El sábado Pez tocó en La Trastienda y volvió a dejar en claro que, dentro de la escena local, es una de las bandas más importante en los últimos años.

Por Gonzalo Penas

“Esto va a ser un concierto de rock and roll” avisó Ariel Minimal, cantante, guitarrista y frontman de Pez, a las 21:30 del sábado. La cita tuvo lugar en La Trastienda, lugar donde la banda se está acostumbrando a tocar todos los segundos sábados de abril, cada año. Esta vez no hubo presentación de disco (como los dos años anteriores, cuando presentaron “El porvenir” y “Pez” sucesivamente) pero el lugar estaba repleto de gente fanática del grupo y algunos nuevos escuchas que no sabían muy bien con qué se iban a encontrar.

Ningún recital de la banda empieza igual: esta vez arrancaron con “¿Rindiéndole cuentas a quién?”, “Por siempre” y “No mi corazón coraza”. Saludaron al público y continuaron con “Los orfebres” y un comienzo fallido de “Último acto”. La guitarra de Minimal se desafinó y hubo que parar por unos segundos. Minimal, con años arriba de escenarios, supo cómo salir de la situación sin generar ninguna especie de pánico: “Este parate es una inversión de tiempo, si la viola suena afinada es mejor, ¿no?”, dijo mientras afinaba la primera de las cuatro guitarras que usaría durante el concierto, esa guitarra que “está tan calibrada que hay que darle duro de una manera que ni se imaginan”. Hubo risas entre la gente y “Último acto” sonó perfecta. Para seguir “bien alto con el volumen” y con el estilo de los temas, tocaron “Vamos” de su última producción, y “Cabeza de departamento” de su segundo LP “Quemado” (1996)

La banda sabe perfectamente cómo manejar los climas en los recitales. Por eso, después de presentar “Seremos recuerdo”, un tema nuevo, bajaron un poco los decibeles para entonar “Y cuando ya no quede ni un hombre en este lugar”, preparando la sorpresa de la noche: el “tano” Marciello, guitarrista de Almafuerte, subió al escenario para interpretar dos covers. El primero fue “Porque hoy nací” de Manal, tema bastante conocido para los seguidores de Pez porque ya lo tocaron varias veces; y el otro fue “Debes saberlo”, uno de los clásicos de la banda del invitado. “Rómpanse las manos aplaudiendo al tano” dijo Minimal, que también aplaudía a uno de los guitarristas más importantes del rock argentino de los últimos 20 años, mientras se retiraba del escenario. Franco Salvador, baterista del grupo, preguntó cómo se continuaba después de semejante momento, pero los Pez no son ningunos bebés de pecho, ni una banda que traen un invitado porque recién comienzan, más bien todo lo contrario. En efecto, Minimal, antes de presentar al invitado, dejó en claro que ellos son “una banda que está haciendo lo que más le gusta que es tocar, y mientras tanto, con los años, uno se cruza con gente que escucha desde pibe en su casa y eso es re loco, incluso más loco que tocar en vivo”.

La “preocupación” de Franco no tiene lugar en esta actualidad de la banda, porque saben perfectamente cómo seguir un show luego de momentos épicos, sin bajar el pie del acelerador y dejando al público tan eufórico como minutos antes. Canciones tan viejas como históricas sonaron muy bien. “Desde el viento en la montaña hasta la espuma del mar”, “Lo que cuenta” y “Gala” (tal vez el temas más tierno y dulce de la banda pero esta vez en versión punk, sin la parte acústica del comienzo) hicieron poguear a los fans, que al finalizar esta seguidilla de temas le pidieron a Pepo Limeres, tecladista del grupo, que se sacara la camisa para tocar en musculosa, lo cual aceptó segundos después. Fósforo García dejó el bajo para hacerle gestos a la gente que le gritaba, hasta que todos se callaron y una voz femenina grito: “Aguante Fósforo”. Los Pez, sueltos en el escenario, son como uno se los imagina en la sala de ensayo o en el patio de sus casas, haciendo chistes, cargándose entre ellos por la vestimenta, pero siempre atentos al sonido perfecto y afinado. Presentaron otro tema nuevo aún sin nombre. Lo escribieron cuando fue el tsunami en Japón hace unas semanas. “Escribimos cuatro canciones ese día, pero son todas muy ramoneras, pueden hablar del tsunami como de cualquier otra cosa que se les ocurra, tienen letras con estrofas muy repetitivas”, fueron las palabras de Minimal para aclarar, al menos, de dónde había salido la canción, que sonó más prolija de lo que se esperaba y tuvo gran aceptación.

Hubo otras dos canciones del último disco, “Cassette”, como siempre en la voz de Franco, y “Estableciendo Comunicación”. Para terminar, luego de casi una hora y media de tocar sin hacer intervalos (la banda nunca se va de escena, siempre toca todo el show de corrido) tenían cuatro temas para tocar. Uno era “Spuistraat 249” pero Franco acusó a Minimal de habérselo olvidado y no lo tocaron. “Te estás vengando del recital en La Plata que yo te dije que no te acordabas una canción”, le respondió Minimal. Igual, como el tiempo se les acababa, decidieron sacarlo de la lista, junto con “Rompe el alba”, para tocar “Faltan miles de años más” y cerrar con “Introducción declaración adivinanza” (o “Malambo” para los amigos) con un invitado especial en el bajo, Alez Barbieri,  fundador de Pez junto a Minimal. Fósforo no tuvo mejor idea que hacer pogo, mosh y slam con el público y el show terminó tan o más arriba de lo que había empezado. Ellos saludaron y se fueron.

La gente se fue de a poco del lugar, algunos diciendo, entre amigos, que la banda “está sonando cada vez más a los gloriosos años 70, pero sin perder el costado actual que los caracteriza”. Otros se retiraban solos, silbando la intro de Malambo. Pez en vivo es una banda que siempre dejó satisfecho a todo aquel que se preste a escucharlo por primera o por enésima vez. Y la noche del sábado no fue la excepción.