La ciencia ficción o ficción especulativa no ha muerto. La literatura argentina se encuentra viviendo un revival del género de la mano de la revista PROXIMA y la editorial Ayarmanot. Con una estructura que emula el viaje de Dante pero en sentido inverso, Mario Daniel Martín construye un mundo consistente y delirante que pone en juego todo nuestro imaginario actual sobre biopolítica.
Por Alan Ojeda
La ciencia ficción/ficción especulativa siempre ha sido considerada como un género menor, popular, carente de valor literario, al igual que el policial o los relatos de terror. Es más, ha sido considerada como solamente “literatura de género”, con un tono despectivo y socarrón que siempre pretendió limitarla al consumo masivo, es decir, a esa turba de gente que consume desaforadamente algo sin ninguna capacidad reflexiva o, menos aún, sentido del gusto. Hoy en día sabemos lo improductivo de esa visión carente de esa capacidad omnicomprensiva que debe gozar quien se dedique a la literatura. La ficción especulativa nos ha conectado, desde sus orígenes, con el imaginario técnico más profundo. Eso que se llamó “literatura de anticipación” fue, sin duda, un adelanto de lo que terminó sucediendo. Aquello que alguna vez fue solo la proyección de un sueño y las potencialidades de la tecnología terminó por transformarse en realidad.
Piratas genéticos es una distopía densa y consistente que nos invita a mirar con distancia las cada vez más estrechas relaciones entre tecnología y vida. ¿Cuán dependientes somos y seremos de la tecnología? ¿Qué nos limita, hoy en día, para dar un salto desde la hipocresía de la concepción que poseemos sobre el hombre y su “naturaleza natural” hasta la de un hombre como un work in progress eterno, cuya única naturaleza es la invención? ¿Fueron los nazis el punto culmine de ese pensamiento? ¿Es el hombre un producto y nada más? ¿Cuál es el límite que debemos ponerle a la técnica para que, en el camino al “perfeccionamiento” no termine por destruirnos? Esas son algunas de las preguntas que podrían surgir de la lectura de esta novela.
Uno de los problemas que presenta la novela de Mario Daniel Martín es, quizá, el exceso de palabras científicas, neologismos y palabras difíciles. Lejos de aportar a la construcción de un mundo consistente dificultan la lectura sin otorgarle ningún plus significante a lo esencial de la narración. Si la literatura es una máquina, esta debe ser sigilosa, no debe exponer tan fácilmente sus herramientas y mecanismos. La sencillez puede ser una gran aliada al momento de escribir. Antes que exhibir suele ser mejor sugerir, seducir, dejar al lector con una serie de datos que permitan una reconstrucción propia de las imágenes y sucesos. Sin embargo, fuera de los tropiezos que puede llegar a tener la lectura, Piratas genéticos es, sin duda, resultado de un arduo trabajo de reflexión, escritura e imaginación, tanto desde su multiplicidad de lecturas (su estructura propone al menos dos rutas de lectura) como desde la tarea (siempre titánica) de jugar a ser Dios y crear un mundo que, una vez creado pueda mantenerse en pie y vivir más allá de su creador.//∆z