Luego de varios años compartiendo experiencias y vivencias en instituciones educativas, Lucho Milocco (músico, compositor y docente santafecino), Eva Harvez (bailarina, coreógrafa y docente de la provincia de Buenos Aires) y Cássio Carvalho (artista visual, compositor, docente y productor, nacido en San Pablo, Brasil); terminaron de darle forma a un proyecto que pudiera explorar desde lo musical otros intereses que los convocaban. Sobre todo el lugar de lo lúdico en la infancia y la importancia del cuerpo como creador de un lenguaje único e incomparable a través del movimiento.
Con YouTube como plataforma (tienen más de 110 mil suscriptores) y la pandemia como vehículo para divertir y enseñar a miles de chicos y chicas fueron forjando un amplio repertorio que ya incluye videoclips, dos discos (Recreo, 2016; Corazón de crianza, 2020, más uno próximo a salir) y un libro (Arte y educación en las infancias).
AZ: Más allá de que para todo el mundo lo fue, la pandemia fue para ustedes un momento bisagra. En medio del ASPO no dudaron en generar videos y actividades para construir una nueva comunicación ¿Cómo lo pensaron en aquel momento y qué balance hacen de todo ese recorrido?
Lucho Milocco: Tiene que ver con nuestra historia. Cuando realizamos nuestras primeras apariciones públicas en 2014 lo hicimos a través de YouTube. Antes de tener discos y de hacer conciertos, nuestro pensamiento estuvo enfocado en desarrollar contenido utilizando las nuevas tecnologías como una herramienta. Cuando llegó la pandemia y todo el mundo se volcó forzosamente al universo virtual, ya llevábamos seis años desarrollando material para las infancias, docentes y familias. Creo que todo lo que sucedió significó movernos en un territorio conocido y nos llevó a profundizar esas búsquedas. Lo que fue nuevo y nos resultó revelador de ese 2020 fue la escritura a distancia -mediante un documento compartido y videollamadas- del libro Arte y educación en las infancias. Allí volcamos el abordaje pedagógico que atraviesa a Pim Pau. El balance fue muy positivo, de mucho crecimiento para el proyecto. Inclusive pudimos hacer cursos virtuales de formación pedagógica donde asistieron más de 1.500 personas de todo el mundo. Siento que hubo mucha expansión.
AZ: Por otro lado, la pantalla (en muchos casos la del celular) y la mediatización de los contenidos parece construir una suerte de espectador hipnotizado que observa de manera pasiva sin que haya un durante o un después que invite a la acción ¿Cuál es la manera de construir sentido sin caer en estas características teniendo en cuenta que las infancias todavía están construyendo su relación con las pantallas o, en todo caso, son nativas digitales?
Eva Harvez: Este fue un interrogante que nos motivó para armar Pim Pau. Cuando en 2014 estábamos trabajando en aula como docentes veíamos la fuerte incidencia que tenían las nuevas tecnologías en la sociedad y que impactaban en la infancia. Desde entonces empezamos a pensar en cómo poder generar un contenido que escapara a una mirada mercantilizada de la infancia y en cómo llevar el lugar que habitábamos como docentes a la pantalla. Toda esa búsqueda está muy presente en el primer video que sacamos que fue “La mascota”, dónde se puede ver un fondo verde y tres personas adultas disponibles al juego, sin la necesidad de portar un vestuario especifico sino que el “disfraz” es el cuerpo en sus movimientos. Conceptualmente queríamos un contenido que no estuviera saturado de estímulos, tratando de evitar ese efecto hipnotizante, sino que lo que convocara fuera el ritmo, las sonoridades y el juego, ya sea desde el cuerpo o con objetos que estén al alcance. Desde nuestra perspectiva creemos que no se necesitan necesariamente juguetes para jugar ni instrumentos para hacer música. Desde esta perspectiva buscamos que, así como el contenido llega desde la pantalla, sea el mismo contenido el que nos invita a prescindir de ella. Porque para bailar hay que moverse en “La mascota”, “El yaguareté” o “Adivinador”, percutir como en “Toca el tambor”, chocar las palmas como en “Tucumpá” o “Pica piedra”, o transformar lo que nos rodea para crear un universo lúdico como en “Viaje a la plaza”, “Caballito de mar” o la “Baticina”. Es un llamado a la acción que nos gusta que quede bien claro.
AZ: Su propuesta necesita de lo visual y lo corporal para mostrar toda su potencia ¿Cómo relacionan el cuerpo, la música y la palabra?
