El sello independiente Fuego Amigo Discos lanzó el segundo volumen de Al Lado del Fuego, donde artistas del sello se despachan con diversos covers, manteniendo viva la llama del amor por la canción.
Por Claudio Kobelt
No hace mucho tiempo, hacer un cover solía ser visto como un acto menor. Como algo digno de una banda de amigos, principiantes, amateurs que a falta de temas o con el fin de atraer más público, realizaba la versión de alguna canción de otro artista, usualmente más popular. Y cuando el que realizaba el cover era alguien ya reconocido, el tema a versionar debía ser de alguien influyente en su carrera, pero menos popular que él.
Con el correr de los años, por suerte, ese prejuicio desapareció, y lo obvio se hizo claro: los músicos también escuchan música, y generalmente la que no hacen ellos. Y no siempre desde el lado de la influencia, sino desde el costado melómano, de fan, de diversión, de apasionado por el arte de escuchar y tocar una buena canción.
Los grandes músicos de la escena mundial no sólo han sido versionados, sino que han versionado a otros, y esas reversiones son las que dotan los dotan de una humanidad y una humildad palpable, de un sentimiento afín. Entonces queda claro: Realizar un cover es un ejercicio lúdico, liberador, es la melodía siendo vivida. Es la pasión de los músicos por la música, con el amor, la alegría y la emotividad de cada ejecución como valor agregado.
“Siempre somos víctimas de canciones que pertenecen a nuestro propio bando” dice un lema en el Bandcamp del sello Fuego Amigo Discos, como referencia a su propio nombre. Pero dicha frase también podría usarse en este caso, donde nos entregan un nuevo volumen de Al Lado del Fuego, flamante disco de covers, donde nueve artistas del sello nos muestran su devoción por esas canciones que viven en la eternidad de la memoria musical.
Así Guazuncho dota de múltiples capas y nuevas alas sonoras a “Un día”, de Juana Molina; Mi Amigo Invencible llena de calor y sangre a un melancólico Pappo´s Blues; Manuel Embalse le da su típico swing y baile desenfrenado al viejo blues “Libre como ayer” deManal, y los bahienses Fin de Semana brindan nuevas texturas y posibilidades a la vieja y querida “Canción de Cuna” de Martes Menta. Es decir, la nueva escena argentina sobre gemas del rock nacional, sin clichés, hits ni lugares comunes. Riesgo y puro amor por la canción.
Ninguna de las versiones que viven en este disco es repetición del original, ni siquiera son versiones. Son relecturas. Es tomar el alma de la canción y darle otra piel, otra ropa, otra voz. Un renacer.
Un aire a sinceridad y pasión se respira en el disco. Cada artista tomó una canción y la tradujo a su propio idioma, su sonido, su ritmo. Sin desvirtuarla de su esencia original, sino sumándole múltiples lecturas. ¿O acaso la canción de Manal en labios de Manuel Embalse no se trasforma en una canción de Embalse más?
Imposible no mencionar a los brasileros de John Candy interpretando a Galaxie 500; los Limóncantando al chileno Javier Barría con una versión extraordinaria de “Paisito”; Los Días saliendo triunfantes de la difícil tarea de reinterpretar a Bjork, y la excepcional versión de “Banana Co.” de Radiohead a cargo de Gastón Massenzio, en uno de los temas más logrados del álbum.
El cierre, con Guazuncho haciendo “Isn’t It A Pity” de George Harrison es increíblemente emotivo, de una sensibilidad que traspasa y conmueve. Un broche de oro y magia para un álbum repleto de canciones sin tiempo, dotadas de un nuevo poder, un nuevo aire, un nuevo fuego.//∆z