Palo Pandolfo: el vuelo del dragón
Pauta 2021

Despedimos y homenajeamos al trovador suburbano: Palo Pandolfo, con un perfil escrito por nuestro Director editorial en 2016 para su libro Códex. Música contemporánea. Palo querido, te vamos a escuchar, cantar, extrañar y a sentir bien cerca toda la vida.

Por Pablo Díaz Marenghi

Estoy vivo. ¿Lo estoy? Al afirmar esto dudo, como cada vez que me toca tildar el casillero blanco ante la inquisición que me lanza internet casi todos los días: ¿Es usted un robot? La verdad, lo dudo. Como también dudo de estar escribiendo estas líneas, quizás las más personales que he escrito y publicado en toda mi vida. Pero creo, siento y dudo —porque nunca dejo de dudar— que después de tanta muerte intempestiva y abrupta, es necesario. Ya no podemos seguirle el ritmo a la muerte. No hay tiempo ni para duelar. Esto es realmente insoportable.

La muerte es lo que nos coloca, como afirmó la filósofa Judith Butler, ante ese “tenue nosotros humano”. La muerte nos iguala y, a la vez, nos diferencia. La muerte siempre es inesperada. Nadie sabe cuándo llegará y, sin embargo, todos sabemos que nos tocará algún día. El gran misterio o el último secreto. Hay algunas edades en las que uno se las espera más que en otras. Como también hay algunas personas, héroes, leyendas vivientes, a las que uno nunca quisiera que le llegue. Uno quisiera seguir viéndolas caminando por siempre entre los vivos. Pero eso no es posible y hay que aprender a lidiar con ello.

No somos eternos. O, quizás, si lo somos. Depende con qué cristal estemos observándonos. Yo creo que Roberto Pandolfo —eternamente será Palo— si lo es. Sigo dudando pero estoy casi convencido. Quiero convencerme: Palo Pandolfo es —sí, aún me rehuso a usar el pretérito— eterno. Es un ser eterno, hermoso y gigante. Imperecedero.

Luego de estas líneas desordenadas, dubitativas y necesarias leerán un texto escrito entre los años 2015 y 2016 para un libro que se editó en ese mismo año de mi autoría donde recopilaba perfiles de músicos contemporáneos. Tuve la suerte de entrevistar a Palo por teléfono –aún conservo la grabación- y de sentir su vozarrón que no escatimaba calidez. Lejos de cualquier pose de rockstar, Palo era genuino, generoso y no necesitaba aparentar nada. La muerte muchas veces convierte a cualquier persona en un santo de forma automática. Juro que esta vez no es así. Para nada. Era un cantor como los de antaño. Un trovador suburbano. En su garganta combinaba el descenso a los infiernos con la iridiscencia de la luz más absoluta. No por nada su último álbum se tituló El vuelo del dragón (2020). Su voz era eso: el aullido multiforme e infinito de una bestia mitológica.}

Spinetteano y dark, Palo querido, te vamos a escuchar, cantar, extrañar y a sentir bien cerca toda la vida.

Palo Pandolfo: oficio del cantor

Nacido en el barrio de Flores, Roberto “Palo” Pandolfo es un nombre fundamental para el rock argentino. Recorrió durante treinta años los escenarios más icónicos de la escena underground porteña y sus alrededores. Creó dos bandas que resultaron claves a la hora de revolucionar los sonidos de los ochenta y los noventa: Don Cornelio y la Zona y Los Visitantes. Desde 2001 que se reinventa disco a disco con diferentes músicos y formaciones. En 2013 lanzó Esto es una abrazo y en 2016 Transformación, ambos con La Hermandad, grupo que lo acompaña en la actualidad.

La luz y la oscuridad están presentes en el repertorio del cantor: guitarras criollas y sintetizadores, la naturaleza, mensajes de auto superación, el aire porteño del tango, forman parte de la obra que pinta melodía a melodía. “Hablar de uno mismo es de bastante mal gusto pero no puedo evitar ponerle pasión” confiesa. Su voz -estrepitosa, polivalente, mutante- es un torrente armónico que parece no tener fin. Como bien canta en “Oficio del cantor”: “Pues cantar, es un gesto de valor, para comunicar, locura y esplendor, siempre la pasión, y el amor, que viene y va”.

Ojos del mañana

Durante los ochenta, Palo no dormía; vivía por y para la música. Sacudía los escenarios de Cemento, el Parakultural, Die Schule, Prix D´a Mi y otros. En 1987 edita su disco homónimo debut. Allí se incluiría su hit “Ella vendrá”, con esa batería tan ochentas y reminiscencias a Soda Stereo, Virus, Los Encargados y demás grupos que poblaban la escena porteña. También aparecería el sonido de la guitarra criolla —casi una marca registrada de Palo que no puede eludir — en temas como “Una señal en el agua”. “Tazas de té chino” era casi un poema surreal sobre una base oscura, que bien podría haber sido compuesta por Robert Smith de The Cure. El Suplemento Sí de Clarín los consagraría como Banda Revelación del año. En 1988 lanzarían el sucesor, Patria o Muerte, y sería una obra icónica con canciones como “Luna de fuego” que ya comenzarían a conformar un imaginario de autor. Su sonido no se restringía al rock, sino que se nutría del postpunk, el sonido dark y new wave, en auge durante la época. Palo gritaba. Deformaba su voz al máximo, como en “Fuego Rojo” o en “Sangre Amarilla”, que es un tema de grunge que servía como puente de lo que se vendría: en la misma línea que El Otro Yo, Peligrosos Gorriones y Los Brujos, bandas con las que luego integrarían el llamado “Nuevo Rock”.

