Bajo la batuta de Kevin Parker, Currents, el tercer disco de Tame Impala, completa la transformación del proyecto a un sonido electrónico en un álbum que no termina de entusiasmar.
Por Emmanuel Patrone
Kevin Parker es un tipo hábil. Bajo el nom de guerre Tame Impala se cargó él solito (con la ayuda de algunos amigos, como el productor Dave Friedmann) la mochila de ser uno de los más grandes exponentes del rock psicodélico del siglo XXI. Le alcanzó con dos discos más que aceptables para ganarse ese mote. Con la aparición del largamente gestado Currents, su tercer disco, le surgió una nueva caracterización, que llamaremos de forma caprichosa “el síndrome Kubrick”: un artista perfeccionista, con una visión que es necesario plasmar a pesar de ir contra los tiempos ansiosos prefigurados por la psiquis de la industria cultural. Se empezaron a leer líneas en el que lo linkean -salvando las enormes diferencias tanto artísticas como de salud mental- a Brian Wilson y Kevin Shields de My Bloody Valentine en esa búsqueda de la melodía, del sonido, del aura perfecta de su obra en el interior de un estudio de grabación.
Ese supuesto perfeccionismo hay que pensarlo en Currents en relación con la decisión de Parker de guardar las guitarras en el placard durante la casi totalidad de la grabación, cediéndole el terreno a los sintetizadores, teclados y otros chiches digitales, que ya habían empezado a copar el centro de atención musical en el segundo disco de Tame Impala, el celebrado Lonerism. Siendo su anterior disco quizás su mejor trabajo hasta la fecha, las expectativas eran altas.
Lamentablemente, Currents termina siendo un álbum que no termina de entusiasmar, una muestra de un perfeccionismo a la orden de un disco imperfecto. No se puede culpar a la decisión de desechar o, más bien, designar un plano secundario, casi mínimo, a las guitarras. Si bien es cierto que éstas generaron los climas más interesantes e intensos de las anteriores obras del proyecto, el paso a “lo electrónico” podría haber generado -y ha generado y seguirá generando- resultados elegantes. El mayor problema de Currents es que este vuelco hacia los sonidos digitales son el traje de una colección de canciones midtempo que, mientras transcurren los minutos, no generan un verdadero interés en llegar hasta el final del disco.
No es que el australiano tampoco se haya olvidado de componer buenas melodías. De hecho, Currents arranca con un buen combo conformado por “Let It Happen” y “The Moment”. El primero es el que prepara el camino para el resto de los temas, con una buena dosis de psicodelia sutil, con melodías que entran y salen como en una puerta giratoria haciendo que no se sienta el peso de sus casi ocho minutos de duración. “The Moment”, por otro lado, afina para el lado del pop AOR para chicos cool que asomó también este año en Multi-Love de Unknown Mortal Orchestra, disco con el que este tercer disco de Tame Impala comparte puntos de contacto.
Pero si en el álbum de UMO los coqueteos con el soul y el R&B eran parte de una obra que también sabía cómo cambiar de climas, Currents se vuelve hacia mitad del disco dolorosamente monótono. Si bien “The Less I Know the Better” se destaca como el hit del álbum -aunque está a un saxo de distancia de pasar del “sonido urbano” de Radio Metro a la mersada ochentosa de Aspen Classic-, el resto de las canciones apenas provocan la atención necesaria para no caer en la mera música de fondo de sala de espera de un dentista. En ese rubro caen, por ejemplo “Cause I’m a Man”, “Reality in Motion” o “New Person, Same Old Mistakes”. Sin embargo, el verdadero tropiezo es “Past Life”, probablemente la única canción que se aleja un poco del alma easy-listening del resto del disco, pero lo hace con una innecesaria voz robótica y una melodía repetitiva que termina volviéndose tediosa.
Parker, se dijo, es un tipo hábil: compone melodías sólidas, tiene una necesaria dosis de curiosidad y, si canaliza de forma correcta su supuesto perfeccionismo, puede llegar a sorprendernos con un álbum excelente. Currents no es ese álbum. Aunque termina disolviendo varias buenas melodías en un disco unidimensional, Parker es como esos magos que parecen tener varios trucos bajo la manga. Habrá que esperar y ver.//∆z