En el marco de la presentación de Las Pibas, su última película, que se exhibirá en el BAFICI edición 2012, conversamos con Raúl Perrone sobre sus comienzos, sus retrospectivas en América Latina y sus próximos proyectos.
Por Nayla Madia
Foto de Martín Benavidez
Un verbo que define a Raúl Perrone es “Hacer”. Cuando tenía 17 años comenzó a capturar todo lo que observaba a través de una Súper 8 hogareña. Las cintas debían ser enviadas a Europa y tardaban 3 meses en ser reveladas. Sin embargo, desde aquella época Perrone no paró. En 1998, escribió un decálogo de diez puntos que utiliza para filmar: “Pase lo que pase, terminar la película”, señala el último ítem.
Bajo una estética minimalista abocada a destacar situaciones cotidianas, el cineasta de zona Oeste, siempre fiel a sus convicciones, es un referente del cine independiente. Ha rodado películas como Bang-Bang (1990), con Piero, Buenos Aires – Esquina (1990), con Andrés Calamaro, Labios de churrasco (1994), con Fabián Vena, Graciadio´ (1997), con Gustavo Prone, Violeta Naón, y Adrián Dárgelos, La felicidad (Un día de campo) (1999), con Tom Lupo y Zapada, una comedia beat (1998), con Diego Capusotto, entre otras.
El encuentro con Raúl tuvo lugar en Ituzaingo, una tarde otoñal de cielo tan celeste como aquel que él plasmó con extraordinario encanto visual en varias de sus películas. Caminar por aquel barrio de arboladas, trenes y casas bajas, remite a lugares que, mediante su cámara, el cineasta (considerado uno de los pioneros en retratar el suburbio en nuestro país) convirtió en legendarios y genera, mediante un déjà vu fílmico, la sensación de atravesar calles y esquinas conocidas. Desde el bar al que suele concurrir frecuentemente, Perrone compartió anécdotas, habló de sus sueños y de su pasión por el cine.
AZ: ¿Qué recordas de tus comienzos cinematográficos?
RP: Las primeras películas que filmé marcaron un momento único. “Labios de Churrasco” y “Graciadió” se dieron en el Cine Lorca, eran películas alternativas, era como ir a ver una banda de rock. Había largas filas de gente esperando ver mis películas en pleno invierno y con bajas temperaturas. Era difícil mostrar una película, había una cuestión relacionada con el boca en boca, la gente quería ver “una de Perrone”. Las proyecciones eran viernes y sábado en la función de trasnoche. Se dio algo muy fuerte con mis películas, actualmente me contactan muchas personas que iban a ver “Graciadio´” cuando eran adolescentes y sienten que esa película marcó sus vidas.
AZ: ¿Por qué creés que te comenzaron a seguir los jóvenes?
RP: Creo que se sintieron identificados con lo que yo hacía porque la adolescencia no se mostraba en el cine. Cuando yo empecé a filmar era impensado mostrar a un grupo de chicos. A mi me interesaba filmar lo que les pasaba, pero desde la visión de ellos y no desde la de un adulto, yo quería hacer películas con el mismo espíritu que quienes hacían rock en un garage. Muchos chicos que ven mis películas me consideran un “director punk”, eso tiene que ver con mi manera de ser y de trabajar, tengo una manera de hablar que no tiene nada que ver con la de la gente de mi edad.
AZ: En tus comienzos filmaste con músicos como Charly García, Adrián Dargelos, Andrés Calamaro e Iván Noble ¿Cómo surgió la idea de incluirlos en tus películas? ¿Volverías a filmar con músicos?
RP: Yo tengo una ideología rockera. De hecho, realicé muchas caricaturas de músicos de rock, tengo varios libros publicados, entre ellos uno de dibujos de los Rolling Stones. La idea de trabajar con músicos surgió porque veía en ellos una especie de teatralidad que me resultaba interesante, traté de mostrarlos como actores y no como músicos que hacen de actores. Ahora estoy en una etapa antropológica, trabajo con gente del barrio, pero si pienso una historia y si la situación se da, los llamaría.
AZ: ¿Hay aspectos autorreferenciales en las películas?
RP: Si, yo soy mis películas. Por ejemplo los gestos que hace con el cigarrillo Gus (se refiere a Gustavo Prone en “Graciadio´”) los hacía yo a los 17 años. A su vez, las zapatillas rojas que él usa en la película son como las que uso yo. Yo manejo todas mis películas. Los personajes se visten como a mi me gusta, escuchan la música que a mi me gusta. En mis peliculas están mis amores, mis miedos, mis obsesiones, mis locuras. Siempre hay algo de mí en lo que hago.