Luego de este disco, debido al poco éxito comercial, el grupo se separa y Palo forma una nueva banda: Los Visitantes. Allí profundizaría en su costado latinoamericano, dándole peso a la melodía acústica, al folklore, al trabajo cuidado de guitarra y al tempo del rock nacional del momento. Su disco debut, Salud Universal (1993), incluiría una de las canciones más poéticas del rock de los noventas, “Playas Oscuras”, que se convertiría en un clásico. Más adelante vendrían discos como Espiritango (1994) —producido por Andrés Calamaro— y Desequilibrio (1998) dieron muestras del caudal compositivo de Palo que parecía no detenerse.

A principios de los 2000, la banda se disuelve y mientras el país comienza a desmoronarse, Palo le da un reboot a su carrera lanzándose como solista. En 2001 graba A través de los sueños en donde incluye temas que se volvieron fijas en su repertorio, como “Te quiero llevar” en donde aparece el amor, los rayos, la neblina, el cine y demás figuras repetitivas en su temática. Luego, junto a una nueva banda —La Fuerza Suave—grabaría Intuición (2002), disco que nunca se editaría formalmente por dificultades económicas. Allí se incluiría “Argentina 2002” en donde Palo le canta a todo eso que él veía y todos los argentinos vivían: crisis económica, mafia política y desolación social. En 2004 graba Antojo, un disco de covers que incluye versiones de David Bowie, Radiohead y Luis Alberto Spinetta, entre otros. Con una banda diferente graba Ritual Criollo (2008), en donde refuerza su búsqueda sonora con ritmos tropicales, bailables, carnavalescos y chamánicos. Su ductilidad a la hora de cantar y componer atraviesa toda su obra. Canciones más rockeras, otras más folklóricas, otras más bailables o tangueras; la argentinidad recorre hasta la última terminal nerviosa de Palo.

En 2011 comienza su nuevo proyecto, junto con La Hermandad, y graban sus dos álbumes más recientes en donde suma experimentación con bases electrónicas, synthes y demás sonoridades muy a tono con la época. Una muestra es su canción “Madre computadora” en donde canta: “¿Que haré? ¿Que me pasará? Sin madre computadora. ¿Sobreviviré? ¿Me aplastarán? ¿Las hormigas o las topadoras? ¿Estoy bien o en proceso mental? El imperio de las emociones”.

Más que humanos 

“Es un momento bastante alucinante para la banda. El grupo se afianzó con la entrada de Alito Spina en bajo, con un paso al costado de Santiago Capriglione totalmente de común acuerdo. Creo que el trabajo está en lo humano y en lo artístico, la hermandad es un poco así. Con Mariano Mieres el guitarrista, hicimos La Fuerza Suave en 2001, salimos a tocar Los Sueños, venimos laburando del 2002. Pasaron muchos años, a veces vemos fotos de esa época, él era un adolescente, yo era un joven, pasó mucho tiempo. Es un incendiado del sonido; es un ígneo que en vivo aporta un arte que es único. Charly Desidney me presentó a Gerardo Farez, él toca las teclas y muchos synthes. Es un gran compositor”. Asi habla Palo de sus músicos actuales (N.de.R: 2016), quienes lo acompañan en sus últimos dos álbumes y en sus shows en vivo. Recuerda uno en particular, de 2015, en una rockería de Tandil: “Era un pequeño Cemento de Tandil. En el final del show hicimos una catarsis sonora en donde todos quedamos un poco sorprendidos. Empezamos a hacer un noise atroz, un ruido infernal, y nos dejamos llevar. Duró un rato y sentimos que se retroalimentaban las vibraciones y las frecuencias entraban y salían por los micrófonos y los parlantes. Fue bastante alucinante. Pasan esas cosas con La Hermandad”, revela.

Palo parece mejorar, como los buenos vinos. En Esto es un abrazo (2013) incluyó canciones potentes como el mantra milenario “Soy el sol”, las bellas baladas de amor “Más que humanos” o “La misma suerte” —con Leo García, compañero de varios conciertos. En Transformación (2016) sorprende con un sonido más aguerrido, como si la dulzura del disco anterior se hubiera camuflado bajo guitarras mucho más densas y una estructura más propia del rock que del pop. Aparece el virtuosismo hendrixiano de Ricardo Mollo en las seis cuerdas en “Sonido Plateado” y “El Conquistador”. El arranque, con “Drácula”, tiene una línea de bajo que lleva toda la canción y recuerda a los mejores temas de Don Cornelio, pasado por el tamiz de la posmodernidad. “Es un disco más oscuro. He hecho muchos discos oscuros, sino todos en el siglo XXI. Es más oscuro y es más eléctrico y electrónico, un sonido medio bestial y salvaje”, reflexiona. Para gran parte de la crítica, fue uno de los discos del 2016, demostrando la vigencia de un cantautor que ha trascendido los carriles del circuito under para catapultarse como uno de los nombres más destacados del rock local.

Por su versatilidad y por la coherencia en el camino recorrido, Palo es un ejemplo para gran parte de los nuevos músicos que lo citan como referente y se ven inspirados en sus canciones. Palo lo explica con una metáfora que, como no podría ser de otro modo, tiene que ver con la naturaleza: “Uno tira algo, una piedra y cae en un lago y las ondas expansivas llegarán hasta donde deban llegar”.//∆z