Acorazado Potemkin presentó Remolino en el Centro Cultural San Martín en un recital con entrada libre y gratuita que quedará grabado en la memoria de todos los músicos y sus fans.
Por Gonzalo Penas
Fotos de Florencia Videgain
Había que apurar el paso. Nada más. Ni nada menos. Un viernes de agosto, por el centro porteño en hora pico. Era solo cuestión de apurarse y llegar a tiempo al Centro Cultural San Martín, ahí cerquita de los bares y pizzerías que tantas veces nos refugian de noches enormes y brillantes pero también en noches desoladas por la Avenida Corrientes. El problema era como apurar el paso en una ciudad que vive apresurada. ¿Apurarlo más? Y sí, la respuesta se torna bastante poco feliz: imposible. Las entradas iban a repartirse, de manera libre y gratuita, a partir de las 19 pero para esa hora en la boletería una voz femenina dijo las palabras que los que hacían la cola ya se imaginaban: “ya no hay tickets”. Y la voz se empezó a correr hacia el hall donde la cola seguía y el malhumor se generalizó. Mucha gente se fue del lugar pero otros se quedaron a esperar a las 21 horas para que ese recital tan esperado comenzara.
Acorazado Potemkin ya había subido a su web Remolino –su tan ansiado segundo disco- y había dejado en claro que la espera había valido la pena. Si Mugre (2011) había confirmado que se puede seguir confiando en los llamados power-trioRemolino confirmó directamente a la banda. ¿Hacía falta confirmar algo? Para nada. Pero bien sabemos que los segundos discos generalmente nos dejan sabores agridulces: o son más de lo mismo o no cumplen las expectativas. Todo lo contrario a lo que ocurre con el segundo disco de estudio de Acorazado. Por eso eran tantas las ganas de verlos en vivo.
Luego de esperar en el hall, a las 20:55 aparecieron las acreditaciones y se pudo entrar a la sala 3 del San Martín y pasadas las 21 arrancó el show. Como era de esperarse, Acorazado abrió con el tema que da inicio al disco: “A lo mejor”. Ese cross a la mandíbula como diría Arlt que ya desde los conciertos en el Salón Pueyrredón del año pasado –o mismo en los de Ultra de este verano- se percibía como un posible corte del disco. Un gran comienzo del set porque a “Cerca del sol” le siguió la tanguera “Pintura interior” y el ya conocido -por el video que daba vueltas desde hace meses por Youtube- “Miserere”. Es decir, arrancaron con las 4 canciones que dan comienzo al disco pero invirtieron el segundo y el tercer tema. Esto marcó como indicio que el recital no iba a ser como esas presentaciones donde se tocan todas las canciones nuevas en el mismo orden que el CD. Más aun, a las nuevas canciones fueron intercalándose los (ya) clásicos de Mugre como “Desayuno”.
Qué Acorazado es una banda que suena excelente en vivo no es novedad. Pero en un lugar poco habitual para recitales como el CC San Martín sorprendió que todo se haya escuchado muy claro. Se notó que hubo mucho laburo previo, algo que los integrantes de la banda agradecieron en más de una oportunidad mientras afinaban sus instrumentos entre las canciones. El show continuó con “Y no hace tanto”, una de las canciones más bellas de Remolino. “Dale vení, hagamos las paces. No te escapés más que está tu silla acá junto a la mía” frasea Juan Pablo Fernández entre los arpegios de su guitarra, los redobles de batería de Luciano Esain y los acordes de bajo siempre bien marcados por Federico Ghazarossian. La letra de ese tema bien podría ser una continuación de “Algo” (inicio de Mugre que también tuvo su espacio en el set de la velada) donde Fernández grita “en algo vos y yo nos parecemos: andar buscando revancha de algo que salió mal la primera vez”. Uno de los puntos más alto del disco es “Disuelto” y así lo hizo notar el público: “y todo pasa como el aliento que tus besos dejó en mi recuerdo” cantaban las personas a la par de Fernández. Minutos más tarde Fernández presentó a Cardenal Domínguez diciendo que su fraseo tanguero no se compara con el del invitado. Juntos hicieron “Reconstrucción” confirmando lo que había dicho el cantante de la banda. El fraseo en toda la canción en vivo bien podría hacerse en formato acústico en alguna de la tanguerías de Almagro. Domínguez se bajó del escenario diciendo “menos mal que la vida juntó a estas 3 personas”. Porque Acorazado otorga ese plus, esa impronta propia del rock que claro está nunca se alejó (y por suerte no lo hará) del tango. Después de “Desert”, “La carbonera” y “Puma Thurman”, momento especial dedicado a Mugre, el set lo cerraron con “Sabés”, esa “línea que cruzaste para no saber la razón porque estás de pie”. Así termina el disco y así parecía terminar la noche.
Pero el público se quedó en el lugar. No se movió. Y los tres integrantes volvieron a escena porque tenían “preparado algunos temas más por si pasaba esto”; que nadie se moviera, que todos quieran un poco más. Siempre uno quiero un poco más de Acorazado. Para los bises, la banda tocó 3 canciones de Mugre. Comenzó con “Perrito” el primer tema que escribieron juntos hace algunos años, y le siguió “La mitad” con Flopa como invitada y como –casi- siempre. Porque la fiesta tenía que ser completa, claro. Porque la devoción mutua entre Acorazado y Flopa se notó desde un primer momento y hoy sigue intacta. “Qué vivan por mucho tiempo más” cerró Flopa y se bajó del escenario para volver junto a todos los invitados de la noche para el cierre con “Los muertos”. Ahora sí terminaba el set y todo se convirtió en historia. Porque serán esas noches que no se olvidarán en el corto tiempo y tal vez nunca. Para los músicos, en los que se veían rasgos de sorpresa en sus caras por la convocatoria y porque obviamente sabían de los fans que se habían quedado afuera, y para los que pudimos entrar por poder ver y escuchar la presentación de uno de los discos del año.//∆z