Por Rodrigo Piedra

Hubo una época en la que la remera con la fecha del recital al que asistías se convertía en la prueba definitiva de que estuviste ahí, tan atesorable como la entrada cortada. Las entradas en esta época ya eran de color amarillas, los celulares sacaban fotos espantosas (no tan distintas del que tengo ahora) y los festivales ya eran propiedad de las grandes compañías aunque todavía no se habían avivado con el campo VIP. Así y todo, Quilmes Rock 2009 traía mi banda favorita de la adolescencia. No vivía en Buenos Aires pero eso no era una excusa, sólo una dificultad porque explicarle a tus viejos que querés ir a Capital para un festival, en una familia no consumidora de recitales, y no ser independiente, es, cuanto menos, “un temita”.

Radiohead anunció su gira por estos lados justo el día de mi cumpleaños, el 12 de diciembre de 2008, cuando yo estaba pasándola como en el orto en el viaje de egresados (sí, los cordobeses viajamos en pleno diciembre a Bariloche). La fecha fue del otro lado del calendario, el 24 de marzo de 2009 (fecha ya de por sí importante), en Club Ciudad, con La Portuaria como número nacional y Kraftwerk como el agregado que hizo de la noche una verdadera postal eterna. Gente de la edad de mis abuelos tocando música electrónica.

Después de la hazaña por comprar la entrada y casi en pánico por la posibilidad de quedarme sin, llegó el día y el viaje. Mi objetivo era estar lo más cerca posible, así que fui temprano, me banqué la fila y conocí un grupo de gente de Londres que seguía a los liderados por Thom Yorke a cada show que daban en el mundo. Por supuesto que lo tuve en la cabeza mucho tiempo. Venían de San Pablo y luego seguirían a Santiago de Chile. Por mi parte, no volví a ver Radiohead.

Cumplí mi cometido. Esa tarde también conocí a Zabo, que estaba con una amiga, y corrimos a la par hasta llegar al objetivo. Llegamos y todavía me acuerdo cuando me dijo: “no cierres los ojos porque si los cerrás, te caés”. Me faltaba el aire y me sentía mareado pero no me iba a ir de ahí. Todo pasó, y el recital también.

Para cuando terminó, los puestos de merchandising ya estaban vacíos. Afuera de Club Ciudad se encontraban desesperadamente vendiendo las últimas remeras “con la fecha” (también había, como siempre, remeras sin fecha, pero insisto en su importancia). Yo buscaba una que sea solo de Radiohead porque el resto del line-up no me iba ni me venía. Finalmente, compré la que hoy es la protagonista de esta nota. Negra (obvio), el osito insignia del grupo, y la fecha en la espalda, todo con una estética que simulaba la propia de In Rainbows, el disco que venían a presentar.

Si ahora la uso para dormir o un domingo entre casa, esa es otra historia. Hoy una banda te parece la mejor del mundo y mañana ya no. Por supuesto que me encantaría volver a verlos, pero mi experiencia personal nunca será comparable con la primera vez. Vaya uno a saber dónde está ese grupo de la entrada, hoy. Seguramente esperando la novedad de una gira o capaz ya no viajan más. La remera también se achicó.//z

Rodrigo Piedra nació en Comodoro Rivadavia en 1990 pero rápidamente se instaló en Villa María, Córdoba. Estudió en Córdoba Capital y actualmente reside en Buenos Aires. Desde el 2008 es Co-fundador y Director editorial de Indie Hoy. En twitter: @ammigopiedra.

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