La primera luna pulenta en su edición número 20 fue sucesión de hechos maravillosos: Los Rusos Hijos de Puta, La Ola que Quería Ser Chau, Olfa Meocorde, Señor Tomate, Los Espíritus, Acorazado Potemkin, Fútbol, lecturas de José Sbarra, la gente amiga y los sospechosos de siempre en un Matienzo infernal de calor e historias para contar.

Por Gabriel Feldman

Fotos de Pablo Lakatos

Creo que lo que me más me gusta es este momento en particular, cuando ya salimos afuera y nos sentamos un rato antes de irnos. Porque vos sabés que lo que tenemos es algo más que estrictamente musical. Desde que naciste lo que nos pasa con vos es un reencuentro. Reencuentro en el sentido amplio de la palabra, quiero decir. Sí, vamos a escuchar a las bandas que toquen, pero por sobre todo es la sensación de que estamos en la misma sintonía y entre banda y banda recorremos y nos reencontramos con unos, nos abrazamos con otros, compartimos una cerveza allá, otra acá, nos pasamos los nuevos discos o películas que nos van a salvar en los días de calor y alguien te dice que el libro que querías, que estaba agotado en la librería de Palermo, bueno, acá lo tienen. 20 volúmenes, cinco años, encuentros y re-encuentros, y la mudanza al Matienzo para la ocasión. Ya sé que era especial, pero hay que decirlo, se extrañó el pasillo único del Zaguán. Todo estrechamente unido por una misma infraestructura que te obliga a estar acá. Sí, hará calor, y los fotógrafos me dirán que las luces son su herramienta principal y se les complica un poco, pero dame el ladrillo expuesto y la espesura de la oscuridad levemente iluminada por las luces navideñas. Moverme como jugando al ajedrez sobre los cerámicos. Matienzo tiene más brillo y algunos curiosos también aprovechan la ocasión. El salón, el patio interno a reventar, las escaleras, la feria arriba, los distintos cuartos, otro ambiente para los recitales propiamente dichos. Hay tantos acás. Usted está aquí, pero puede estar aquí, y aquí, y aquí. Espacios más separados que de costumbre. Y están los pequeños detalles: la entrada impresa, la mano o muñeca sellada, tener el flyer con la grilla y los horarios, pulseras para los músicos. En primera instancia habría que resaltar el orden, al dente, la puntualidad para que haya lugar para todos: acústicos afuera, recitales adentro y poesía arriba. Claro, además de orden, poesía y técnica.

Pero te decía, salimos, algunos más transpirados que otros, otros con más purpurina en el pelo, porque después de que Los Rusos Hijos de Puta se saquen la leche de debutar  y con un solo disco ya apuntalen nuevos clásicos, los de La Ola expulsados de algún bazooka-chicle-globo con los pelos de colores y pegatinas en las caras nos dieron mucho cotillón además de canciones. Para que nos entendamos, Migue con un colgante hecho con un disco de los Nerdkids.  Sí, aprieto los dientes, miro a los dementes; que haya globos cargados de brillo que iban de un lado al otro mientras sonaban parece lo más lógico. Después de “Basurero”, Joaquín ya tiraba desde el pote a todo aquel que quería ser bendecido. Pero tus noches tienen equilibrio. Digo, por un lado el mundo de colores de La Ola Que Quería Ser Chau, pero también el universo retorcido y sucio de los Olfa Meocorde. “Aguante el metal”, dijo Fede Lavia, con la camisa ya abierta y la cara desencajada; porque más que un trío crudo y psicodélico como en sus discos, los Olfa fueron un ejército zombie de doom-metal. ¡Las sagradas cruces de Black Sabbath y su resplandor! ¡La concha de dios que estamos unidos!  Si llegaste tarde o estabas paseando, perdiste. Pero lo de la sintonía, yo decía la sintonía, viste, y es que arriba Luis agarra el micrófono y dice que va a leer sobre Sbarra, sí, José Sbarra, y en la mochila tengo Plástico Cruel que me lo devolvieron a la  tarde. Abro al azar: SEÑALES DE TRÁNSITO / Quizás sea cierto que todos somos únicos. Pero lamentablemente somos únicos para nosotros mismos.