AZ: Trabajas con vecinos y gente conocida que no tiene formación actoral ¿Qué te impulsa a filmar con alguien en particular?
RP: El hecho de que decida filmar con una persona tiene que ver con que tengo una memoria visual muy grande, me fijo en la manera de hablar de la gente, yo veo como caminan, como mueven sus manos, para mi eso es importante. Es muy común que cuando llamo a alguien para trabajar les pida que hagan esos gestos. Yo hago un trabajo muy psicológico, tengo que conocer a la gente y ser preciso para con lo que quiero que hagan. Las personas con las que trabajo son seres que tienen luz propia, se entregan a la cámara de una manera extraordinaria.
AZ: Ituzaingó se encuentra muy presente en tus películas. Te convertiste en una figura del Oeste. ¿Qué sentís al crear historias que tienen que ver con el lugar en el que te criaste?
RP: Es algo hermoso, a mi me emociona, no necesito trabajar en otro lado, yo siento que Ituzaingó es infinito, siempre encuentro espacios nuevos. Hay lugares en los que yo aun no filmé y que me gustaría mostrar. Antes de filmar “180 grados” pasé un año todos los jueves sacando fotos de un estacionamiento municipal, no sabía muy bien porqué lo hacía pero me gustaba el lugar, tenía un aspecto decadente que me resultaba hermoso, el 50 por ciento de la película transcurre en ese lugar.
AZ: Muchas de tus películas fueron rodadas en lugares que hoy han cambiado. ¿Creés que se pueden ver como documentos de época?
RP: La verdad es que eso yo no me lo propuse de manera consciente, pero es algo que se fue dando con mis películas. En la Mecha Galván va a Morón, toma algo en un bar, y ahora ese lugar no existe más .También pasó eso con “Bonus Track”, filmé en un cine de Ituzaingó al que yo iba de chico. En el momento en el que yo decidí filmar, ese cine estaba abandonado. Yo quería reflejar ese lugar desde la visión de un grupo de chicos que se juntaban ahí a andar en Skate. Actualmente ese mismo cine en el que fue remodelado. Muchas de mis películas son huellas de un tiempo.
AZ: ¿Considerás que tus películas y tu manera de filmar se caracterizan por presentar un cierto estilo?
RP: A mi no me gustan los rótulos, no me gusta cuando hablan de nuevo cine argentino. Yo me pregunto : ¿Qué es el nuevo cine argentino? ¿Cuándo hubo un viejo cine? Son etiquetas que no aportan nada, creo que no hay un nuevo cine argentino, en todo caso hay directores que hacen cosas nuevas.
AZ : Se han presentado tus films en países como México, Chile, Perú, Brasil y recientemente se realizó una retrospectiva en Uruguay, ¿Cuántas películas se presentan? ¿Cómo vivís este momento?
RP: Me llena de orgullo que mi trabajo se conozca en otros países , se dio una suerte de gira latinoamericana , pero yo no viajo, viajan mis películas. Yo soy apenas un ser humano. Cada vez tengo menos que ver con lo que tiene que ver con todos. En la retrospectiva de Uruguay se presentan quince películas. Hay algunas que aún no fueron proyectadas en ningún otro lado, como es el caso de “Porá”, que fue filmada el año pasado.
AZ: ¿Cómo definirías al público que va a ver tus películas? ¿Qué sentís al volver a presentar una película en el Bafici?
RP: Estoy muy feliz con lo que hago. Tengo un público fiel, de gente que creció con mis películas y las sigue. Ahora se sumaron los hijos de esa gente y otros chicos cada vez más jóvenes que descubrieron mis películas y eso los impulsó a hacer cine. Yo creo que un hay un público que encontró mis películas, la gente se apropió de ese cine y lo hizo suyo. Se exhibieron muchas películas mías en el Bafici. Cuando presenté “Los Actos cotidianos” un chico se sorprendió con lo que yo hacía y me preguntó cómo se habían sentido los protagonistas al tener una cámara registrando su vida. Está bueno que se de esa credibilidad con lo que hago. Todo lo que sucede en mis películas se da porque yo estoy ahí y lo genero pero busco ser como una mosca en la pared, trato de que mi presencia no se note.
AZ: Al realizar películas donde planteás realidades sociales y situaciones cotidianas ¿Te ves en el papel de un comunicador?
RP: Estoy muy atento a lo que pasa, tengo un poder de observación muy grande. Me acuerdo que una vez me reuní con Iván Noble y mientras conversábamos sobre nuestros trabajos, llegamos a la conclusión de que uno no es protagonista, sino que es un cronista de la vida. Yo en un vistazo puedo ver muchas cosas y eso se traslada a lo que me interesa mostrar en mis películas. El cine es una experiencia sensorial, todo está en la cabeza de uno, mi visión tiene que ver con encontrarle belleza a temas sociales complejos, yo quiero que la gente crea lo que está viendo.
