La mítica banda inglesa volvió al país y brindó un show en el Movistar Arena que dará que hablar por muchos años.
Las horas previas de los recitales son un ritual. Los fanáticos piensan cómo vestirse hasta el más mínimo detalle. Algunos deciden llegar con tiempo al lugar, juntarse con amigos en una plaza, compartir una cerveza y charlar sobre el trabajo o incluso de relaciones amorosas. Eso que hace la gente común.
Pulp volvió a Argentina después de once años. Aquella vez, tocaron en el Luna Park. Tuvieron un reconocimiento tardío con Different Class (1995), el escape personal del mainstream con This Is Hardcore (1998), las separaciones, el reciente fallecimiento del bajista Steve Mackey. Son tan solo algunos sucesos de los oriundos de Sheffield. Si a esta altura, son capaces de atraer público joven, como se vio en el Movistar Arena, es por algo.
Ese retrato natural de la banda y su ciudad en Pulp: A Film About Life, Death and Supermarkets (2014), se confirmó en la noche porteña. No son excéntricos en cuanto a ropa. Tampoco en la forma de tocar. Para ellos es un oficio, como cualquier otro. Esta mirada tiene una excepción. Cuando las luces se apagaron y cada uno se ocupó de su instrumento, una figura entre la oscuridad comenzó a susurrar, para finalmente salir a la luz. Jarvis Cocker. 1 metro y 88 centímetros. Su vestimenta ya es un clásico. Lo más formal que puede ofrecer, junto a su peinado y barba gris, hacen a este artista, una figura hipnótica, a sus sesenta años. Luego de comenzar con “I Spy”, le pidió al público unos aplausos coordinados. Con la gente a su merced, sonó “Disco 2000”, que generó baile y saltos por doquier. Fue tal el recibimiento del hit, que la filmación del momento se viralizó en redes y los elogios fueron desde Nick Banks-baterista- como de fanáticos de otros países.
Fue el show número 539 en la carrera de la banda-así lo anunciaron en las pantallas- y el tercero dentro de la gira sudamericana. “Joyriders” y “Bad Cover Version” fueron estreno o mejor dicho, volvieron al setlist después de varios años.
La mente de Cocker soñó con un momento así, desde la adolescencia. El tiempo le dio el lugar que se merece, un artista que todo el mundo quiere ver bailar, hablar, cantar y amar. Se ganó el respeto. Atrás quedaron los años 90 y la mirada de Pulp como el tercero en discordia del britpop. La comparación con grandes frontman como Damon Albarn o Liam Gallagher es simplemente por haber compartido éxito al mismo tiempo. La figura de Jarvis se encuentra más cerca de artistas como Bowie, Leonard Cohen o Nick Cave. Si bien, lo suyo es puro movimiento, también hay lugar para una sobria quietud. Un ejemplo es “Something Changed” donde se calzó la guitarra y abrió paso a una melancolía muy pop, una sensibilidad accesible para todos.
Como si fuera un conductor de televisión, todas las canciones tuvieron una breve presentación. Es su manera de recuperar energías e involucrarse con el público. El escenario se dividió en dos. Uno fue para la banda. Como actores de reparto, se limitaron a sus espacios. Mark Webber pasó gran parte del recital sentado junto a su guitarra. Candida Doyle con su vestido brilloso. sin mucha gesticulación, movió sus manos en el teclado. Nick Banks demostró su solidez, con golpes simples y efectivos en la batería. Andrew Mckinney con mucho respeto hacia Steve Mackey, cumplió su rol a la perfección, ser la base del sonido junto a Banks.
El centro del escenario fue para la performance. Es magnético, como una persona puede conseguir la mirada de todo un estadio, durante dos horas. Estar parado frente al micrófono, moverse con el, acostarse en el piso, subir las pequeñas escaleras para mezclarse con la pantalla.
En “This Is Hardcore”, hubo luces rojas e imágenes que simularon unas cortinas. Jarvis abrió su vulnerabilidad. El Movistar Arena se convirtió en la casa del artista. La gente escuchó la catarsis de un músico que supo estar en el ojo de la tormenta.
El cierre parcial fue con “Sunrise”, canción de We Love Life. Uno de los momentos más especiales de la noche. El amanecer anaranjado fue el acompañante de una figura que procedió a bailar. Desde el puro minimalismo, la silueta era la de un músico único en su especie. Capturar un momento así, es el sueño de cualquier fotógrafo.
En el primer regreso, Jarvis volvió a sostener la guitarra y anunció “Like a Friend”. Como él mismo dijo, comenzó de una forma muy tranquila y suave. En esos breves silencios una chica gritó “te amo”. Claro, el inglés seduce, es parte de su manifiesto. Llegó el momento cumbre de toda banda con alma pop, su himno. En el inicio de “Common People” la gente levantó su celular y captó el momento. Fueron unos segundos, porque ya para el estribillo, todo el campo se convirtió en una pista de baile. Cada uno se desinhibió y aplicó sus propios movimientos, de eso se trata, ser uno mismo.
En el segundo regreso, hubo lugar para “Background Noise”, nueva canción, que demostró que todavía hay inquietud compositiva en ellos. Sería muy interesante un nuevo disco en el contexto de los últimos años. “Glory Days” fue el único momento donde Jarvis dejó de ser el centro de atención. La pantalla desplegó una gran cantidad de imágenes de la carrera del grupo. Desde unos jóvenes en blanco y negro, a sus versiones noventeras e incluso los borradores de como sería el futuro, el plan maestro de Pulp.
Hubo tiempo para una más. “Mis-Shapes” se encargó de ser el cierre de la noche. “Usaremos la única cosa de la que tenemos más /nuestras mentes”. El guión del recital debería convertirse en manual de estudio, para todo aquel que sueñe con ser parte de un escenario. Un cierre perfecto, de una canción y un disco que continúa vigente. En fin, se trata de nosotros. La experiencia personal merece un lugar y los amigos de Sheffield vinieron a recordarlo.
“Ahora es momento de volver a la vida real. Muchas gracias por su atención y por entregarnos estos preciosos momentos de sus vidas, para pensar algunas de estas ideas. Fue un placer pasar este tiempo con su compañía. Los amo”, esas fueron las palabras de Jarvis Cocker en la escena post créditos del documental de Pulp y también de alguna manera lo fueron en Villa Crespo. Tal vez, el recital fue el empuje para afrontar las horas cotidianas. Tal vez, hay un bis para la gente común. //∆z
- ArteZeta 2023
- Por Geronimo Kener
- diciembre 2, 2023