La banda indie de Brighton, Inglaterra, acaba de lanzar 7 seconds. Este single de pop melancólico dialoga y, a la vez, discute con sus dos primeros álbumes donde jugaron con una tensión punk-pop. Conocelos en esta nota
Por Julieta Pastorino
Porridge Radio reabrió la posibilidad de un estadio: uno donde el indie actual toque, sin perder sutileza, canciones que llenen de furia las plateas. Para encaminarse a este vigor pop nunca hay una clave, pero entre la performance salvaje de la vocalista y guitarrista Dana Margolin, su rechazo por lo twee o ingenuo y su convicción de que “hay que creerse la mejor banda del mundo” podemos empezar a delinear un camino.
El cuarteto de Brighton debutó con Rice, Pasta and Other Fillers (2016), un álbum lo-fi donde mostraron toda su fiebre enérgica. Aunque no llegó al altar de Pitchfork, posible medida del éxito indie, este debut esconde arrebatos de frescura que actualizan la tensión entre el punk y el pop, el ruido y el susurro: por ejemplo, las geniales “Danish Pastry Lyrics” y “Can U Hear Me Now?” Con su lírica lastimera llena de ironía, la voz de Dana recuerda, a veces, a Ari Up (The Slits), otras veces a PJ Harvey. Por su parte, la percusión de Sam Yardley se roba el primer plano y trama texturas post-punk, secas y heterodoxas.
Pero el reconocimiento llegó cuatro años después con Every bad (2020). Producido ya sin crudeza lo-fi, con este álbum la voz y las composiciones de Margolin se lucieron más -para muchos, mejor- que nunca y Porridge Radio alcanzó varios status: un crítico dijo que representaban al “slacker indie”, otro que tenían la “grandeza gótica” de Nick Cave. Más tarde fueron nominados al Mercury Prize.
En este segundo álbum, las letras preservan lo atribulado de Rice…: inseguridades, ansiedad extrema, crisis de identidad. “Sweet”, por ejemplo, empieza con tintineos apacibles de guitarra: “mi mamá dice que me veo como un manojo de nervios/ porque me muerdo las uñas hasta la carne”. La calma dura lo que un suspiro: para el final del verso, ya estamos en una explosión noise. Luego, otra vez la guitarra tintineante.
Puede deleitar o aburrir, pero este vaivén revela una banda que, en lugar de elegir los grises, entendió cuál es su tensión y la explotó alternando paz, guerra, paz. Así hasta dar con el muro de la ironía: en “Born confused”, el final es un coro despechado que se repite casi cuarenta veces hasta viciarse: “gracias por dejarme/ gracias por hacerme feliz/ gracias por dejarme/ gracias por hacerme feliz”.
A pesar de sus raptos ruidosos -hay quienes dicen nu-metaleros-, la banda apuesta otras veces a un indie pop más plano. Titulado con ironía, el tema “Pop song” de Every bad roza esta categoría. Dana Margolin se las arregla allí para colar la furia: grita, porque esa parece ser su naturaleza, y la personalidad de Porridge Radio estampa nuevamente un producto reconocible pero menos arriesgado.
Hacia este aplanamiento tiende “7 seconds”, sencillo que lanzó la banda en septiembre de 2020 bajo la producción de Marta Salogni (tiene sentido que, tras el éxito de Every Bad, los Porridge Radio accedan a una de las productoras más cool de la escena londinense que trabajó con artistas de la talla de Björk).
Para este simple, los ingleses eligieron el brillo del synth-pop ochentoso. Una guitarra grunge, por su parte, aparece cada tanto y da el presente. Aunque más de un grupo podría envidiar lo pegadizo y potente de la canción, en “7 seconds” la voz de Margolin asoma con un histrionismo que ya no está al servicio de los vaivenes sino ocupado en desatar una única explosión pop. Y cuando explota, difícil no saltar.
Lanzado en vísperas de navidad, el último simple del año fue “The Last Time I Saw You (O Christmas)”. En este himno navidark, los sintetizadores volvieron a arremeter como esos cascabeles que necesitaba Margolin para embestir, con ironía, el ideal de felicidad en épocas de Papá Noel. El tintineo emerge en distintas formas a lo largo de la canción, espolvoreado como brillantina en medio de un mar tenebroso.
“Todos los años lo mismo/ cada año la lluvia/ cada año la oscuridad”, canta Margolin y sepulta, con una batería rabiosa, el 2020 en un villancico de ira: “feliz navidad, otra vez/ feliz navidad, otra vez”. //∆z