Hablamos con el productor artístico más requerido de la actualidad: su trabajo con Louta, Wos, Chita y Juan Ingaramo, entre otros, y la convivencia del rock, el trap y el reggaeton.
Por Lucas González
“No suelo mostrarme, tengo un perfil más bien bajo”, dice Nico Cotton. Puede que su nombre no te suene, pero sí algunos de los tantísimos artistas a los que produjo: Bhavi, Jimena Barón, Wos, Juan Ingaramo, Louta, Natalie Pérez y un prolongado etcétera.
No hay falsa modestia en las palabras de este músico autodidacta de treinta y un años. Realmente es difícil encontrarse con él, a menos que, claro está, formes partes de su agenda. De alguna manera reparte su tiempo entre trabajos, reuniones, viajes y workshops. “Cuando sos pendejo es medio difícil entender a qué se dedica un productor. ¿Es el que pone la plata? ¿O el que se ocupa de los arreglos? Parece un concepto medio incognito”.
Superados los diez años de carrera, Cotton tiene demasiadas pocas cosas en claro. Por ejemplo, la primera regla para hacer lo que hace es que no hay reglas. También reconoce que los proyectos que más le gustan y divierten generalmente son los que menos pagan. Al igual que Brian Eno, uno de sus referentes en el rubro, comprende a la profesión como una forma artística muy completa, que abarca lo musical y lo sonoro. “Hay una cosa estética en la frecuencia, ciertas texturas que se generan y que son decisiones de producción, en cómo y de qué manera se encara y viste una canción”.
No vivió una infancia extraordinaria, pero sí estuvo atravesada por la creatividad. Su padre, que supo tener una banda (“hasta que se hinchó los huevos y se dedicó al comercio, igual que mi vieja”), lo incentivó desde la cuna para que se dedicara a la música: “nací y me compró una batería”. A los quince años tuvo su primera experiencia, ya que estuvo tras los parches de MAM, el conjunto del ahora tanguero Omar Mollo. Funcionó, dice, como una escuela importante, porque ahí curtió el rock hecho y derecho. “En paralelo, me copaba hacer música en la compu”.
La computadora apareció en su vida por casualidad, pero al instante se corrige: “Aunque pudo haber sido una causalidad”. Durante la pre adolescencia gozó de cinco minutos de fama en la televisión. Pasó por Agrandadytos, Causa común y un programa del que no recuerda el nombre. Este último, conducido por Alejandro Fantino, le permitió obtener su primera CPU, una pentium II muy precaria.
AZ: Entonces…
Nico Cotton: En el Parque Rivadavia mi papá consiguió una versión pirata del Cakewalk y, como no sabía usarlo, me puso un profesor. Por eso, si tengo algo que agradecer algo a la vida son mi viejos…
AZ: Con el tiempo te largaste por tu cuenta. ¿Es cierto que tomabas de base Laberinto, la película que David Bowie protagonizó en 1986?
NC: Sí, intentaba copiar toda la producción. Una cosa fue llevando a la otra y empecé a escribir mis temas…
AZ: Muchos de los cuales volcaste en Artesanales, el grupo en el que debutaste como cantante y guitarrista y que te permitió conocer a Axel, ¿no?
NC: Sí, le gustaba lo que hacía y me propuso componer algo juntos. Trabajando con él descubrí que lo que hacía (tocar todos los instrumentos, grabarlos, ver los arreglos) era producir. Siempre se lo agradecí, porque recién empezaba. Igual, llegó un momento en el que necesitaba algo nuevo.
Tras maquetar los tracks de Un nuevo sol (2011) y producir Tus ojos, mis ojos (2014) y Ser (2017), que fue nominado a los Grammy latinos, buscó propuestas más “independientes”, como Chita o Lucas & The Woods. Con el cuarteto hizo Pensacola Radio (2018), un LP que pese a no tener una gran inversión y a durar veintidós minutos también cosechó una nominación a los premios
Hoy, al margen de guiar a otros/as desde la consola, sueña con concretar un álbum de colaboraciones en el que diversos artistas canten y aporten ideas. Como hacen sus pares Mark Ronson y Benny Blanco. “Es un proyecto que hace rato me viene dando vueltas, pero no tengo tiempo. Estoy con muchas producciones encaminadas, por suerte”. Apunta a fusionar y encontrar algo alternativo dentro de lo moderno. Por eso disfruta tanto de aquellos colegas capaces de hacer un disco de rock y luego otro de trap.