AZ: No trabajás con guiones rígidos . ¿Cómo surgió la historia que culminó en el rodaje de “Las Pibas”?
RP : Estaba en una casa filmando otra cosa, y pregunté si había alguien para hacer algo, y me dijeron que conocían a unas chicas, las llamaron, vinieron, empecé a hablar con ellas, y fui armando una historia. Les di algunas indicaciones, empezamos a filmar y se generó una energía asombrosa que culminó en una escena antológica, no repetí la toma porque se dió algo de una pureza increíble. Así comienza la película, es un plano que dura 8 minutos, surgió algo muy espontáneo. No uso un guión porque tengo que empezar a filmar una película para darme cuenta si quiero seguir haciéndola. Las historias están en mi mente, nadie las sabe previamente, ni siquiera los actores. Creo que hay una diferencia entre ver y mirar, busco captar realidades, no puedo escribir algo previamente porque pienso mas rápido de lo que escribo.
AZ: Tuviste una etapa en la cual tus personajes caminaban mucho y filmabas en exteriores. Últimamente se observa un cambio: tus películas transcurren en interiores ¿Esa modificación tiene que ver con una búsqueda estética? ¿Hay exteriores en el caso de “Las Pibas”?
RP: Mis últimas películas implican un trabajo muy contemplativo, en el caso de “Las Pibas”, todas las escenas transcurren en interiores, hay un solo exterior. Sé que es difícil lograr sostener una película solo con interiores pero yo lo logro hacer. Filmé 4 películas en la casa de Galván y no se repite un solo encuadre. Me gustan mucho los interiores, toco una pared agrietada y me emociono. Para mi una pared con grietas es como un abuelo con arrugas.
AZ: ¿Cuánta gente participó en la filmación de Las Pibas?
RP: Dos personas. No necesito tener una súper producción y mucha gente alrededor, siempre digo que las películas no se hacen con dinero, se hacen con ideas. Yo trabajo cada vez con menos gente, filmo de un modo cada vez más austero, más artesanal. Llegué a un momento en el cual tengo tanto manejo del trabajo que no necesito más nada.
AZ: ¿Por qué usaste el formato 4:3 para filmar esta película?
RP: Yo no puedo filmar en 35 mm. Me resulta similar a una mujer con mucho maquillaje. Filmé mucho en 16:9 pero me aburrí, hago tantas películas que tengo que buscar la manera de seguir motivado, tenía ganas de filmar en 4:3, porque me permite volver a las fuentes, al principio del cine. El 4:3 me resulta interesante, me permite trabajar de otra manera.
AZ: ¿Es cierto que vas a lanzar una colección de tres películas, como fue en su momento “La Trilogía”?
RP: Si, en Mayo voy a presentar en el Cine Cosmos un tríptico: “Lujan”, “Los Actos Cotidianos” y “Al final la vida sigue igual”. Son tres películas que plantean un retrato social muy crudo con los momentos en los que estamos viviendo desde la inseguridad a la incomunicación, la gente vive pendiente del celular pero en realidad hablan muy poco. Además de la presentación de estas películas en el cine, va a salir una edición de lujo, un material coleccionable compuesto por una caja con esas tres películas y un libro de 100 páginas. Es un proyecto del cual estoy muy orgulloso, implicó dos años de trabajo y fue realizado junto a la Universidad de la Matanza.
AZ: El término “Tríptico” tiene que ver con una concepción vinculada a la pintura ¿Hay aspectos de tus películas que se vinculen con lo pictórico?
RP: Usé esa palabra porque pienso mis películas como si fuesen pinturas con gente que se mueve. Hay una relación con la pintura. Cuando presento una película yo hablo de “mostrar” y no “estrenar” porque lo veo como si fuese una muestra. Estas tres películas implican una pintura de vida.
AZ: ¿Estás filmando alguna película? ¿Cuál es tu próximo proyecto?
RP: Sí, volví a filmar con Gustavo Prone. Parece que está escrito que cada ocho años tengo que filmar con él (risas). Estoy en un momento en el cual termino una película y comienzo otra. Si antes filmaba de manera rápida, ahora es algo abismal. Tengo una energía muy fuerte, no puedo dejar de generar cosas. Cuando filmo soy una aplanadora, se despierta algo en mí que es mágico. Creo que los sueños dependen de uno, las cosas te llegan cuando las deseás. Yo quiero seguir encontrando belleza en lo que hago, quiero seguir filmando imágenes bellas.
TRAILER LAS PIBAS