Momofuku suma un relato inédito en esta primera reedición del libro publicado en 2014. Las redes sociales (no tan) extrañas de Robles dialogan con literaturas pasadas y presentes a la vez que nos abren la puerta a interrogarnos sobre el futuro inminente. 

Por Gonzalo Gossweiler

La editorial Momofuku reeditó Las redes invisibles (2014) del escritor argentino Sebastián Robles (1979), en una versión que incorpora un cuento nuevo a los diez originales. Las historias tienen como hilo conductor la premisa de tratar el funcionamiento de redes sociales ficticias, su impacto en la sociedad y la composición de sus usuarios.

Desde una ciencia ficción anclada en las posibilidades de Internet, Robles se constituye como un antropólogo del futuro que desarma los mecanismos de las redes sociales que podrían aparecer mañana. Sus cuentos son a veces artículos de una Wikipedia paralela, informes periodísticos o investigaciones biográficas donde la ficción se cuela a través de personajes misteriosos, perturbados y perturbadores.

Robles inventa redes sociales como Italo Calvino urbes en Las ciudades invisibles y crea su propio y oscuro universo. Igual que éste, describe sus particularidades a través de alegorías, hablando del presente a través de imágenes distópicas. Los relatos examinan los rincones más tenebrosos que podría ofrecer la web para las relaciones humanas y nos interroga sobre cómo nos relacionamos nosotros con las redes y con las personas que se esconden detrás.

Por otra parte, los cuentos son un ejercicio de intertextualidad en el que las referencias literarias están presentes sistemáticamente. Robles conversa con los escritores que admira en el lenguaje propio de las redes y desde un clima de ciencia ficción que asoma como una realidad muy próxima. “Estoy viviendo mi muerte. Por lo menos puedo compartirla con alguien que está atravesando lo mismo que yo”, dice un usuario de “Tod”. La membresía solo se consigue bajo la condición de ser un enfermo terminal. El voyeurismo llega así coquetear con la muerte. Lo más serio de la vida se conecta con la frivolidad de las redes en esa atmósfera de futurismo ominoso de las primeras temporadas de Black Mirror.

Los inquietantes presagios tecnológicos siguen en “Mon Amour”, un Tinder que se jacta de ser una celestina con exactitud científica al armar parejas a través de su algoritmo. En “Mamushka” lo importante es la exclusividad y ascender a través de capas cada vez más selectas, como si fuese una competencia entre taringueros. Los usuarios de “Balzac” deben ser escritores amateurs realistas, cualquier desviación de género es una condena al ostracismo.

Como si Rebelión en la granja de George Orwell sucediera en las redes sociales, en “Animalia” las mascotas se conectan a través de un implante neuronal a sus perfiles para comunicarse. Allí deciden librarse de la esclavitud que les imponen los humanos y comienzan una guerra de guerrillas. Para ingresar a “Orphan” hay que demostrar que se tiene algún grado de orfandad y en “Ctulhu” se refugian híbridos de humanos y seres antiguos del fondo del océano, protagonistas de los relatos de H.P. Lovecraft.

Con referencias al cuento de Jorge Luis Borges, “Tlön” configura el misterio de una red social que induce al suicidio y convierte a la web en un arma mortal masiva. En “Usher”, el nuevo relato de la segunda edición, se mezclan cazafantasmas de principios de siglo pasado y otros modernos junto con alusiones a Edgar Allan Poe y a Henry James: la comunidad virtual ubica geográficamente las casas embrujadas del mundo y pone en contacto a los interesados.

“Hospital” es un guiño a las leyendas urbanas y a los misterios de la deep web. Es tan exclusiva que no se sabe cómo es el proceso para acceder a un perfil allí. Su protagonista se verá envuelto en un policial con guiños al cine de terror clase B. Una veta steampunk aparece en “Crítica”referencia al diario de Natalio Botana- donde a principios del siglo XX en Argentina se desarrolla una red social que conecta a escritores, personajes de la narración.

Así, Las redes invisibles se convierte en un reflejo de los temores salidos del ciberespacio que se exorcizan por medio de historias que llevan al límite las posibilidades siniestras de las redes sociales. Es un libro que indaga sobre los usuarios actuales en situaciones exacerbadas de lo que a diario vemos en Facebook, Twitter, etc. Todas esas redes que nos envuelven, nos arrastran al fondo digital que amenaza con ahogarnos en frases hechas, corrección política y memes.

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