Futurology, el nuevo trabajo de Manic Street Preachers, presenta un sonido que varía entre el pop rock de los 80 y la actualidad musical que las bandas británicas muestran.

Por Agustín Argento

Durante toda su carrera, y como lo profesa su nombre (predicadores maniáticos de la calle), estos galeses se caracterizaron por letras comprometidas en lo político, mostrando siempre un perfil cercano al socialismo. De hecho, fueron la primera banda anglosajona de rock en tocar en la Cuba Socialista. Fidel Castro no perdió la oportunidad, como Carlos Ménem con los Rolling Stones, en fotografiarse con los músicos e ir al show.

A lo largo de la placa las canciones tienen esa impronta de crítica social. Así en “Walk Me To The Bridge” cantan “el dinero necesita dinero y los suburbios necesitan de los pobres”; en “Let’s Go To War” rezan “los esqueletos de la clase obrera, diseminados por el museo, y todas las falsas economías, hablan falazmente de tus sueños”; o en la alemana “Europa geht durch mich” (“Europa me atraviesa”) le dedican, irónicamente, todas las bondades del Viejo Continente a Alemania.

Con la actriz teutona Nina Hoss como invitada, primero en inglés y luego en alemán, los Manic Street Preachers desafían con un “Cielos europeos, deseos europeos, caminos europeos, esperanzas europeas, hijos europeos, amor europeo, sueños europeos, gritos europeos”; estribillo que es acompañado con un bombo en negras y la blanda rigidez de la voz de Hoss en alemán. En “Sex, Power, Love and Money” la letra también es elocuente: “Lamentos por el débil, por ellos nosotros seremos machucados”.

Musicalmente, el disco no decae. Desde “Futurology”, el tema que abre el trabajo, la placa no decae. Una canción lleva a la otra. Los hits, como “Walk me To The Bridge”, “The Next Jet To Leave Moscow” o “Black Square”, que invitan a saltar, se llevan muy bien con otros temas más lentos, como “Divine Youth” o la jazzera “Between The Clock And The Bed”.

Mucho sintetizador, mucho arpegiador y una producción vocal asombrosa, hacen que Futurology sea un disco interesante de escuchar. No es una obra revolucionaria o que marcará un antes y un después en la música. Tampoco puede ser considerado como un álbum de culto, como sí puede ser calificada la banda. Pero, pese a ello, es un trabajo llevadero más allá de compartir o no la ideología que no se preocupan por esconder.

El disco lo cierra “Mayakovsky”, una canción escrita en honor al poeta y dramaturgo ruso Vladimir Mayakovsky, en la cual la única palabra que se pronuncia es el apellido del escritor, considerado como uno de los poetas revolucionarios por excelencia y padre del futurismo ruso. Futurismo y socialismo que conviven, justamente, en Manic Street Preachers.//z

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