Cassio Carvalho: Elegimos el audiovisual como plataforma inicial porque nos permitía trabajar con los distintos lenguajes artísticos de una manera integrada que es como consideramos que la infancia se desarrolla en relación a los mismos. No los fragmenta por disciplinas sino que conviven de manera conjunta y atravesados por el juego. Esto se ve en las versiones de “La mascota” y “El adivinador” de Maria Eelena Walsh, dónde el desafío estuvo, más allá de lo músical, en componer una narrativa desde lo corporal que acompañara esas canciones. Pensamos al cuerpo como un generador de lenguajes, allí se aloja la danza, el canto, la percusión, la palabra y todos los sentidos, construyendo sentido.
AZ: Otra particularidad que tienen es el trabajo con la sonoridad de las palabras construyendo onomatopeyas o neologismos, algo que empieza con el nombre de ustedes y continúa con “Tucumpá” o “Umacapirúa”, toma forma con “El Yaguareté” o “Corazón de maíz” donde los ritmos son nombrados o la palabra se arma con ritmos y percusión corporal ¿Desde qué lugar sienten que eso interpela a las infancias?
LM: Es algo que aprendimos en el ejercicio de la docencia en la primera infancia. Mejor dicho, nos volvimos a reencontrar con eso, porque es algo que tenemos todas las personas en el territorio de nuestras infancias. Ahí esta relación con el lenguaje está muy presente. Un ser humano nace con la capacidad de desarrollar una gama extensa de sonidos en el lenguaje oral más allá del idioma que vaya a hablar con los años. Buscamos que esa capacidad del aparato fonador no se circunscriba al hecho de aprender palabras sino que pueda inventar nuevas o simplemente sonar, percutir, jugar. Esa es la función lúdica de la voz, que también está en las palabras algo que puede verse y escucharse en la poesía. En este caso, buscamos conectarnos con esa característica lúdica de la voz que está muy presente en los primeros años de vida. Aprendimos a cantar antes que hablar.
Cuando elegimos el nombre del proyecto, fue desde esta perspectiva. Pim Pau son palabras que no definen género en un sentido amplio y cuando nos referimos a género, hacemos mención a su carácter inclusivo, es decir, es un nombre que no está anclado a un género musical determinado, ni a un territorio o disciplina. No es femenino, ni masculino, y nos da la posibilidad de apertura a diversos universos de exploración, justamente por su enfoque lúdico de la palabra como creación. Es una elección que hicimos teniendo en cuenta los primeros fonemas consonánticos que los bebés aprenden a decir, como la “p” (papá, papa) o la “m” (mamá, mema) que, combinados con las vocales, son los que dan las primeras palabras.
AZ: Suelen mencionar al juego como central en la propuesta de Pim Pau, algo que está presente de manera indiscutible a lo largo de la infancia pero que con el tiempo el adulto va dejando de lado ¿Cuál es la manera que tienen para que el adulto vuelva a descubrir esta dimensión y se sume a la propuesta?
EH: Es desde el lugar en que nosotros nos relacionamos con el juego que invitamos a habitarlo. No es un lugar forzado. No somos personas adultas aniñadas. Buscamos no subestimar al juego ni a la infancia. En el libro planteamos un interrogante que es transversal en nuestro trabajo: “¿Cuánto de arte hay en el juego y cuánto de juego hay en el arte?”. Es desde ahí que invitamos a que Pim Pau sea un espacio donde el juego no se circunscriba a la infancia.
AZ: Mirar y observar a las infancias puede ser una fuente importante para construir canciones, espectáculos, videos, etc. ¿Cómo es el proceso de dejarse interpelar ustedes también por las infancias?
CC: La infancia nos interpela, queramos o no. Nos expone ante una forma sincera y vital de relacionarnos con la vida ante las estructuras que el poder fue cimentando en nuestros propios cuerpos y subjetividades. Vincularnos con la infancia es siempre una oportunidad de desaprender ciertas cosas, es entregarse al abismo de lo incierto. Desde ese lugar concebimos el ejercicio de la docencia, como un intercambio constante.
AZ: Tienen una relación directa y muchas veces crítica de la escuela como institución formadora ¿Qué les parece que aporta una visión como la de Pim Pau a un sistema educativo que puede verse afectado por la desigualdad o la repetición sistematizada de conocimientos?
