Bestia Bebé presentó su primer disco en Matienzo junto a Las Ligas Menores y The Hojas Secas. Bandas amigas y rock del bueno. Repasá la noche en esta crónica.

Por Alejo Vivacqua

Fotos de Gisela Arevalos

Afuera, el frío arreciaba. Adentro, una reunión de amigos estaba por comenzar. Los vasos se iban llenando y la cosa empezaba a tomar forma. Estaban las banderas y los jugadores vestidos para la ocasión. Big Diego, titular del Bestia Bebé F.C., paseaba sus rulos y su vincha por el lugar, mientras la gente intercambiaba sus figuritas coleccionables. Algunos degustaban las masitas que venían con la entrada.

A las 00 hs. –y con una puntualidad pocas veces vista- Las Ligas Menores dio el puntapié inicial. El recorrido por El Disco Suplente trajo el primer pogo amable de la noche. Un grupito de simpáticos barrabravas se mecía para calentar el ambiente. Las chicas, junto al violero Pablo Kemper, se pusieron la diez y desplegaron sus canciones suaves de intensidad espiritual belicosa, como reza en su perfil facebookero. No necesitan gritar para hacerse escuchar. Cantan bajito debajo de sus melodías bien construidas y, a pesar de que dijeron que venían con pocos ensayos encima, vamos a recordar este recital de la manera más feliz.

Cuando los pibes de Caballito se bajaron del escenario, el cada vez más chico Matienzo rebalsaba. Entonces fue el turno de The Hojas Secas, quienes llegaron con su rock al palo. Con una impronta en el escenario diferente a la banda anterior, el quinteto platense repasó sus dos discos editados hasta el momento: Bailaló y Ya no importaba qué dirán en el barrio. El cantante volaba su melena y hacía lo que quería con la voz. Jugaba con su garganta a niveles admirables. Los pibes del pogo saltaban y alguno que otro salía revoleado. La banda sonó del carajo, con un trabajo impecable de guitarras.

Cuando Bestia Bebé salió a la cancha y, antes de arrancar a jugar, los pibes de la hinchada subieron al escenario a bromear con la banda. No hubo barreras entre el público y el escenario. La Bestia hace sentir a todos protagonistas. Con “Estamos Bien” arrancaron la noche en la que presentaron su disco homónimo, un compendio de canciones dedicadas a la pasión por las películas de acción, el amor al barrio, los amigos, el potrero, los autos y a Rocky, en cualquiera de sus entregas. Cómo no querer a estos muchachos que tocan con el alma. Tanta garra le ponen que, en un impulso de emoción y pogo, se cortó dos veces el sonido.

Así pasaron, entre otras, “Omar”, “Wagen del pueblo” y “El gran Balboa”, esa gema que emociona con el discurso de Mickey a un Rocky desalentado. Quién se animará a discutirle a Tom Quintans, cantante y guitarrista, cuando canta con tanta pasión en “El Uruguayo” que Ruben Paz –vieja gloria racinguista- es el más grande que hay. Al final de la noche todos quedaron contentos. Fechas como estas son las que demuestran que la nueva escena independiente argentina crece día a día gracias a la camaradería que existe entre las bandas. Y gracias a un público cada vez más numeroso y participativo. Muchos motivos para celebrar. Empecemos por encontrar un bar en la ciudad para ir.