán en el Teatro Vorterix). En un show que no fue inolvidable pero tampoco pasó desapercibido, los Massacre demostraron que siguen vigentes y, sobre todo, que Biblia Ovni no es uno más: en vivo suena fuerte y hasta puede verse como una obra conceptual en tiempos en los que se creía extinto este modo de pensar un disco. Luego quedará en el público y la crítica la evaluación de su versión 2015. A Massacre no parece importarles demasiado. Como cantaron promediando el show, “Si quieren pueden volar”.//∆z