El cordobés Fabricio Morás logra en Ruido Como Antes, su tercer disco solista, un trabajo pensado y trabajado que respira frescura. La fórmula de la canción en su mejor expresión mediterránea.
Por Gustavo Grazioli
Hay formas distintas de ponerle el sello de coronación a una canción: una puede ser a través de una buena letra y otra puede consistir solamente en la composición musical. Ahora bien, cuando se dan las dos cosas juntas, el retrato termina siendo un disco. Tal es así que el cordobés Fabricio Morás (ex tecladista de Sur Oculto) se despachó con una obra que tiene todo esto y más. Ruido como antes se compone de doce canciones y es el tercer trabajo de su carrera como solista. Estos temas están orientados a ser servidores de un objetivo que debe regresar cuanto antes: sentarse y escuchar. En él se desenvuelve un aire de libertad donde queda claro que se lleva a la rastra el manual de cómo hacer para caer bien. Detalle esencial: en la información de este artista sienta una posición en sus influencias y le pone gracias a The Beatles, Neil Young, Flopa y Tom Petty.
Es que muchas veces la imposibilidad de reconocerse en ciertos ámbitos son invocaciones a querer cantarles a las personas que hicieron que abras el espectro. Morás, entonces, le va a cantar a esos agradecimientos y lo va hacer desde un lugar casi de diálogo. Ya la apertura del disco se inicia una marca en la escucha. Esa marca se va a fundir en el aspecto más cabal de la poesía. La canción que abre este trabajo se llama “Porque sí” y dice: “Basta de llorar / Que la tarde haga lo que quiera / Basta de llorar / Los amigos, quedan los que quedan”.
“Venganza” le hace los honores al Neil Young del disco Harvest. A primera escucha es el disparo de la primera canción que abre este disco. Me refiero a la canción “Out on the weekend”. Morás incluye unas guitarras que pueden reconocerse dentro de lo que se denomina folk rock y canta con una voz que puede agitar cualquier corazón. Incluso, para reforzar la melodía, sigue con los versos conmovedores: “Es tu cabeza que rueda junto a mis pies / Llevo mi cuerpo vacío de dios / Agitándose al sol, mi corazón”.
El disco en general, de todas maneras, está atravesado por una línea poética bien cuidada. Es una retrospectiva que emerge de sus influencias, hacia un centro que gira en torno a la canción. Los pasajes eléctricos hacen su aporte y cuando aparecen son estrictamente porque lo pide la música. Un disco pensado, trabajado y listo para sumar al costado del mundo independiente no industrializado. Esto respira frescura y sobre todo, incluye la estela de lo que es trabajar en pos de no querer ser diplomático para ser parte de un circuito ya preestablecido. Pero definir este disco como parte de una trinchera no creo que sea adecuado; sí se podría ubicar en el núcleo de que otra historia es posible.
Morás, aparte de este disco, tiene otros materiales disponibles para escuchar: Esperando eventos sobrenaturales (2009) y Dividirse (2008). De todas formas queda claro que en ninguno se encuentran repetidas. En este último, deleita el cancionero de nuestro rock y pide pista un guitarrista, que además de tocar teclados, hace de versatilidad un condimento extra para componer. No es sencillo mover los corazones y abstraerse, haciendo que la canción tan solo corra sin tentarse a cambiarla para saber que más viene. Finalmente el cordobés, acompañado de una banda de músicos imponentes, puso a disposición melodías que remiten al efecto pasional de conmoverte. Más allá de algunas guitarras un poco más distorsionadas que otras, el trabajo está plasmado para que funcione todo sin perder de vista la etapa que se vive con la industria. Pero al margen de todo eso, aplaudimos esta bienvenida con alegría.//∆z