Del “menjunje” salen obras interesantes, sostiene, y señala que Greg Kurstin (Adele, Foo Fighters, Paul McCartney) es un faro a seguir en ese camino. Es fan de su dueto (The bird and the bee) y de que haga todo lo posible para no ser encasillado. “Si tuviera que hacer todo el tiempo reggaetón o trap, me aburriría”, confiesa Cotton. Del género potenciado por Duki y Cazzu opina que posicionó a la Argentina en un nivel en el que no estaba hace tiempo. No obstante, aclara que por momentos le resulta un “poco monótono”, ya que no hay ninguna producción que se la juegue. “Se pondrá más interesante cuando entendamos que la posta está mezclar cosas de raíz con otras modernas. Está todo inventado, el tema es ver cómo agarramos las piezas y las movemos para crear algo nuevo”.
Para graficar su teoría utiliza “Con altura”, de Rosalía. Producido por El Guincho, el multipremiado hit que superó el billón de reproducciones en YouTube combina ritmos urbanos con flamenco. “El futuro de la música pasará por el desprejuicio”. Y si bien no escucha reggaetón, le presta atención. Sobre todo cuando se trata de J Balvin, a quien considera de otro planeta.
En este último punto se detiene y explica que mucho tuvieron que ver los productores del colombiano, Alejandro “Sky” Ramírez y Marco Masís (Tainy). Para él, los dos cambiaron las reglas dentro del estilo surgido en Puerto Rico: “Crearon un sonido distinto que no deja de ser comercial”. Es por ello que entiende como fundamental el trabajo en conjunto dentro y fuera del estudio. “Un productor no es solo alguien que se sienta en la compu y hace un beat. O por lo menos no es mi caso, que laburo codo a codo con el artista. Quiero que esté en casi todo el proceso, para quede expresada al máximo su mirada y se sienta feliz y orgulloso del resultado final”.
AZ: ¿Ese fue el desafío que te planteaste con Juan Ingaramo al momento de trabajar para Best Seller (2018)?
NC: No hablaría de un desafío, sino más bien de una búsqueda. Aunque lo tenía en el radar, apareció en un momento justo y ya desde la primera juntada hubo química, porque ambos queríamos pegar un volantazo artístico. Así que dio naturalmente. De ese encuentro surgió “Fobia”: me trajo un beat de YouTube al que propuse sumar como una textura de bolero grabada en vinilo, pero con una capa de modernidad, para diferenciarla.
AZ: Con Mateo Sujatovich fue todo lo contrario, porque lo fuiste a buscar.
NC: Soy muy amigo de Nicolás Btesh, productor del primer disco de Conociendo Rusia (el homónimo, de 2018), y le dije que quería producirlo. Me junté con Mateo, tuvimos una linda charla, larga, donde nos conocimos, le conté de dónde venía y él hizo lo mismo. Al final le dije: “Quiero producirte, siento que podemos hacer buenas cosas juntos”.
AZ: A juzgar por la recepción de Cabildo y Juramento (2019), mal no les fue.
NC: Es un disco clásico, de pop-rock nacional, que me hizo muy feliz. Que no se me malinterprete, me gusta el trap y el reggaetón, pero en Conociendo Rusia se habla otro idioma: hay batería, bajo, guitarra, estribillos, estrofas, una búsqueda distinta.
AZ: Trabajaste con Louta y Wos, dos pibes que en muy poco tiempo tuvieron un crecimiento exponencial y se convirtieron en referentes de esta generación. ¿Qué percepción te dejaron?
NC: Jaime (nombre real de Louta) es especial, creativo, decidido. No parece una persona de veinticinco años. Me sorprendió y me causó respeto, al igual que Wos, alguien con un montón de cosas para decir. Los dos saben lo que quieren y están muy bien plantados. Solo estás para acompañar y plasmar la visión que tienen en la cabeza y no son capaces de bajar a tierra. La juventud viene con otro sistema operativo incorporado.
AZ: Y más herramientas al alcance de la mano…
NC: Es cierto, y son cada vez más los que se autoproducen. Así y todo, una persona con experiencia puede darte una visión distinta del panorama. El desafío está en ver qué haces con las herramientas. Por ejemplo, Best Seller se grabó en mi estudio, que es una habitación con una compu, algunos “pres” y no mucho más. Dentro de eso, tratamos de hacer algo distinto, que esté bueno y suene pro. Y eso es cien por ciento experiencia, el know how de cómo trabajar. //∆z