En Chasing Yesterday, su segundo disco solista, el cerebro y el corazón de Oasis llega a su plenitud compositiva a caballo del inconfundible sello Gallagher: hacer canciones siempre distintas e iguales a la vez.

Por Sebastián Rodríguez Mora

A través de la discografía de Oasis –es decir, a través de la obra de Noel Gallagher junto a Liam y otros dos o tres músicos totalmente prescindibles- es posible identificar varios intentos de independencia. El mayor de los hermanos carga con un terrible lastre: si quiere hacer muchos millones, debe tolerar al menor y entregar su carácter más valioso al nombre que los une en la mítica banda inglesa, quizás la última antes de la aparición de Arctic Monkeys. Sí, no nos olvidamos aquí de Muse, porque aquel trío no termina de saber qué quiere hacer, por fuera de llamar la atención como un adolescente.

Decíamos que es posible identificar la independencia artística de Noel Gallagher en diferentes gestos: todos, todos los lados B de Oasis conforman su primer disco solista apócrifo. “Flashbax”, “The Fame”, “Let’s All Make Believe”, “Sunday Morning Call”, incluso la primigenia “Whatever” es una obra paralela a los LP de la banda familiar, escondida en los singles que dejaron de existir con la llegada del CD y posterior paso al sustrato digital. En algún momento la presión que esas canciones hacían en el subsuelo eclosionarían para proyectar al guitarrista hacia una discografía solista por fin oficial. Esto ocurrió y Noel Gallagher’s High Flying Birds (nombre ridículo para tan buen disco) vio la luz en los ya alejados 2011. Resultó un álbum parejo con grandísimos momentos. Noel Gallagher no es un compositor común y corriente. De hecho, su obra parece ser sistemática y responder a un algoritmo de acordes definitivamente reconocible desde el debut de Oasis en 1994 a Chasing Yesterday, disponible desde el mes pasado.

El disco se abre como lo hacen las puertas de la sala donde está la banda grabando. La voz de Gallagher cuenta cuatro y arranca un espacio de confort sonoro por casi una hora. Chasing Yesterday es eso mismo, confort para humanos de la ciudad. Unvdisco capaz de salvar una mañana de trabajo en Occidente. En “Riverman” cualquier oyente establecerá esas conexiones del tipo de esto es igual a X o suena parecido a Y, pero lo sorprendente es que son conexiones hacia adentro de la obra del inglés, no hacia afuera, a otros artistas. Hay un saxo a lo Dick Parry, hay coros, hay detalles, por todos lados hay detalles: “In the Heat of the Moment” es un juego palabras tan estúpido como propio de la isla –heat/hit-, pero está construido ladrillo a ladrillo, detalle a detalle, como quien hace un mosaico a partir de la ardua tarea de pegar de a una venecita por vez. El crédito también se lo llevan los músicos elegidos para esta placa, porque los hermanos Jeremy y Paul Stacey son un bajista y un baterista que saben utilizar sus instrumentos. A lo largo de los años Noel ha comprendido que la manera de hacer mejores canciones era mediante una banda talentosa pero sin ánimos individuales de discutirle sus designios absolutistas. Un bajo que suena irreprochable y una batería capaz de florituras discretas, más el giro hacia un pop sin tanto brit logran el milagro.

De inmediato, el algoritmo vuelve a aparecer en vientos y teclados para linkear con clara intención a “The Masterplan”, aquel cierre del disco homónimo –que, oh casualidades, era considerado una recopilación de B-sides de Oasis. Apretamos mejor los auriculares a las orejas y la conexión sigue fluyendo aunque sea a través de las letras: “If I had a gun, I’d shoot a hole into the sun / And love would burn this city down for you / If I had the time, I’d stop the world and make you mine / And every day would stay the same with you” decía Gallagher en “If I Had A Gun” de 2011; pasados cuatro años, “The Girl With The X-Ray Eyes” relata que “She shot me to the sun / Like a bullet from a gun / And when the deed was done / In the morning she was gone.” Algo no anduvo tal y como Noel esperaba.

Ahí nomás se desarrolla como consecuencia lógica de lo anterior “The Dying Of The Light”, pero frenemos acá. ¿Hay dudas de que no hay humildad en Noel Gallagher? Decide llamar “The Right Stuff” al mejor tema del disco, al que lo corta por la mitad como si de una manzana se tratara, donde canta a dúo con una voz femenina ultra cuidada. Enseguida, cuenta otra vez cuatro y “As The Song Remains The Same” (¿Zeppelin?) redondea esa noción del tema anterior, porque esta es la posta, the right stuff. Siguen “The Mexican” (tema que según sus declaraciones en NME no iba a estar en el disco pero terminó adentro porque algo le faltaba) y luego no está demás citar a David Fricke en su reseña de Chasing Yesterday para Rolling Stone cuando se refiere al lugar nada humilde que elige el mancuniano en la historia de la música inglesa. Lo dice en el rock fuerte y claro de “You Know We Can’t Go Back” “We can’t go back”, vayamos para adelante. Eso sí, algunas cosas pasan pero otras perduran.

Continuidad dentro de la ruptura. Así podríamos resumir el presente de Noel Gallagher. Así como en su primer disco solista los videos establecían una especie de trama o guión, ahora es posible encontrar las aristas del algoritmo a lo largo y ancho de Chasing Yesterday. En “Ballad Of The Mighty I” –otra vez la humildad- se asocia con el gran Johnny Marr para cerrar el disco en su modelo base (la versión deluxe incluye otras tres canciones y un remix que sólo estirarían sin motivo este texto) con clase, delays y coros que repiten la línea de la voz principal. Otro hit, pero menos urgente. Confort ante todo. A sus 47 años, el costado cerebral del brit pop avisa que quiere ir para adelante con su fórmula. Oasis sería sólo hacer más billetes de los que se puedan contar. Y Noel está interesado en algo más que eso: quiere que todos sepamos que su canción es siempre la misma.//z