El terror y la ciencia ficción atraviesan este libro de relatos breves e ilustraciones que se imagina el formidable guion de una serie televisiva que nunca existió
Por Matías Carnevale
Fotos: Facebook Colectivo Estrella Negra
Con indudables guiños a la historieta y un diseño práctico (cabe en el bolsillo de cualquier caballero y en la cartera de cualquier dama), Caminan entre nosotros narra las peripecias de un grupo de guionistas y actores de un programa de televisión argentino que se transmitió en una realidad paralela, en la segunda mitad de los años sesenta.
La troupe incluye a una bomba sexual con mucho de Isabel Sarli, un hosco y elongado actor secundario con la maravillosa capacidad de poner el rostro para infinidad de roles monstruosos, una actriz con la habilidad de gritar dramáticamente en los momentos apropiados, según las convenciones del género, y al misterioso galán “de porte refinado” Osvaldo Villazán, que tiene mucho de Narciso Ibáñez Menta o de Vincent Price (¿quién dice que uno no fue el doble ibérico del otro?). Villazán “provenía de una infancia humilde, de privaciones, ropa remendada y más amigos imaginarios que de carne y hueso. Hijo único, madre soltera y padre fantasmal…”, descripción que aporta ciertos datos respecto del comportamiento excéntrico del actor y conductor, que con el éxito de la serie compra un departamento para él y su madre pero técnicamente sigue viviendo con ella, y acaba envuelto en una adicción al lanzaperfume, tan ominosa como las tramas de la serie.
En 25 relatos breves, el libro explora figuras clásicas del terror y la ciencia ficción: un monstruo vegetal, un visitante del espacio, un científico loco, una liga de supervillanos, y un detective con agudísimos poderes deductivos, por ejemplo, pero también es posible leerlo como la crónica de un show televisivo que va de la cumbre del éxito al más triste de los olvidos.
Vale destacar un puñado de relatos, a modo de muestra: “Lujuria vegetal”, que combina El monstruo de la laguna negra con El trueno entre las hojas, “El hombre de barro”, que revela el mundo interior del parco actor Kösen (“El mudo”), intérprete de las múltiples criaturas que pululan en el programa, “Viaje en el tiempo”, un breve y virulento intercambio entre Villazán y su madre, que puede remitirnos a la perversa relación madre-hijo de Psicosis, y “El regreso del asesino invisible”, el último del libro, que revierte un poco la decadencia en la que había caído Villazán y le otorga un final más misericordioso a la serie de textos.
La creación colectiva de los monstruos
Si la creación literaria puede asociarse a una tarea más bien solitaria, de trabajo individual, el mundo televisivo demanda que la escritura sea colectiva: para el medio suele emplearse un equipo de guionistas y, desde los productores hasta el director, el resultado es producto de una multiplicidad de miradas. Reflejando este procedimiento, los y las creadores de Caminan entre nosotros trabajaron en conjunto para escribir el libro. Según María Eugenia Alcatena, en Estrella Negra (nombre que los reúne), “somos una constelación de amigos que empezamos a tomar más forma de grupo yendo a Dibujados, agrupándonos para llevar nuestras publicaciones a la misma mesita.
Varios ya habíamos colaborado en distintos proyectos: Lucía Vazquez y Lara Lee en el fanzine Estamos horriblemente solos; Lucía Vazquez y Carlos Aon en el fanzine La invitada (ambos fanzines, un cuento ilustrado); Joaquín Bourdeu Barassi y yo en el fanzine El hijo (un cuento en versos mío con dibujos de Joaquín); Javier Luna y yo escribimos un fanzine levreriano, el Manual portable para la psicohigiene, textos en prosa con dibujos de Dolores Alcatena y David Filipiuk; Florencia Miranda, Melisa Martí y yo escribimos una novela-juego de terror, No me llames Tami, al estilo de los viejos Elige tu propia aventura, con ilustraciones de Joaquín Bourdeu Barassi; Javier Luna sacó una novela, No había en el mundo, ilustrada por Carlos Aon; después yo hice una historieta con dibujos de Muriel Frega y música de Daniel Lanark, Ruido blanco; Carlos Aon, Lara Lee y Joaquín Bourdeu Barassi llevaban postales o láminas que habían hecho.” En este heterogéneo grupo no faltan las credenciales académicas: Lucía Vázquez es profesora de literatura, Florencia Miranda está completando su doctorado en literatura medieval y María Eugenia Alcatena es investigadora y doctora en literatura.
El nacimiento de los espantos
Alcatena observa que “la concepción del libro fue grupal…entre todos fuimos armando, en líneas generales, la idea del libro: las características del programa y de Villazán, la época, los otros personajes, esto de ir intercalando textos que contaran la historia del programa y su regreso con otros que contaran resumidos episodios del programa, y nos permitieran ir metiendo monstruos y distintas historias. Eso lo pensamos entre todos: Lara, Javier, Carlos, Joaquín, Flor, Lu, yo. Y tiramos al aire algunos condimentos y referencias que queríamos que de alguna manera estuviesen, como para acordar un clima.”
La escritora recuerda que armaron “una especie de esqueleto borrador con momentos clave del programa y de la historia de Villazán que queríamos que apareciesen para estructurar la historia, y nos repartimos uno para cada una de las que íbamos a escribir. Acordamos una extensión aproximada y un “tono”. En la reunión siguiente, nos juntamos, leímos los textos, entre todos los ajustamos y corregimos, y así, entre lo que íbamos acordando en esas reuniones y lo que cada una iba inventando y sumando por su cuenta, fuimos armando el conjunto. En estas reuniones estábamos los cinco, después estuvimos solo nosotras tres. Y en paralelo, los ilustradores iban bocetando personajes y después dividiéndose los capítulos para ilustrar.”
En cuanto a las preferencias personales—lo que podría representar un obstáculo a la hora de llegar a un acuerdo en una composición artística—de cada una, Alcatena señala que “por ahí una u otra tendía a escribir capítulos con determinadas características. Pero intentamos unificarnos y complementarnos lo más posible, y hasta ahora tuvimos la suerte de que incluso gente que nos conoce mucho, y conoce mucho cómo escribimos por separado, no pudo desentrañar quién escribió exactamente cada uno—que era lo que queríamos.” //∆z