LM: Somos defensores de la escuela pública. La educación de calidad debe ser un derecho garantizado para todas las personas. Sabemos también que eso es algo complejo y que depende de muchos factores, que hacen al funcionamiento y decisiones del Estado y van de la mano con la responsabilidad de la sociedad en el ejercicio de la democracia. La mirada critica nos parece necesaria para poder seguir creciendo y luchar contra lo que es injusto. Eso también es pedagógico y anti sistema. En el libro que escribimos, lo nombramos como “Revisar la escuela que nos habita”, haciendo hincapié en que el primer paso es tener una mirada hacia adentro para poder reconocer cuándo replicamos estructuras de poder y tratar de modificarlo para no convertirnos en lo que nos oprime. Tratamos de invitar a pensar cuál es la función política del juego y desde ahí, habilitar al cuerpo y sus manifestaciones en las aulas. Eso apuesta a poner en cuestión las prácticas que institucionalizan los cuerpos para poder recurrir a todos los lenguajes en función de la construcción de vínculos. No hay aprendizaje ni enseñanza posible sin vinculo previo. Si bien venimos trabajando desde hace tiempo con encuentros de formación pedagógica en el ámbito informal, hace algunos años comenzamos a realizarlos en profesorados, espacios estatales culturales y educativos o instituciones universitarias como la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, la Universidad Nacional de las Artes, el Plan Ceibal de Uruguay, Congresos de CTERA, Aprofem en Brasil y charlas en la Universidad Nacional Autónoma de Mexico. En agosto vamos a participar de la Especialización en Políticas Culturales Públicas “La patria de la infancia”, convocados por Chiqui Gonzalez (N.de.R: Reconocida especialista en infancias de la provincia de Santa Fe), a quien tuvimos el privilegio de tenerla escribiendo la introducción de nuestro libro junto a Patricia Redondo (N.de.R: Maestra y pedagoga. Especialista en Infancias)
AZ: La música para infancias es una propuesta que tiene una tradición en argentina (han retomado a, por ejemplo, María Elena Walsh) y una variedad increíble de propuestas ¿Hay alguna contemporánea con la que sienten que hablan el mismo idioma?
CC: Sí, nos dejamos inquietar por las ideas y desafíos creativos. Cuando pensamos en María Elena Walsh fue en función de desarrollar algo corporal con su canción, aportando por este lado que es una de nuestras características: el movimiento. Por otro lado, tomamos mucho de la cultura popular brasileña también. En cuanto al despojamiento al pensar la canción o la propuesta artística. La música popular en Brasil y lo que rompen Caetano y Gilberto Gil tienen algo de universal que nos identifica. Una música que no se circunscribe en función de géneros musicales que va, inclusive, más allá de una idea de “fusión”. Este idioma universal es el que nos gusta y nos inspira. Y de Argentina, hemos compartido escenario con algunas propuestas que también buscan su propio idioma como Tierra Verde, de Chaco; el trabajo fascinante, despojado y multifacético que hace Palmito; los Canticuentos y el dúo Karma (que son de Cuba pero viven en Argentina) que participó de una canción nuestra (“Yaguareté”).
AZ: Suelen insistir con la improvisación y el tratar de que la música impacte de manera distinta en cada infancia que, muchas veces, vienen con propuestas aprendidas adonde la imitación y la repetición es la regla ¿Cómo preparan un show en vivo en función de esto y en relación a distintas edades?
EH: Creemos que el cuerpo es un generador de lenguajes. A través del juego, podemos catalizar diversas posibilidades de vincularnos con el aprendizaje y la enseñanza.
En el lenguaje musical conviven la imitación, la improvisación y la repetición, por ejemplo. Como conceptos, en sí, no son algo a evitar, porque son, en muchos casos, estos gestos que dan forma y estructura, es decir, que construyen sentido en música. Lo que planteamos escénicamente, o en el contenido audiovisual es escapar a lo acartonado y empaquetado.
Tratamos de pensar en un repertorio que pueda abarcar a un rango etario amplio en su convocatoria y que sea dinámico.
AZ: Siempre comentan que Pim Pau nació porque compartían las mismas inquietudes ¿Cambiaron con el tiempo?
LM: Si, compartíamos muchas inquietudes y nos dimos cuenta que teníamos la misma mirada política en relación al arte, la educación, la función social, el compromiso y la militancia de las ideas. Es desde ahí que surge Pim Pau. Son temas tan complejos que en vez de cambiar las fuimos profundizando. Hay mucho debate e intercambio de ideas desde nuestros comienzos. Es algo que compartimos también, desandar interrogantes. Eso, inclusive, nos llevó a escribir nuestro libro y seguimos desarrollando material porque son temas que hacen a la humanidad. En ese sentido, la curiosidad siempre es motor y somos personas muy curiosas, ante todo, así que seguimos buscando detrás de viejas y nuevas preguntas. Pero eso es parte de la vida misma. Como decía Artaud: “Vivir no es otra cosa que arder en preguntas”. //∆z.
Pim Pau se estará presentando durante vacaciones de invierno los días 20, 21, 22, 23 y 27 de julio en el Teatro Metropolitan. Entradas disponibles aquí.