Arriba están leyendo y abajo se baila con Manal, Joy Divison y Neu, para qué te lo voy a contar. Es el aire que se respira. Hallogallo una fija en el playlist. La sintonía decía, ¿no? Después arrancan Los Espíritus con “La mina de huesos” y son esas cosas que caen y es así, me seguís, porque eso también es parte tuya. El escenario más grande a ellos les viene mejor, así no entran a presión. Con Tulio de la Patrulla supliendo a Pipe en la columna vertebral, la rompieron. Porque tenés los tres puntas que juegan sueltos, Prietto y Miguel como los viejos wines y Santi de centroforward, de esos que saltan mucho y llevan una acústica al área rival; pero sin la base que te arman Martín, Fer y esta vez Tulio, la sombra del gato no se proyecta en la pared, las noches de verano no son noches, y del bar no te echan ni a palos, entendés, lo sabe hasta el más tonto. Y además de las voces de los Maxi-Santi, las nuestras que se cuelan para cantar a coro. ¡Para ser bueno hay que hacer el mal, pero a escondidas! Bancá, de bases pulenta qué más se puede decir de Lulo y Federico G-h-a-z-a-r-o-s-s-i-a-n, GHAZAROSSIAN (en mayúsculas, como corresponde). Qué no se ha dicho y escrito sobre la fuerza y precisión de esos dos. Creo que Juan y Lulo ya lo saben y lo tienen como un parámetro, si a medida que el Acorazado avanza, los ojos de Federico están desorbitados y funden a blanco, es porque la cosa marcha bien. Ahí está una de las claves. Con “Tal vez” arrancan, en “Desayuno” se movían vertiginosos y en “Algo” ya habían despegado (y eran las primeras tres, sabés). Así en trance hasta “Puma Thurman”. Intensidad, lo que se dice intensidad, basta con verle los ojos. No, no, el desmayo vino después. Estaba un poco más lejos, pero antes de que empiece Sr. Tomate, Poli dice: “hey, acá parece que se desmayó alguien, no sé, creo”. Y creo que sí, me parece que fue una minita que se descompensó un poco y sus amigos se la llevaron. Estaba lejos, me fui acercando después, abrazando desconocidos mientras este sexteto histórico de tus noches completaba una presentación que va a quedar entre las más recordadas. Ya pasadas las dos y la trova de Poli haciéndonos aplaudir a tempo y bailar. Con el corazón en la boca van los Tomate. “Ay amor”, “La palabra macabra”, “Debajo del sol”,  “La Pared” hasta “Aire caliente”, “Ya no sé qué hacer” o “Ritmo de vida”. Esas canciones que cobran vigor con la pequeña orquesta en vivo y se transforman en himnos. Y ahí el balance, para retomar tu cara más garagera, y los Fútbol liberando a toda esa fauna de outsiders de distintas épocas que hay en sus canciones. Algunos problemas en los retornos, pero no importa, para afuera las guitarras estaban bien. Gamba y Federico sobre el borde del escenario, cerrar el puño, mover la cabeza, la lanza lista, a luchar.

Pero esperá, estábamos hablando de otra cosa, de lo que más me gusta, de los reencuentros. Porque las bandas y la música son unos de los componentes del término general. Unos de los elementos de la tabla periódica pulenta. Pero te contaba de los reencuentros, viste, porque salimos, algunos con el pelo y la ropa brillando, la tinta del sello corrida, los músicos cargando los instrumentos, los autos que salen llenos para La Plata y no pueden incluir a nadie más aunque quisieran, quienes tienen en sus manos, mochilas o morrales sus nuevas adquisiciones, y nosotros que aguantamos en la estación de servicio antes de que un colectivo nos levante. Serán las seis y algo, no hace falta la carta, aunque la miramos para estar del todo seguros. Definimos, viene el mozo, toma el pedido y se va. ¿Todo bien? En la lucha, nos dice mientras apoya las porciones de pizza y bebidas en la mesa. El mundo son ocho porciones calientes, todas al alcance de mi mano. En otras oportunidades esta misma escena, esta misma felicidad, hubiera sido ahí en el Kentucky de la esquina. Pero nosotros también nos mudamos y nos recibe El Imperio de Chacarita. En esta mañana, mientras tramamos todo lo que es y será, hay una galaxia que se abre donde el mundo son estas porciones de pizza caliente que caben en la palma de mi mano, y en las servilletas duras empiezo a garabatear una carta desordenada que tal vez mañana escriba. Querido Festipulenta, (dos puntos). La cuenta, por favor.